El 50° presidente constitucional de la República del Paraguay, el 8° mandatario en el período democrático instaurado en el año 1989, Mario Abdo Benítez ha llegado al fin de su mandato. Si señores, ha llegado al fin, ha logrado concluir su período de gobierno.
Allá por el 2018, recibió la administración de un país que venía de 5 años sin mayores sobresaltos en materia económica. Incluso éramos uno de los pocos países de América Latina que experimentaba una expansión económica, cuando la región atravesaba una profunda recesión. El Producto Interno Bruto (PIB) crecía a un promedio superior al 4%, los índices de precios al consumidor (IPC) se ubicaban dentro del rango meta de inflación del Banco Central del Paraguay (BCP) y las condiciones macroeconómicas eran buenas. Buena ejecución en obras públicas, buen desempeño económico, buena atracción de inversores en los mercados financieros internacionales hacia los títulos soberanos, dinamismo económico traducido en crecimiento de ingresos de la gente, tasas de pobreza mejoradas, tipo de cambio favorable, buen desempeño agrícola, e importantes leyes aprobadas (Responsabilidad Fiscal, Acceso a la Información Pública, Transparencia, etc.)
Todo ello se tradujo en estabilidad y generó un escenario ideal durante cinco años. La excepción a dicha estabilidad fue la crisis política desatada a partir de las intenciones de reelección presidencial a través del intento fallido de Enmienda Constitucional.
En definitiva, Mario Abdo recibió el país con indicadores favorables que hacían presagiar un futuro auspicioso. Pero… a pesar de sus promesas de campaña y, sobre todo, las del discurso inaugural de su gobierno, “Marito” como llegó, se fue: sin pena ni gloria.
El primer día llamó a la reconciliación de todos los paraguayos, a construir desde el disenso. Pues, hete aquí que nos han dividido a todos los paraguayos, han logrado que nos peleemos entre todos, y el grado de maniqueísmo ha sido pocas veces visto.
Mario Abdo no unió a nadie y solo fue capaz de abrazarse a su partido para salvarse de un juicio político, y a la oposición, para gobernar, otorgándole seis ministerios. Si, seis ministerios en manos de la oposición. Y luego para colmo, abogó por la alternancia. A lo mejor entendimos mal y a lo que se refería en su discurso inaugural, era a abrazar a la oposición y a ello le llamó reconciliación.
Abogó por “una democracia más madura donde las instituciones sean más fuertes, con poderes autónomos, independientes, sin intromisiones y una justicia pronta y valiente”, donde la impunidad era “el cáncer a vencer”. Pues resulta que nuestra democracia no ha madurado en éstos cinco años, las instituciones han sido debilitadas y destrozadas, la falta de autonomía de poderes fue evidente, las intromisiones permanentes y la justicia ni pronta ni valiente, sino aletargada y conveniente.
Definitivamente, el “cáncer” hizo metástasis: la corrupción se ha elevado. Y esta es quizás, una de las dos deudas más grandes que ha dejado este gobierno: la falta de acciones claras y decididas para evitar sancionar los actos de corrupción del sector público. El estado de derecho brilló por su ausencia.
Sobre la institucionalidad, una particular mención: de los diecisiete ministerios, sólo cinco ministros lograron comenzar, permanecer y concluir los cinco años de gobierno. ¿Saben cuántos ministros tuvimos en cinco años? CUARENTA. Sí, cuarenta. En cinco años:
- 4 ministros del Interior.
- 5 ministros de Relaciones Exteriores.
- 2 ministros de Hacienda.
- 3 ministros de Educación y Ciencias.
- 3 ministros de Agricultura y Ganadería.
- 2 ministros de Obras Públicas y Comunicaciones.
- 1 ministro de Defensa Nacional.
- 2 ministros de Salud y Bienestar Social.
- 5 ministros de Justicia.
- 2 ministros de Industria y Comercio
- 1 ministro de la Mujer
- 1 ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
- 2 ministros de Desarrollo Social.
- 1 ministro del Ambiente y Desarrollo Sostenible.
- 2 ministros de Urbanismo, Vivienda y Hábitat.
- 1 ministro de la Niñez y la Adolescencia.
- 3 ministros de Tecnologías de la Información y Comunicación.
Y sólo he nombrado a los ministros del Poder Ejecutivo del período. Es sólo una muestra del carnaval institucional del gobierno que culmina.
