Mi finado amigo y muy leído Dr. Henry Cueppens me dijo hace años que Nicolás de Maquiavelo se inspiró en el libro bíblico de Eclesiastés para escribir su célebre obra “El Príncipe”.
Me sorprendí, aunque luego pensé que no sería raro debido a que el primero lo escribió nada más y nada menos que el rey más sabio de la historia: Salomón.
Confieso que este texto es mi preferido del Antiguo Testamento mientras que la epístola a los Romanos de Pablo apóstol del Nuevo.
Y ustedes no saben nada.
Me van a disculpar, pero esto me recuerda a lo que me repetía una y mil veces Edgardo Villalba Vichini cuando nos cruzábamos todos los días en el estudio de canal 9: “Hola Raúl, todo es bola, no te olvides, todo es bola, desde la raíz, todo bola”.
Pongamos la situación de la bolaterapia en el contexto de la conducta humana en general, porque los edificios que se construyen en ciudad capital, por ejemplo, son de verdad, los podemos ver, palpar y usufructuar por más que la mayoría sean gigantes mausoleos inhabitados. No obstante, a la filosofía criolla de Villalba Vichini sumo la universal de Frederick Nietzsche: “La mentira más común es aquella con la que las personas se engañan a sí mismas”.
En el libro de Eclesiastés se lee también, en el capítulo tres, que todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Creo que estamos viviendo un tiempo fabuloso en el cual toda vanidad comienza a resquebrajarse gracias al soplo muy potente de un viento que echó máscaras y disfraces de casi toda la humanidad para que se vea de qué está hecha. No solo la gente común, también las instituciones que nos rigen a nivel nacional e internacional han quedado al desnudo mostrando sus rostros horrorosos y cuerpos de bestia.
La gran ironía es que este viento arrasador fue generado por la plandemia genocida primeramente y ahora por la guerra en Israel.
Es realmente sorprendente cómo estos hechos pusieron y ponen a prueba a casi todo el mundo en cuanto al uso de la razón y manifestación de sus verdaderos sentimientos disimulados por la hipocresía en el trajín diario de la vida sobre el escenario de lo cotidiano.
Se puede colegir entonces que, mediante estos episodios de trascendencia mundial, estamos viviendo en tiempos del purete y viendo el verdadero entramado de las cosas, los auténticos sentimientos de los seres humanos, son situaciones que rompieron moldes usuales y tradicionales.
Estamos al desnudo y mi pene está circuncidado.
Ahora podemos notar con toda claridad el verdadero odio que existe en el mundo, término tan cacareado por sodomitas y su coro de progresistas, incluso por empresas trasnacionales como Burger King y Starbucks, militantes a nivel nacional de la repugnante causa colorinche.
También se puede ver en todo el planeta la verdadera fobia, término muy utilizado nuevamente por homosexuales y aliades para victimizarse y pretender que su degenero sea tomado como una simple opción sexual cuando que son unos anormales y crueles asesinos en potencia.
Evidentemente esto no es nuevo en el mundo, la historia nos enseña que han estado presente entre la gente desde siempre, no solo los putos, si no el odio y las fobias.
Por su parte, están las desgraciadas, falsas, ridículas, patéticas, mediocres, cobardes y estúpidas autodenominadas “empoderadas”. Para colmo, como si no bastase, la mayoría de ellas ni siquiera son atractivas, menos aún femeninas y en muchos casos repulsivas.
Sin duda el feminismo y el machismo son la misma mierda con distintos sexos, pero el primero no tiene nada de femenino, al contrario, y el feminismo de género es una fuerza envidiosa y destructora de la femineidad. Sus militantes destilan un odio brutal porque nadie las quiere coger, pero no las vamos a coger igual.
En lenguaje común y corriente son una partida de mal cogidas por incogibles.
La plandemia, hoy harto descubierta en su verdadera naturaleza diabólica, genocida y criminal, de lesa humanidad, demostró el espíritu borrego y cobarde de la mayoría de los habitantes de la Tierra, una humanidad llena de dioses falsos que a la hora de la verdad no sirvieron para un carajo. Se notó lo que dijo Albert Einstein de la gente, que su estupidez es permanente y por más títulos académicos que tengas podés ser un perfecto idiota. Hoy véanse los vacunados que están muriendo a diestra y siniestra. Vivir en negación no salvará sus vidas, todo lo contrario, pueden morir mañana.
La atroz, cobarde y bestial masacre del 7/10/23 por parte de excrementos humanos organizados como grupo terrorista, electos por el tan victimizado mal llamado pueblo palestino, Hamas, hizo flotar el estiércol humano en casi todo el planeta mediante manifestaciones multitudinarias de verdadero odio y fobia a los judíos, nada nuevo, nada raro, solo que esta vez, este mundo de mierda lleno de odio irracional al pueblo elegido va a pagar las consecuencias, no será gratis como cuando hicieron la vista gorda con el Holocausto, créanme gente, este es el purete y más vale ubicarse del lado correcto porque estar contra Israel es oponerse y enfrentarse al Dios verdadero, Jehová de los Ejércitos.
El sesgo y la negación sobre la barbaridad de los musulmanes como la negación de la plandemia terminará por acabarlos.
No se debe tolerar la intolerancia porque si no esto es lo que sucederá;
Por último, un toque sensual entre tanta tragedia, se trata de verdaderas empoderadas, bellas, atractivas, esbeltas, valientes, con armas de guerra en mano y vestidas en sus respectivos uniformes de combate yendo a la guerra, las soldados israelíes, quienes despertaron la admiración y el deseo de todo aquél que se precie de ser varón.
Hasta aquí mis tibios olivos silvestres, procuren ser injertados en el tronco de las ramas naturales y sálvense, porque la salvación no viene de las vacunas, mal que les pese, escrito está, viene de los judíos.
Te amo Israel, por siempre.