Por Natalia Mabel Rodríguez
Llamado urgente: ¡A los puritanos profesores doctores! ¡A los maestros rurales! ¡A los jugadores de piki-voley de algún barrio! ¡A don Saúl, Carlos, José! ¡A Doña María, Juana, Sonia! Y a quién quiera entender.
El ex jugador de fútbol de un distrito alejado de la capital del país, este señor ya retirado del ámbito deportivo tiene una vida modesta, fruto del esfuerzo de su trabajo como profesional en sus años de niño/adolescente/joven tuvo que dedicarse de lleno a la actividad, sus padres de muy escasos recursos lo apoyaron para llegar a concretar su proyecto de convertirse en un gran jugador de primera, gracias a la constancia, perseverancia y voluntad de salir de las precarias condiciones llegó a ser el mejor de su equipo, recibió satisfacciones a lo largo de su carrera. Sin embargo él no concluyó el colegio, este referente no ha logrado graduarse en el sistema formal- es lo que marcaría una persona adoctrinada, quién da más valor a un cartón que al esfuerzo individual de nuestro protagonista.
Esta historia de vida es un ejemplo de lo que deseo explicar en este texto, se trata de entender el capitalismo, este sistema reconoce, valora y da incentivos a quienes se esfuerzan, quienes buscan salir del lugar donde están para mejorar sus condiciones, para realizar un proyecto de mi vida o para lo que se le plazca, siempre y cuando no afecte la libertad del otro.
¡En eso consiste el capitalismo! Decía con énfasis y voz fuerte ante un grupo de estudiantes, ¿De no educarse? Volvía a preguntar un participante, con cierto temor, y hasta con cierta vergüenza; a quién respondí enfáticamente: ¡Si! ¿O sea de no educarnos? Entonces ahí iniciaron las carcajadas -déjenme explicarles- ya con mucha paciencia.
Se pone en duda sobre la capacidad de una persona cuando no ha pasado por una educación formal, se menosprecia a quien con mucho sacrificio ha logrado tener mejor calidad de vida y llevar el pan a la mesa para los suyos, se menoscaba la inteligencia de alguien que ha logrado llegar a destacarse por su esfuerzo individual, este señor que además da trabajo a miembros de su comunidad por emplear en un pequeño emprendimiento.
¿Cuántas personas salieron adelante gracias al trabajo duro, de la vida austera, de las condiciones precarias? ¿Cuánta gente así conocemos en Paraguay? ¿Cuántas mentes brillantes han llegado a destacarse en sus talentos?
Un título es un tema menor para «un defensor de la Libertad» el individualismo metodológico, es lo que hace grande a la humanidad, las ciencias explican sobre ese ser humano-único e irrepetible- que tiene, desde el vientre materno, capacidad innata por aprender, tiene talentos y potencialidades, desarrolla habilidades y destrezas para desempeñarse en el mundo laboral, y así ayudado por su entorno- algunos por sus afectos- otros gracias a sus enemigos- por sí mismo sin más que su voluntad.
Sigo intentando explicar que la suma de las individualidades hace la diversidad y esto en una sociedad abierta es una variable crucial para dirigirnos al desarrollo, trato de exponer en este escrito que ese autodidacta preocupado por salir adelante, por cumplir con sus sueños y anhelos sin dañar la vida de terceros, contribuye a su comunidad más que cualquier planificador social.
Por otro lado, tenemos a quienes quieren engañar con el argumento de “Magister dixit” ellos se llenan la boca a la hora de decir lo que está bien y lo que no,con flamantes cartones, sendos papers (ni ellos mismos leen) y con voz gruesa dando signo de pedantería al extremo haciendo gala de su ignorancia, de ahí mi llamado inicial a quien quiera entender y poder desmitificar la falacia de la igualdad, del colectivismo, de más Estado para sus fines personales.
Los títulos sirven cuando se deja un legado, cuando se logró hacer entender la importancia del rol del individuo en la convivencia social. A propósito, se refirió, el economista Friedrich Hayek; «La persona más peligrosa del mundo es el intelectual arrogante que carece de la humildad necesaria para ver que la sociedad no necesita planificarse desde arriba”.