El domingo 3 de diciembre del 2023, diferentes medios de comunicación alrededor del mundo mostraban la noticia de la captura de Víctor Manuel Rocha, de 73 años, acusado de ser espía de la dictadura cubana desde el año, léalo bien, 1981.
El lunes 4, a las pocas horas de conocida la noticia, Merrick Garland, fiscal general, explicó en un comunicado que los cargos contra el diplomático exponen una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el Gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero.
Rocha fue capturado gracias a un trabajo de inteligencia de un agente encubierto del FBI, que usó el alias de Miguel. Durante las reuniones entre Miguel y Víctor Manuel Rocha, el funcionario del FBI logró que este confesara su adhesión al proceso revolucionario y su admiración por Fidel Castro, sus palabras textuales fueron:
Para los bolivianos el nombre de Víctor Manuel Rocha nos transporta a inicios del Siglo XXI, concretamente a las elecciones presidenciales del año 2002, pues, desde su cargo de embajador de los Estados Unidos en Bolivia, vertió declaraciones contra Evo Morales, que, paradójicamente, tuvieron el efecto contrario, ya que lograron que la ciudadanía vote de manera masiva por el cocalero.
El caso de Víctor Manuel Rocha es quizás la vulneración más grande a la seguridad de los Estados Unidos, superando incluso el de Ana Belén Montes, la Reina de Cuba.
Ana Belén Montes llevó durante años una doble vida, puesto que durante el día trabajaba para la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos (DIA, por sus siglas en inglés), en el Pentágono, y por la noche pasaba a sus jefes en La Habana toda la información que había memorizado.
Pero, independientemente, de los casos de Rocha y Belén Montes, tendríamos que hacernos dos preguntas:
1.- ¿Cómo es posible que una pequeña isla con una población muriendo de hambre tenga el poder de penetrar la seguridad de la nación más grande de Occidente?
2.- ¿Quiénes son los que invierten en semejantes operaciones de espionaje y contra inteligencia?
La primera respuesta es: No. Cuba por si sola no tiene ese poder. Sin embargo, eso nos lleva a responder la segunda, veamos:
Desde el inicio de su tiranía, Fidel Castro puso el territorio cubano al servicio de todos los regímenes antioccidentales, lo hizo, especialmente, con la desaparecida Unión Soviética, pero también con las teocracias islámicas, por ejemplo, Irán, y China.
De hecho, el 10 de mayo del 2022, en un encuentro que se realizó de forma virtual, Shen Beili, viceministra del Departamento Internacional del Comité Central del PCCh, y Mónica Valente, secretaria Ejecutiva del Foro de Sao Paulo, agradece expresamente sus años de cooperación y apoyo.
En su discurso, Shen Beili, reconoce los lazos de amistad de largos años entre su partido (más de treinta) y el Foro de Sao Paulo. Resulta interesante que también reconozca que el Foro de Sao Paulo le ayudó a refutar el informe de Estados Unidos sobre el origen del COVID-19. De nuevo, las afinidades ideológicas por encima de la evidencia científica.
Con todo lo anterior, se hace evidente que el Foro de Sao Paulo, con Cuba a la cabeza, es un bastión estratégico en los intereses expansionistas chinos, pues lograron que Venezuela, Argentina, Chile, Nicaragua y Bolivia hayan puesto parte de su biodiversidad en manos del Dragón Rojo. Es hora de comprender que recuperar la libertad del pueblo cubano es vital para terminar con las agresiones a la seguridad, la democracia y la libertad del resto de América.