El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha extendido una invitación a su aliado político, el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, para asistir a su toma de posesión en Washington, DC. Este gesto simboliza el fuerte vínculo entre ambos líderes, quienes comparten ideales políticos y una visión crítica hacia el globalismo. Sin embargo, esta invitación enfrenta un posible y significativo obstáculo: Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil y figura central de las controversias en la política brasileña.
De Moraes, conocido por sus controvertidas decisiones y descrito por sus críticos como un «censor jefe» y «rey no electo», ha confiscado recientemente el pasaporte de Bolsonaro. Esta acción se enmarca en una investigación por supuestas «actividades antidemocráticas», un término deliberadamente ambiguo que ha sido utilizado en varias ocasiones para justificar medidas represivas contra figuras de la oposición política en Brasil.
El juez estableció un control férreo sobre el sistema judicial brasileño, tomando decisiones que muchos consideran una extralimitación de poder. Entre sus acciones más cuestionadas destacan la censura de medios y voces críticas, allanamientos a figuras opositoras y el uso de recursos legales para neutralizar a adversarios políticos. En el caso de Bolsonaro, la confiscación del pasaporte podría impedir que asista al evento en Estados Unidos, marcando otro episodio de lo que muchos califican como un abuso de poder bajo el pretexto de defender la democracia.
La democracia en riesgo
El caso de Bolsonaro no es un hecho aislado, sino un síntoma de una preocupante erosión institucional. De Moraes cimentó un precedente en el que se utilizan investigaciones judiciales para perseguir rivales políticos y reforzar un poder centralizado. Estas acciones amenazan la libertad individual y ponen en jaque los principios democráticos en Brasil.
La invitación de Trump a Bolsonaro subraya la importancia de este vínculo internacional, pero también coloca un reflector sobre el autoritarismo judicial en Brasil. La pregunta que surge ahora es: ¿permitirá Alexandre de Moraes que Bolsonaro viaje a Estados Unidos, o impondrá nuevas restricciones para reforzar su control?
El mundo está observando con atención. Lo que está en juego no es solo el destino político de un expresidente, sino la integridad de la democracia brasileña.