Durante más de cuatro décadas, desde 1979 hasta 2023, la extensión del hielo marino en la Antártida se mantuvo estable, sin variaciones significativas, a pesar del continuo aumento del CO₂ atmosférico. Sin embargo, en 2023, se produjo una abrupta reducción de su superficie, lo que llevó a los expertos a pronosticar que la recuperación tardaría décadas o incluso milenios. Pero en diciembre de 2024 y enero de 2025, el hielo volvió a los niveles promedio, desafiando las predicciones de los modelos climáticos.
Este fenómeno ha llevado a un creciente número de científicos a cuestionar la validez de los modelos climáticos tradicionales, que no solo fallaron en anticipar la estabilidad del hielo antártico durante 43 años, sino que tampoco pudieron explicar su repentina disminución en 2023 ni su rápida recuperación en 2024-2025.
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Lejos de atribuir estos cambios al CO₂ y a la actividad humana, una nueva hipótesis señala a la gigantesca erupción del volcán submarino Hunga-Tonga en 2022 como un factor determinante. A diferencia de otras erupciones volcánicas que inyectan cenizas en la atmósfera y provocan enfriamientos globales, el Hunga-Tonga liberó una inmensa cantidad de vapor de agua, el principal gas de efecto invernadero según el propio IPCC. Este vapor habría alterado temporalmente el clima global, aumentando las temperaturas y contribuyendo a la reducción del hielo marino antártico. Ahora que la concentración de vapor en la estratósfera comienza a disiparse, la extensión del hielo vuelve a sus niveles normales.
Estos hechos evidencian que los cambios climáticos no pueden explicarse únicamente por la acción humana y sus emisiones de CO₂. La influencia de fenómenos naturales de gran escala, como erupciones volcánicas y ciclos climáticos naturales, demuestra que el clima de la Tierra es mucho más complejo de lo que sugieren las simplificaciones mediáticas y políticas. La narrativa del «cambio climático antropogénico» se tambalea ante la realidad de los datos y la ciencia que, una vez más, contradicen las predicciones alarmistas.