Hoy viernes 30, se definirá, entre otras cosas, la conformación de la mesa directiva del Senado para el nuevo período parlamentario que comienza. No sé si nos hemos acostumbrado a vivir en modo electoral, pero se ha estado hablando sobre el asunto, todos los días, durante semanas.
Y de todo lo que se ha dicho y debatido, llama la atención la relevancia que han otorgado a la Presidencia del Senado, al punto de sostenerse, por parte de algunos de los legisladores, palabras más, palabras menos, que de ella dependerá el contrapeso posible del Poder y el copamiento del Estado. Algo así como que, si quien resulte electo pertenece al sector partidario del gobierno, del Presidente de la República, se perdería el equilibrio de poderes y el Estado estaría copado.
Es decir, según a qué facción política corresponda quien resulte electo, habría o no copamiento, habría o no equilibrio de poderes. Hasta podría ser del partido político del gobierno, pero sólo se rompería el equilibrio de poderes si el presidente del senado fuese del oficialismo…
¿Desde cuándo el ejercicio de la mayoría electa supone o significa copamiento de las instituciones del Estado? Habría que ver qué estudiaron para sostener semejante disparate Ya no se sabe si esto responde a ignorancia de nuestra casta política, si lo hacen de manera intencional, si es decadencia conceptual o si se perdió la noción de todo.
Una senadora llegó al punto de afirmar, “República y soberanía somos nosotros, lo demás es el cartismo”. La misma senadora, defendió una eventual extradición de Horacio Cartes en base a meras declaraciones de la embajada de los Estados Unidos; la misma senadora aplaudió, en su momento, que nos hayan expulsado del Mercosur. Rara forma de defender la soberanía.
El equilibrio de poderes del Estado tiene que ver con el rol y la autonomía de cada uno de los poderes y su independencia, no tiene que ver con la composición de sus respectivas cúpulas. El presidente del Congreso es un inter par, es decir, no es alguien superior, con poderes superiores, especiales, particulares. Tiene el mismo poder de los demás integrantes de la cámara con la diferencia que al ser también titular del Poder Legislativo, en caso de ausencia o vacancia está llamado a suceder al Presidente de la República en segundo término, si ocurriera que el sucesor natural, el Vicepresidente de la Nación haya fallecido, renunciado o se encuentre incapacitado para desempeñar el cargo.
La mesa directiva del Senado tiene funciones administrativas y de coordinación; tiene a su cargo conducir las sesiones y asistir a la labor legislativa, además de generar actos tendientes a mantener el funcionamiento del Senado. Eso es todo.
Ahora bien, trataremos de abordar en el presente artículo, la cuestión real del equilibrio y contrapeso de poderes del Estado, acudiendo a bibliotecas jurídicas, a la academia, a nuestras normas y a referentes nacionales en la materia.
Lo primero que pido a estos legisladores, es que dejen de hablar del “gobierno” como si fuera algo externo, pues ellos también son gobierno, ellos ejercen el gobierno.
El gobierno es ejercido por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial en un sistema de separación, equilibrio, coordinación y recíproco control. Ninguno de estos poderes puede atribuirse, ni otorgar a otro ni a persona alguna, individual o colectiva, facultades extraordinarias o la suma del Poder Público.
Esto es parte de lo que reza el artículo 3ero. de la Constitución Nacional.
De lo que se habla en realidad, es de la distribución proporcionada del poder, de una manera tal que los órganos que ejercen el poder puedan hacerlo de modo efectivo y sin obstáculos, pero de manera limitada y controlada. Tarea difícil y conceptualmente casi imposible, pues no existe una unidad de medida única para medirlo, ya que el Poder Legislativo tiene poderes legiferantes (que elabora leyes), el Poder Judicial tiene poderes jurisdiccionales y el Poder Ejecutivo tiene poderes administradores. Básicamente.
Así también, las consecuencias del desbalance y ruptura del equilibrio de poderes, son variadas dependiendo del Poder que se trate. Además, las atribuciones del Estado se distribuyen entre los tres poderes, aunque sin que sepamos con claridad, el límite preciso de cada uno: el Poder Ejecutivo administra, el Poder Legislativo dicta leyes y el Poder Judicial decide cuestiones. De nuevo, básicamente.
Nuestro sistema de distribución de poder actual, va medio contra corriente si nos comparamos con los demás países. Hemos debilitado considerablemente al Poder Ejecutivo y lo hemos sometido marcadamente al Congreso. Y a la par de debilitar al Ejecutivo, se fortaleció al Legislativo, en mayor medida y al Judicial, en menor medida. Vale resaltar, que ello no obedece a razones conceptuales sino a cuestiones históricas, como lo es el fin de un largo gobierno autoritario.
Lo que puede darnos una idea más clara acerca del estado del equilibrio de poderes, es la distribución de las funciones de control del ejercicio del poder. Aquí está la clave del equilibrio, y en dicho sentido, tenemos que el Poder Ejecutivo es el órgano más controlado y al mismo tiempo, el que menos facultades de control tiene; el Poder Legislativo, es el menos controlado y el que más formas de control tiene; y finalmente, el Poder Judicial tiene relativamente poco control, pero sus formas son altamente efectivas, en la medida en que son capaces de determinar el destino de diferentes actos.
A modo anecdótico, un dato curioso, digno de remarcar, es que el presidente de la República y el Vicepresidente, carecen de inmunidades constitucionales, pese a que otros funcionarios del Poder Ejecutivo las tienen, como los Ministros. Además, la tienen los miembros del Congreso, los Magistrados Judiciales, el Fiscal General del Estado, los Agentes Fiscales, el Defensor del Pueblo, el Contralor y el Sub Contralor y los Convencionales Constituyentes. Llamativo, ¿no? No sabemos si esto ha sido establecido de manera intencional o ha sido un simple descuido.
El desplazamiento de poder hacia el Legislativo ha debilitado considerablemente al Ejecutivo, donde el presidente de la República ha perdido liderazgo político desde el punto de vista institucional. Al mismo tiempo, se observa la falta de un sistema de control de la labor política del Congreso. ¿Cuáles son los mecanismos de control que tiene el Ejecutivo sobre el Legislativo? Prácticamente, ninguno.
El aumento de facultades de orden político se dio en el Poder Judicial, que lo posiciona, finalmente, como el verdadero contrapeso del Legislativo.
Un ejemplo que muestra la enorme asimetría de mecanismos de control de poderes, es que tanto el presidente de la República como los ministros de la Corte Suprema de Justicia, pueden ser destituidos por el Congreso vía Juicio Político, incluso por causas sumamente vagas como el mal desempeño de funciones. Sin embargo, no existe un control equivalente para los miembros del Congreso, ni si quiera al interior del órgano Legislativo. Sólo pueden ser separados o removidos del cargo por incapacidad física o mental, no pueden ser separados del cargo por mal desempeño de funciones, ni por delitos comunes, ni por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos.
Todo esto nos permite observar un enorme desequilibro en el grado de responsabilidad de los distintos miembros de los Poderes del Estado. Así, un Congreso opositor, por ejemplo, podría conducir al colapso del Poder Ejecutivo. Para que ello no ocurra, se necesita prudencia y buena voluntad de los congresistas. Por ahora no tenemos ni lo uno ni lo otro: ni Congreso opositor ni congresistas prudentes. Lo que sí tenemos, es un Ejecutivo demasiado dependiente del Congreso, librado al apoyo de la mayoría, sin fortaleza y sin ejecutividad, necesarias para estos tiempos.