El crecimiento del país como generador de riquezas en nuestro país es una circunstancia que puede no ocurrir. No basta con el esperado 4 o 5 por ciento del Producto.
Paraguay debe y puede crecer al 7 y 8 por ciento y de manera continua. Como he venido sosteniendo la economía no funciona como la física donde los cuerpos por la gravedad tienen un “efecto rebote” donde inexorablemente dada la fuerza con la que cae, por ejemplo una pelota, que vuelve a rebotar hacia arriba.
Para entender mejor esto en la economía los incentivos valen mucho. De hecho, sin incentivos el individuo como tal no tendría mucho futuro, nos estancaríamos.
Los incentivos son como las motivaciones sin las cuales no habría comercio ni empresas. El problema, sin embargo, es el Estado, el mismo que todavía para muchos debe seguir en un pedestal cuando hay que bajarlo de ahí.
Al respecto, resulta interesante la perspectiva ofrecida desde la escuela llamada public choice (Elección pública) donde el incentivo es una motivación para que las personas hagamos algo, la motivación financiera.
El tema de fondo, sin embargo, es que los incentivos se crean y mucho dentro de la misma política que acarrea un desperdicio de recursos inoculados desde y por la corrupción proveniente del Estado. Y esto es exactamente lo que pasa cuando todo el “esfuerzo” del Estado está en seguir haciendo parches, como en efecto está ocurriendo a la fecha desde el Ejecutivo como del Congreso.