El 9 de diciembre, Taiwán incrementó su nivel de alerta tras detectar un significativo despliegue militar por parte de China en las cercanías de la isla. Según un alto funcionario de seguridad taiwanés que habló bajo condición de anonimato, Beijing estableció siete zonas de espacio aéreo reservado y movilizó flotas navales junto con barcos guardacostas en áreas estratégicas al este de las provincias chinas de Fujian y Zhejiang. Estas acciones apuntan a toda la cadena de islas que abarca desde Japón hasta Borneo, incluyendo a Taiwán y Filipinas, rodeando así los mares costeros chinos.
La magnitud de este despliegue supera las maniobras realizadas por China en los ejercicios conjuntos “Joint Sword 2024-A” y “Joint Sword 2024-B”. “Por primera vez están apuntando a toda la cadena de islas”, declaró la fuente a Reuters, subrayando el alcance geográfico y estratégico sin precedentes de esta operación.
Por su parte, la guardia costera de Taiwán informó que al menos siete barcos de la guardia costera china estuvieron involucrados en actividades de “acoso en la zona gris” contra la isla durante las primeras horas del día. En respuesta, las autoridades taiwanesas reafirmaron que Beijing no tiene derecho a realizar intrusiones ni imponer medidas de aplicación de la ley en las aguas de Taiwán. Taipei se reservó el derecho de tomar medidas necesarias para salvaguardar su soberanía.
Escalada de tensiones por la figura de Lai
El trasfondo político también añade tensión al panorama. China considera al presidente taiwanés Lai Ching-te un “separatista”, rechazando constantemente sus llamados al diálogo.
Este último despliegue militar refleja el aumento en la postura agresiva de China hacia Taiwán y su interés en consolidar su influencia en el Pacífico occidental. Sin embargo, la comunidad internacional observa con preocupación, ya que estas acciones podrían desestabilizar aún más una región de importancia estratégica global.