En enero de 1966, concretamente, entre el 3 y el 15, Fidel Castro convocó a sus milicianos a un cónclave llamado: La Tricontinental. El objetivo de la convención era establecer las estrategias de lucha para la década siguiente, que incluían, obviamente, los grupos armados. Entre los más de 500 asistentes se encontraba Salvador Allende, quien para esa época era senador del Congreso de Chile.
Al regreso de la cumbre delincuencial castrocomunista, Allende empezó su carrera para las elecciones presidenciales de 1970. Pero no estábamos hablando de una campaña únicamente circunscrita dentro los límites democráticos, sino también de una agenda desestabilizadora y terrorista, pues Castro había establecido dos mecanismos para tomar el poder en Chile: 1) la vía electoral, 2) la lucha armada, en caso de que fallase la primera. Al respecto, Nicolás Márquez, escritor argentino, en su libro: La dictadura comunista de Salvador Allende, afirma lo siguiente:
Llegaron los comicios, Allende, apoyado por todo el aparato de la URSS, ganó la contiende con el 36.3% de los votos, Jorge Alessandri, representando al Partido Nacional, quedó segundo con 35% y Rodomiro Tomic, de la Democracia Cristiana, obtuvo 27,84%.
Como ninguno de los candidatos tenían mayoría absoluta, conforme mandaba la Constitución, se dejó en manos del Congreso la decisión de elegir al próximo presidente. Finalmente, el 03 de noviembre de 1970, con el apoyo de la Democracia Cristiana, Allende alcanzó la presidencia.
A los pocos días de recibir la banda presidencial, Allende fue entrevistado por Régis Debray, en la parte final el cacique chileno confiesa estar dispuesto a usar la violencia para frenar cualquier oposición a su agenda, que en realidad era de la URSS.
Su fachada electoral y democrática duraría muy poco, pues el 01 de mayo de 1971 Fidel Castro brindó su apoyo y de sus «internacionalistas» a Allende. Es decir, que el tirano caribeño confesó tener listo a sus matones para ensangrentar Chile en caso de ser necesario.
No obstante, el apoyo no era solamente en grupos de choque y terrorismo, hubo también mucha asesoría en temas de «gestión». Allende intentó estatizar las empresas norteamericanas radicadas en Chile. Obviamente, esas bravuconadas generaron que la ayuda norteamericana desapareciera progresivamente en Santiago: de un promedio anual de 116 millones de dólares durante los cinco años anteriores, solamente tendría 8,6 millones en 1971, 7,4 millones en 1972 y 3,8 millones en 1973.
Siguiendo el ejemplo de Castro, Salvador Allende promulgó una reforma agraria que prohibía la posesión de más de 80 hectáreas por persona. Este hecho venía a profundizar y radicalizar un proceso que se había iniciado en el país en 1962 durante el gobierno de Eduardo Frei. En 18 meses, las tierras fueron traspasadas a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos, en realidad, amigotes del cacique comunista.
Es evidente que las expropiaciones masivas ponen al gobierno de Allende lejos de la democracia, puesto que los procesos masivos de expropiación son típico de los Estados fallidos y las dictaduras.
No fueron necesarios muchos meses para evidenciar el desastre causado por Allende y sus secuaces. El fuerte aumento en la cantidad de dinero, debido al alto déficit fiscal, junto al casi cierre de la economía al comercio internacional (trabas arancelarias y no arancelarias para importar, estatización de muchas empresas exportadoras, controles cambiarios, etc.) ocasionaron una elevada inflación y también una fuerte caída en las reservas Internacionales del Banco Central de Chile.
Ante este escenario de caos y miseria, el 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados acusa al gobierno de haber violado la Constitución y las leyes. Ese día aprobó su declaración sobre el Grave Quebrantamiento del Orden Constitucional y Legal de la República, que acusaba al gobierno de haber violado la Constitución con el objetivo de implantar un régimen totalitario y acabar con la democracia en Chile. El documento expresaba lo que sigue:
Lo demás es historia conocida, aquel el 11 de septiembre de 1973 el General Augusto Pinochet salvaba a su país de las garras del comunismo.
En resumen, Allende llevó a Chile al ostracismo y la postración. Y que cuando sobrevino el hartazgo popular y la adversidad, en vez de enfrentar la situación virilmente, acabó consigo pegándose un tiro, aunque hay versiones que dicen que Fidel Castro, al igual que hizo con Ernesto Guevara, lo mandó a despachar.