En un giro inesperado, el gobierno chino emprendió una fuerte represión contra los ciudadanos que decidieron celebrar Halloween, en contraste con el enfoque del año pasado, cuando dichas festividades fueron celebradas por las autoridades como un símbolo de “tolerancia cultural”. Las escenas de represión ocurrieron en varias ciudades, donde la policía desplegó un operativo para contener a quienes se atrevieron a disfrazarse, dispersando a grupos e incluso arrestando a algunos de los más osados.
Entre los incidentes destacaron imágenes surrealistas de la intervención de las fuerzas de seguridad: un disfraz de Buda fue escoltado calle abajo, bajo la dirección de un agente que lo guiaba con ambas manos; un emoji gigante de excremento fue sacado de un círculo de baile en un parque público, mientras la policía lo escoltaba fuera de la vista. Incluso personajes disfrazados de figuras occidentales polémicas no escaparon a la intervención policial: un Donald Trump con una oreja vendada fue rodeado por agentes, mientras que una doble de Kim Kardashian, en un vestido negro ajustado con perlas, fueron detenidos frente a una multitud.
Contexto de la Represión y Mensaje Político
El cambio de enfoque de las autoridades responde a una creciente preocupación sobre el uso de Halloween como una plataforma de crítica social y política. El año pasado, muchos jóvenes aprovecharon las celebraciones para expresar su descontento mediante disfraces que aludían a temas sensibles para el régimen. Las calles chinas vieron disfraces que parodiaban a trabajadores de pruebas de COVID-19, una crítica hacia los tres años de confinamientos forzados que padeció el país. Otros representaban anuncios de empleo, reflejando la frustración ante un mercado laboral débil y saturado.
La represión de este año parece estar encaminada a frenar esta “válvula de escape” que encontraron los jóvenes para expresar sus preocupaciones en un contexto social cada vez más tenso. En un país donde la censura es común y la libertad de expresión está limitada, las celebraciones de Halloween de años anteriores fueron un canal inusual para las críticas indirectas al gobierno y a sus políticas. La drástica intervención de las autoridades este año refleja la postura de un gobierno dispuesto a acallar cualquier forma de disidencia, incluso en lo que parece ser una simple celebración cultural.
Con esta postura, China envía un mensaje claro sobre los límites de la tolerancia cultural y su inflexibilidad ante cualquier manifestación que pueda ser interpretada como una protesta. La represión no solo responde a la naturaleza de Halloween, sino a cualquier evento que, en el contexto actual, pudiera ser aprovechado para expresar críticas en una sociedad que enfrenta crecientes restricciones y un ambiente de control social cada vez más férreo.