En Medio Oriente resonó de otra manera la victoria de Donald Trump que en Occidente. Irán, en confrontación con Israel, intentó mitigar el interés mundial por la hazaña de republicano y dijo que nada cambiará.
El portavoz del gobierno iraní, Fatemeh Mohajerani, expresó: «No importa quién llegue a ser presidente de Estados Unidos, porque nuestros planes ya están hechos. No habrá cambios en el nivel de vida de la gente y no importa mucho quién llegue a ser presidente de Estados Unidos».
Y siguió: “La elección del presidente de los Estados Unidos no tiene una relación clara con nosotros. Las políticas generales de Estados Unidos e Irán son políticas fijas», en una aparente referencia a las décadas de tensiones entre Teherán y Washington, que se remontan a la victoria de la Revolución Islámica en 1979.
Todo puede cambiar
Al respecto, el exembajador israelí en Estados Unidos, Danny Ayalon, dijo recientemente que Trump «tal vez jugaría más duro y los iraníes dudarían más si él fuera presidente».
También, algunos analistas coinciden en que Trump podría reimponer su «política de máxima presión» a través de sanciones más estrictas a la industria petrolera de Irán y dar poder a Israel para atacar sus sitios nucleares.