El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) atraviesa una de las internas más virulentas de los últimos tiempos. La fricción entre sus principales referentes ha quedado al descubierto con las recientes declaraciones de la senadora Celeste Amarilla, quien lanzó duros ataques contra el presidente del partido, Hugo Fleitas, dejando en evidencia la tensión que reina dentro del liberalismo.
En una intervención cargada de furia, Amarilla se refirió a Fleitas de manera despectiva, llamándolo «gobernadorcito de campaña» y «recién llegado». Estas palabras, lejos de ser diplomáticas, subrayan la falta de unidad en el partido, justo en un momento donde se requiere cohesión para enfrentar los desafíos políticos venideros.
Pero el ataque no terminó ahí. En un tono aún más agresivo, la senadora continuó, dirigiéndose a Fleitas como «hijo de puta» y, en un acto de desprecio hacia su propio partido, se refirió a la silla de presidente del PLRA como «Esa mierda donde estás sentado». Con estos insultos, Amarilla desafió la autoridad del presidente del PLRA, pero además expuso la profundidad de la división liberal.
El PLRA, históricamente protagonista de la política nacional parece estar atrapado en una espiral de enfrentamientos personales que alejan cualquier posibilidad de consenso. En este contexto, resulta difícil imaginar cómo el partido podrá superar estas divisiones y presentarse como una fuerza política viable de cara a los próximos comicios.