El premio Nobel en Economía, Friedrich August von Hayek, nos dejó una gran lección: Nazis, socialistas, fascistas y comunistas, más allá de las diferencias en las narrativas, tienen como objetivo el control total del poder del Estado y las vidas de sus conciudadanos.
Obviamente, en ese tipo de sistemas el disenso de ideas no es aceptable. Las libertades religiosas, civiles, políticas y económicas son suprimidas. El ciudadano tiene que hacer suyos los planes del Estado, no queda el más mínimo espacio para los proyectos de vida individuales. Ahí el meollo del asunto, pues perseguir ciudadanos inocentes, destrozar propiedades ajenas, golpear a los opositores y administrar las mazmorras del régimen son «trabajos» que solamente pueden ser realizados por gente sin el menor escrúpulo, la golfería.
Hasta la caída del Muro de Berlín, el cuartel general del crimen organizado se encontraba en Moscú, desde ahí se dirigieron operaciones contra Asía, Europa, África y, con el apoyo de Cuba, contra toda Hispanoamérica. Es un hecho bien conocido que Fidel Castro pretendió expandir su dominio a cuanto país sea posible, por ejemplo, Venezuela, Chile, Nicaragua y Bolivia fueron víctimas de las invasiones castristas en los años 60 y 70.
El historiador chileno, Joaquín Fermandois, en varias oportunidades y escritos, relató que Castro, primero, alentó y preparó la lucha armada del MIR, y después la del Frente Manuel Rodríguez. Su meta era provocar una rebelión que destruyera o incapacitara a las fuerzas armadas chilenas haciendo imposible una salida democrática en Chile, ya que la fuerza radicaría en las milicias. Además, también nos recuerda que, en 1973, antes de la heroica intervención del General Pinochet contra el régimen nefasto de Salvador Allende, la embajada de Cuba sirvió de almacén de armas y centro de coordinación con los revoltosos de la izquierda chilena y regional.
Ya en los años 80, mediante su embajador en Colombia, Fernando Ravelo, el dictador cubano se conectó con Carlos Lehder, Pablo Escobar, Gustavo Gaviria y Roberto Suarez con el objetivo de, en las propias palabras de Castro, inundar los Estados Unidos de cocaína.
Note la estrategia del tirano caribeño: Por un lado, seguía recibiendo toda la ayuda económica de la URSS, pero, por el otro, metía sus garras al narcotráfico, con el tiempo descubrió que los narcodólares eran más rentables que los subsidios soviéticos.
Con todo ese Know how delincuencial, en 1990, Fidel Castro y Lula Da Silva fundan el Foro de Sao Paulo. Analizar las consecuencias del neoliberalismo en la región, era el objetivo declarado de esta nueva cofradía socialista. Empero, la realidad, a más de tres décadas de su fundación, nos muestra que se trata de una organización criminal de alta peligrosidad. Al respecto, Leonardo Coutinho, periodista especializado en Crimen Transnacional, explica que desde sus inicios el Foro estuvo ligado al hampa común. Sin embargo, fue en el 2002 que esa relación se hizo evidente en Brasil, pues Mauricio Hernández Norambuena, un militante de la izquierda chilena entrenado en Cuba y atrapado en Sao Paulo por asaltar bancos, selló un acuerdo con el Primer Comando Capital, la pandilla más peligrosa de Brasil.
En marzo del 2023, en el evento llamado: El eje de las oligarquías autocráticas latinoamericanas, celebrado en Madrid, Antonio Ledezma Díaz, exalcalde de Caracas, denunció que la dictadura de su país abastecía con petróleo refinado al Ejército de Liberación Nacional, grupo terrorista colombiano. Otra de las intervinientes, la exministra de Interior de Ecuador María Paula Romo, designó al grupo Juventud Guevarista de Ecuador como el responsable del tráfico de personas entre su país y Venezuela.
Es evidente que el Foro de Sao Paulo ha establecido una red de gobiernos mafiosos en toda la región. El narcotráfico es su delito madre del cual desprenden otros, entre ellos, el terrorismo de Estado. Es hora de dejar de tratar todo esto como fenómenos sociales y políticos, pues es más que evidente que castrochavismo y crimen organizado son siameses malvados.