Prometió un gobierno de la gente, prometió sacarle de la pobreza a nuestra gente, disminuir el desempleo y generar oportunidades para que el pueblo progrese y prospere. Pues, lamentablemente, el ciudadano nunca fue el principal motor, la pobreza lejos de disminuir aumentó, lo mismo el desempleo y las oportunidades nunca llegaron para el pueblo.
Algunos buenos resultados, provinieron del sector privado. La economía experimentó una evolución orgánica con tasas positivas como consecuencia de las fortalezas y capacidades que existen en los sectores productivos privados.
Se podría destacar el esfuerzo tributario realizado, por la reforma y por el incremento de la recaudación y de la formalización, así como también, por el incremento evidente en la capacidad de gestión de proyectos de inversión en infraestructura y también en capacidad de atención de la salud de la población.
La otra “gran deuda” es la calidad y pertinencia de la deuda pública, propiamente dicha: en monto y en justificación. Mario Abdo Benítez duplicó la deuda pública y nunca estuvo claro ni definido el modelo de país que quiso impulsar y gestionar. Nunca hubo mensajes claros sobre el marco en el que se gestionaron las políticas públicas. Nunca se vio coordinación de políticas económicas y sociales entre el presidente y las autoridades responsables, nunca se vio la construcción de consensos ni interacción entre los actores claves para indicar un rumbo país. Cinco años después, el único norte que pudimos visualizar con “Marito” fue el de los Estados Unidos.
El resultado, la consecuencia directa de esta inacción, de esta falta de rumbo, es que la forma más efectiva de incidir en las políticas públicas sea presionando y lastimosamente, esa forma de se está incrementando paulatina y peligrosamente.
Los resultados del gobierno de Mario Abdo fueron escasos, mínimos y han estado más cercanos a sobrevivir como país antes que orientarlo hacia objetivos claros y consensuados.
La nación pasó por eventos y escenarios de choque interno y externo, sequías, inundaciones, pandemia, guerra internacional y una serie de factores que marcaron el curso y desempeño económico y generaron un ambiente de incertidumbre. Muchos dirán que le tocó bailar con la más fea, pero la verdad, para bailar tuvo menos cintura que una gallina. Muy bien no le fue. Hay números que son igual de fríos que contundentes.
El Producto Interno Bruto, (PIB), creo, por primera vez, no creció, el contrabando en las narices de todos alcanzó niveles insospechados, la inseguridad se apoderó definitivamente de la población. Pero aquí viene lo verdaderamente inadmisible para cualquier gobierno: la pobreza extrema creció de 4,8% del 2018 a 5,6% para el 2022, representando a un total de más 414.000 personas. La cantidad de pobres ronda los 1.8 millones de paraguayos. Mientras que los que están en Pobreza Extrema son unos 80 mil más que al asumir en 2018.
El poder adquisitivo se vio sensiblemente disminuido y más de 1.817.000 personas tienen ingresos per cápita inferiores al costo de la canasta básica de consumo.
“Yo prefiero los aplausos de salida que los aplausos de entrada”, decía en su discurso inaugural, allá por 2018… ¿le parece que alguien puede aplaudir esos números?
Pero él dirá que su gobierno tiene el récord de kilómetros de asfalto construidos. Lamentablemente, la gente no come asfalto, “Marito”…
Y es verdad aquello que para los políticos “obras son amores”, y vaya si para Mario Abdo Benítez son amores, si es el rey del asfalto…
En fin, sin pena ni gloria, se va Marito… el que nos encerró, el entreguista, el cipayo de “la embajada”, el que destruyó y utilizó las instituciones inapropiadamente, valiéndose de ellas para su conveniencia y la de alguien más; el que lejos de ser de la gente, se burló de la gente. No me voy a olvidar de “Que miedo tengo”, no me voy a olvidar de “Moopio che aikuaapata”, no me voy a olvidar de “Pillos y peajeros”.
Finalmente, creo que hay algo que nadie puede negar, algo en lo que todos estamos de acuerdo y es que Marito sí nos dejó un legado positivo: TIRICA.
CHAU MARITO.
Fuentes consultadas:
Las cifras de pobreza, desempleo, deuda pública, corresponden a datos del INE, Ministerio de Hacienda, CEPAL, BID.
Las cifras de ministerios y ministros fueron obtenidas en el marco de lo establecido en el Art. 17 de la Ley 5282/14 “De libre acceso ciudadano a la información Pública y trasparencia gubernamental”. Se adjunta el detalle pormenorizado.