El supermartes de esta semana les despejó el camino a Donald Trump en la interna republicana y a Joe Biden en la demócrata. Trump ya había ha logrado convertir las primarias de su partido en un casting para la búsqueda de su vice, una elección en la que descartó a la única rival que seguía en pie: la exembajadora frente a la ONU en su administración, Nikki Haley.
Una a la que hoy Biden le hace guiños para intentar captar sus votantes, y acortar la brecha que todas las encuestas marcan en favor del magnate. Claro que Trump tiene puntos flacos. Numerosas causas en la justicia que señalan su intervención en un intento por obstruir la asunción de su sucesor, además de otras que lo investigan por la tenencia en su domicilio privado de documentos clasificados. Pero ahí aparecen otras manchas en espejo para el actual presidente, salpicado además por los escándalos sexuales y de tráfico de influencias de su hijo Hunter, cuando Biden era el vice de Barack Obama.
El juicio contra Trump por los documentos clasificados hallados en su casa de la Florida tiene fecha de inicio para el 20 de mayo de 2024, seis meses antes de las elecciones presidenciales de noviembre. Y no se descarta que puede darse una condena, por lo que los republicanos fieles al expresidente agitan desde hace tiempo la bandera de la proscripción.
El equipo de Biden entiende que una condena de su rival casi seguramente alejará a los votantes independientes e indecisos que a menudo deciden las elecciones, y eso podría redundar en favor del presidente. Pero la gestión actual tiene otros problemas, el gasto bélico en Ucrania y ahora en Israel, combinado con una economía que no es la esperada a pesar de los índices que marcan crecimiento. Y la salud de Biden es tema recurrente en la agenda política.
De hecho, alrededor del 60% de los estadounidenses cuestionan la capacidad mental de Biden para desempeñarse como presidente. Una encuesta revela que un porcentaje cada vez mayor de votantes duda de que el presidente, de 81 años, tenga la memoria y la agudeza para el cargo. El estudio realizado por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, marca aumento con respecto a enero de 2022, cuando aproximadamente la mitad de los encuestados expresaron preocupaciones similares.
Para muchos votantes, las elecciones de este año parecen un forzado revival entre dos hombres que están mucho más allá de la edad de jubilación estándar. Y el próximo presidente probablemente tendrá que gestionar conflictos globales enormes (comerciales y bélicos), además de atender las emergencias internas y trabajar con un Congreso disfuncional. Allí Trump corre con ventaja: sólo el 38% de los estadounidenses aprueba cómo Biden está manejando su trabajo como presidente, mientras que el 61% lo desaprueba.
Los votantes están insatisfechos con el manejo de Biden de la inmigración (29%), el conflicto entre israelíes y palestinos (31%) y la economía (34%). Casi 6 de cada 10 (57%) estadounidenses piensan que la economía nacional está algo o mucho peor que la que heredó de Trump: solo 3 de cada 10 dicen que está mejor bajo su liderazgo.
Aproximadamente un tercio de los demócratas dijeron que no tienen confianza en la capacidad mental de Biden en la nueva encuesta, frente al 14% en enero de 2022. Y en general, los republicanos se sienten más cómodos con las capacidades mentales de Trump que los demócratas con las de Biden: el 59% de los republicanos están extremadamente o muy seguros de que Trump tiene la capacidad para ser presidente. Y 9 de cada 10 republicanos dicen que Biden carece de la capacidad mental para servir como presidente, avalando del discurso del expresidente, quien seguramente volverá a machacar el apodo de “sleepy Joe” en la campaña presidencial.
Noticias