Hace tiempo insisto en que caracterizar a la política como un juego de suma cero (X=0), es decir, un tipo de relación social donde existen ganadores y perdedores, en la que unos ganan, lo que otros pierden. Naturalmente existen matices, no hay victorias absolutas y tampoco puede haber derrotas definitivas. Sin embargo, esta aproximación a la política nos ayuda a comprender el encarnizamiento y la violencia que le son propias.
Pero afirmar que la política es un juego de suma cero no equivale a decir que todos los jugadores políticos juegan con la misma estrategia. Fundamentalmente todos somos jugadores políticos en un sistema predominantemente socialdemócrata y en este sentido, partiendo desde el supuesto de que el “interés general” es una ficción política, una dosis de realismo nos aconseja ver a todos, y cada uno de nosotros, como jugadores políticos, que intentan maximizar sus intereses. Fundamentalmente hay dos tipos de jugadores: oferentes y demandantes.
- Los jugadores oferentes son de dos tipos: políticos y burócratas.
- Los jugadores demandantes también son dos tipos: grupos de presión (lobbies) y votantes.
Los políticos son actores que intentan maximizar sus intereses por medio de una estrategia electoral que le redunde mayor cantidad de votos. Es fundamental entender que sus promesas no son vinculantes por muchas razones y la principal no es porque sean necesariamente mentirosos, sino porque el agente político sufre de miopía analítica y solo ve a corto plazo.
Los burócratas, en contrapartida, son agentes políticos cuya estrategia óptima consiste en aumentar presupuestos y maximizar su permanencia en el sistema. El burócrata, al contrario que el político, piensa a largo plazo.
Los votantes constituyen una débil mayoría desorganizada en un mundo político regido por minorías organizadas. En un sistema democrático socialdemócrata el votante promedio suele elegir la ignorancia política como estrategia maximizadora de sus intereses debido a que…
Luego, elegir la ignorancia es totalmente racional. De ahí que en su célebre crítica a los sistemas democráticos en “El mito del votante racional”, el economista Bryan Caplan haya concluido que los votantes son “racionalmente irracionales”, y esto debido a que en un entorno altamente politizado como son nuestras socialdemocracias modernas “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres».
Los grupos de presión o lobbys, son minorías organizadas que participan del proceso político desde las sombras. Actúan al margen de las estructuras burocráticas y partidarias e intentan influir en la elaboración de leyes, es decir, maximizan sus intereses buscando regulaciones que les favorezcan (Sindicatos, Cámaras de Comercio, ONGs).
Santiago Peña, entre erizos y zorros.
El filósofo político Isaiah Berlin había diferenciado a escritores y pensadores como “zorros o erizos” basándose en una frase del poeta griego Arquíloco que dice:
Otro tanto podría decirse en el mundo político: mientras que los burócratas son como “erizos”, saben mucho, pero de una sola cosa, los políticos actúan como “zorros”, sabiendo un poco, pero de muchas cosas.
Usando el modelo de la Public Choice, desarrollado en la primera parte de este artículo, y a la metáfora de Berlin, expuesta más arriba, me permito caracterizar el gobierno del presidente Santiago Peña como “un gobierno de erizos y zorros”.
ERIZOS
Su primer anillo es una tecnocracia de centro radical, donde la psicología del burócrata le faculta a mirar a largo plazo y donde existe una inquietud sistemática por ampliar presupuestos. En contrapartida a la presbicia (corta de miras) que caracteriza a los políticos (los zorros), vemos a un gobierno confiado en sus virtudes técnicas, que ha impulsado una agenda de cambios institucionales caracterizados por una búsqueda de consecuencias a largo plazo.
Las elecciones de “erizos” técnicos altamente capacitados en puestos claves (Lea Giménez, Carlos Fernández Valdovinos, Luis Ramírez), las fusiones de Aduanas y SET, el establecimiento de un Ministerio de Economía que pretende una planificación quinquenal, el reclamo por pagos de la deuda de Yacyreta a la Argentina, el descubrimiento y seguimiento de las deudas espurias del gobierno anterior unido al pedido del equipo financiero de “establecer medidas extraordinarias de gestión para las finanzas públicas”, así como el proyecto de créditos de carbono e incluso el advenimiento de Starlink de Elon Musk a Paraguay, todo esto nos muestra el perfil de un gobierno con mentalidad burocrática, que busca maximizar presupuestos para hacer caja, que sabe a qué juega, que juega a largo plazo y que entiende sus márgenes de acción, tanto es así que una de las frases célebres que instaló el presidente Santiago Peña es “no hay margen para el error”.
ZORROS
Sin embargo, estos proyectos no se hubieran materializado sin un equipo de “zorros”, políticos profesionales, entre ellos el genio político de Calé Galaverna y José Alberto Alderete, entre otros. Estos “zorros de presa”, primero establecieron una estrategia electoral ganadora que barrió con la oposición y, posteriormente, generaron en el congreso tal frente y trinchera que le permitió a los “erizos” de Peña “ampliar su margen de acción”. Estos “zorros”, a diferencia de los “erizos”, juegan en “el aquí y el ahora” a ser “Maquiavelo” y concentrar poder, y luego a ser “Locke” y dividir poder. Fíjense cómo, siguiendo a Locke, han dividido el poder de la oposición: han hecho pelear a Katya y Celeste, han descuartizado a la tercera fuerza, Cruzada Nacional. En contrapartida, también, han sabido, siguiendo a Maquiavelo, concentrar el poder: ¿Cuántos de Cruzada Nacional pasaron a engrosar la bancada de Honor Colorado? ¿Cuánto poder político concentra ahora un Ministerio de Economía para influir en la política económica nacional?
CONCLUSIÓN PRELIMINAR
Ninguna de estas observaciones son juicios de valor sino descripciones políticas según la Escuela de la Elección Pública (Public Choice) y la metáfora de Isaiah Berlin. Me atengo a los hechos y los hechos indican que el equipo de erizos y zorros del presidente Santiago Peña trabaja como un aceitado y enérgico mecanismo de relojería. Los zorros lo trajeron hasta aquí; los erizos trabajan en la permanencia; los zorros generan el espacio político, donde los erizos toman posición y plantan bandera. Me arriesgo a decir que no hemos visto en la historia democrática de nuestro país un proyecto político tan sólido y con una agenda tan clara.
Te puede gustar, te puede no gustar, pero los hechos políticos son eso, hechos. Los juicios de valor lo dejamos para otra discusión. Mientras tanto te sugiero una actividad analítica:
¿Si los erizos son burócratas y los zorros, políticos, qué animales usarías que representen a los grupos de presión y a los votantes a fin de ampliar la metáfora?
¡Contame!