El 31 de octubre conmemoramos el Día de la Reforma, un evento histórico en el cual, en 1517, Martin Lutero clavó las 95 Tesis en la puerta del Palacio de Wittenberg. La Reforma se destaca como una de las revoluciones más significativas en la historia del mundo moderno.
La Reforma tuvo un papel esencial en la revelación de la VERDAD, que es la fuente de liberación. En la actualidad, nos encontramos en la era de la postmodernidad y la posverdad, donde la verdad a menudo cede su lugar a lo políticamente correcto, e incluso a los científicos se les insta a no decir la verdad.
La Reforma, al traer consigo la Verdad, también trajo consigo la Libertad. Fue una revolución en busca de la libertad, liberando a la gente de numerosos mitos y supersticiones cuando la Biblia se convirtió en la base de la vida. El legado de la Reforma incluyó la “sola Escritura”, liberando a las personas de las supersticiones y enseñanzas alegóricas. La “sola Gracia” liberó a la gente de rituales y de la creencia de que la salvación podía comprarse y venderse según el mérito humano. Finalmente, “solo Cristo” liberó a la gente de la necesidad de múltiples intermediarios (como se menciona en 1 Timoteo 2:5, “Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”).
Esta Verdad, con todos sus matices, ha aportado libertad y se ha convertido en la autoridad cultural. Los Reformadores decidieron que la Biblia debía ser traducida a la lengua del pueblo, lo que generó la necesidad de que la gente aprendiera a leer y escribir.
En consecuencia, la Reforma promovió la educación y la alfabetización. La Reforma también impulsó la libertad de conciencia y fomentó el conocimiento científico (la misma época en que se inventó el microscopio y poco después el telescopio). Además, la Reforma otorgó dignidad a las mujeres, reconociéndolas como iguales a los hombres (César Vidal, “La reforma y la mujer”).
La Reforma también enfatizó la dignidad del trabajo, considerándolo una bendición en lugar de un castigo. Esto no debe confundirse con las condiciones laborales, que a menudo están relacionadas con la caída humana. En resumen, ganarse la vida de manera honesta se consideró digno, en lugar de depender de subsidios ajenos, para no trabajar.
Hoy, enfrentamos una batalla similar por la Verdad, ya que a menudo se ignora o invisibiliza. Es esencial ganar esta batalla por la Verdad en aras de la liberación de nuestras naciones. Mirar hacia atrás en la historia nos muestra la importancia de seguir los principios establecidos por Dios para disfrutar de una Nación bendecida en nuestro presente y futuro.