A ocho años de la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, comenzó a aclararse uno de los cabos sueltos que había quedado en la investigación: el programa “troyano” que había llegado al mail de Nisman para espiarlo antes de que presentara su denuncia contra Cristina Fernández de Kirchner salió del mismo lugar que luego usaron dos funcionarios kirchneristas de Entre Ríos acusados de espionaje en contra del ex agente de la AFI (Agencia Federal de Investigaciones) Antonio Stiuso y a la ex mujer del fallecido fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado.
Los funcionarios, Pablo Palá, director de Informática del Gobierno de Entre Ríos desde el 2012, y Alexis Lesa, miembro del área de Cómputos del Tribunal de Cuentas de la misma provincia, fueron procesados por la Cámara Federal por “realizar acciones de inteligencia prohibidas”, un delito que tiene de 3 a 10 años de prisión.
Ambos imputados actuaron desde la ciudad de Paraná, y, en el año 2015, en el que el fiscal fue hallado muerto, militaban con el entonces gobernador kirchnerista Sergio Urribarri, quien luego sería embajador argentino en Israel entre el 2020 y el 2022, año en que fue relevado de su puesto luego de ser condenado a 8 años de prisión por corrupción.
El dato de que el dispositivo para espiar a Stiuso y a Arroyo Salgado fue el mismo que el empleado de donde antes se envió el mail para hacer lo mismo con Nisman fue confirmado por fuentes judiciales al diario Clarín.
Cabe recordar que, luego de ser encontrado muerto en su departamento de Puerto Madero, con un balazo en la cabeza, el 18 de enero del 2015, los peritos informáticos hallaron en su teléfono celular un programa de los denominados “troyanos” que le había llegado al fiscal a través de un mail enviado a su casilla de Yahoo!.
Los “troyanos” son virus que permiten que quien los envía accedan a todos los archivos del receptor, si bien, en el caso de Nisman, no fueron activados, ya que el mensaje estaba diseñado para “apoderarse” de los archivos que funcionaran bajo los sistemas operativos Windows, Linux o Mac, y el teléfono de Nisman operaba con Android.
Profundizar sobre este dato podría llevar a la Justicia a confirmar si el gobierno de Cristina Kirchner había ordenado espiar a Nisman en los días anteriores a su muerte. Esto se agrega a las más de sesenta declaraciones de los espías que estuvieron activos cuando Nisman fue hallado muerto.
Asimismo, los magristrados afirmaron que “hay razones fuertes para presumir que los eventos no fueron aislados, sino que obedecieron a una actividad generalizada dirigida a determinados objetivos”. Irurzun y Farah creen que Palá y Lesa fueron parte de un espionaje ilegal organizado y cometido por cuadros políticos de uno de los gobernadores más fieles a la entonces presidente, denunciada por el fiscal al que buscaban espiar.