Lo ha vuelto a hacer: la divinidad griega del mundo moderno del fútbol llamado Real Madrid Club de Football ha conquistado su decimoquinta Champions League. La historia se repite en un eterno retorno: cada temporada la gana, y se impone en plan de escape del intento de análisis. Alguno se estará preguntando cómo hace para seguir ganando. Otros han renunciado al análisis (o al intento de…) porque la abrumadora avalancha de factos embota la cabeza y hace difícil si no imposible la titánica tarea de entender cómo puede ganar tanto. A pesar de todos los pronósticos adversos, aquí nos tienen, amables lectores, tozudos como el hambre de ganar de los merengues, dispuestos a quebrar el prefijo del aterrador término imposible. Sí, emprendemos un viaje analítico pretensioso en búsqueda de la piedra filosofal del éxito madridista. “¡A por ello!” dirán los españoles.
Real Football Madrid (Non Plastic)
Soy muy fan del análisis. Pero el Real Madrid gana tanto porque es el club que plasma a la perfección la naturaleza indescifrable del fútbol, de ese juego hecho de la lógica de la incertidumbre, de la imprevisibilidad.
El Real Madrid es el fútbol real. No hay más secreto que esto. Y como la realidad del fútbol, por su carácter imprevisible es, justamente, por fuera del esfuerzo analítico de la mente humana.
El Real Madrid es un club, no solo es un equipo, repito: es un club que sabe jugar a este juego. No se deja obnubilar por modas ni modismos ni tecnicismos; no prioriza metodologías ni modelos. Su único modelo, su única metodología es hacer mejor las cosas que el rival de turno y ganar.
Para eso, su emblemático presidente sabe que tiene que fichar a los mejores del planeta, pero no su punto más álgido, sino cuando son promesas aún; e ir desarrollándolos dentro del espíritu del club. Para eso, además, sabe que debe de tener un espíritu claro y sosegado, con los pies bien en la tierra, al mando de sendas constelaciones.
La mística no es un acto, es un hábito
La imposibilidad del análisis muchas veces decanta en una sentencia: “la mística del campeón”. La mística es una especie de aura que pocos tienen el privilegio de cargarla en torno a sí. Y es porque esa aura necesita del transcurso del tiempo y que, en él, en el paso del tiempo, uno vaya haciendo cosas, de manera sostenida: por ejemplo, competir a tope siempre, brindarse enteramente a la competencia.
La mística no es un privilegio inherente y congénito. El equipo tornado del aura de campeón no es que nació bajo los mejores auspicios de los dioses latinos. Esa rara condición se fue construyendo a lo largo de tantos días como tienen los años, paso a paso, entrenamiento y convivencia a pulsos, días increíbles de competencias; grandísimos jugadores que elevaron con honores el escudo madridista.
El análisis ata demasiados cabos
El análisis ata demasiados cabos que en apariencia están sueltos, tan solo en apariencia. A veces pienso que el análisis satisface más a quien lo ejecuta que a los lectores. El análisis desnaturaliza, descompone en partes, le quita vida a la dinámica de la vida misma. El análisis contemporáneo quiere desmenuzar al “todo” que es el Real Madrid y se pierde en un burdo intento.
Analizar al Madrid del fútbol real implica el riesgo de que se pierda de vista que el fútbol es un juego que se gana en los duelos también; que es un juego que se gana en las áreas; que es un juego de engaños.
El Madrid es un equipo que gana en esos registros. Y por ende, gana los partidos casi siempre por demolición.
¿Por qué gana y gana y gana?
Porque se enfoca en el juego, en cómo ganarlo. No pierde de vista este detalle que está ahí, tan notable: es un juego que lo gana casi siempre el que sabe descifrar lo que ese juego necesita esa vez para ganarlo.
Es una verdad tan poderosa y tan simple a la vez, como los escolásticos dijeron que es toda verdad: el juego está atravesado de cabo a rabo de la imprevisibilidad, entonces, hay que buscar los intérpretes que sepan descifrarlos cada vez, todas las veces que sean necesarias. Es una ley de hierro en el Bernabéu: jugadores, intérpretes de jerarquía; eso los acerca a la victoria, siempre.
¿Por qué gana y no para de hacerlo? Pues por esto, por no dejar que una ideología o una moda los aborde. El Real Madrid no es un club “avant garde”, ni pretende serlo. No es posmodernista ni pretende anteponer la política de la estética a la estética misma.
El Real Madrid CF es una institución clásica hasta la calcificación. Clásica y de refinamiento. Sin estruendos, sin parafernalia. No necesita anunciar con relámpagos la inminencia de la catástrofe. Te gana las partidas en el saludo, con esa estirpe clásica, con ese porte de divinidad griega, con el Bernabéu que truena en los minutos finales y se abre un nuevo capítulo de las épicas remontadas. Es eso lo que no se le ve porque no se busca en él. Por eso no se sabe o no se puede decir porqué sigue ganando.