En septiembre del 2004, casi un año después del violento derrocamiento del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, en el marco del Proyecto Amazon, el director del DAS, el entonces más importante organismo de seguridad de Colombia, Jorge Noguera reveló que las FARC habían desarrollado un plan de expansión de su red de narcotráfico a varios países de la región, Bolivia, entre ellos. En ese contexto, Noguera mostró que al menos 70 combatientes de las FARC tuvieron participación en la Guerra del Gas de octubre 2003.
Por su parte, Manuel Sánchez, jefe de INTERPOL Perú, informó que las FARC también estaban causando terror en Perú y Bolivia, sus palabras textuales fueron:
No obstante, las FARC no fueron la única agrupación delincuencial presente en Bolivia en esas fechas.
El escritor Emilio Martínez, en su más reciente libro: Los 5 mitos de octubre, muestra que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) tenía a más de 500 de sus milicianos presentes en Bolivia. Martínez, en la página 21 de su trabajo, afirma lo siguiente:
Entonces, eso que Hugo Chávez popularizó como: Diplomacia de los pueblos, no era nada más que una mera careta para la exportación de tecnología criminal y la infiltración de pandilleros a toda Sudamérica. Una fachada para que sicarios, matones y narcotraficantes secuestren naciones enteras, que luego fueron convertidas en tiranías y dictaduras.
De hecho, la pérdida de la democracia, la institucionalidad y la libertad han convertido a Bolivia en una dictadura satélite del Socialismo del Siglo XXI, con todas las consecuencias que eso conlleva para la vida, la libertad, la propiedad y la seguridad de los ciudadanos bolivianos. Por ejemplo, el grupo InSight Crime, en una investigación titulada: Desertores de las FARC Trabajan como Asesinos en Bolivia, asevera que:
Pero servir de sicarios no es el único «trabajo» para el que son utilizados los miembros de las FARC que viven en Bolivia, veamos.
El 13 de noviembre del 2019, luego del fraude y la renuncia de Evo Morales, policías bolivianos identificaron a Facundo Molares Schoenfeld, un ciudadano argentino e integrante de las FARC que respondía al alias de Camilo, entre los matones que generaban violencia en el departamento de Santa Cruz de la Sierra. En conclusión, hoy el ciudadano boliviano no tiene economía, tampoco seguridad, ni hablar de justicia. El golpe de Estado del año 2003 le entregó la nación a una red de crimen transnacional. Es urgente recuperar Bolivia para los bolivianos.