A pocos días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el próximo martes 5 de noviembre, los candidatos Donald Trump y Kamala Harris se encuentran en la recta final de sus campañas, ajustando cada detalle en busca de asegurar los 270 votos del colegio electoral necesarios para llegar a la Casa Blanca.
Con la paridad como protagonista en los sondeos, las encuestas más precisas de los últimos años favorecen al republicano en estados clave como Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte. Sin embargo, el sistema electoral estadounidense y las posibles combinaciones en el colegio electoral plantean un escenario sin precedentes: un empate que forzaría la intervención del Congreso.
En caso de que ambos candidatos obtengan 269 votos electorales, el resultado activaría la Duodécima Enmienda, lo cual desencadenaría una «elección contingente». En este proceso, la Cámara de Representantes decide quién será el presidente, mientras que el Senado elige al vicepresidente.
El sistema de «elección contingente» se basa en votos por delegación, donde cada estado emite un solo voto basado en la decisión de sus representantes. El candidato que alcance 26 votos estatales en la Cámara será proclamado presidente, mientras que el Senado, mediante mayoría simple, seleccionará al vicepresidente entre los candidatos. Este mecanismo, infrecuente y complejo, podría definir la elección más ajustada en los últimos 200 años, mostrando la importancia de cada estado y el rol determinante del Congreso en una contienda reñida.