Es cierto que la militancia del movimiento al socialismo se caracteriza por la violencia y la rusticidad de sus miembros, no obstante, vale aclarar que no todos son pandilleros, golfos, agitadores callejeros y terroristas. También existe una pléyade de charlatanes que buscan darle un toque «académico» e «intelectual» a todas sus fechorías, Álvaro García Linera es el más destacado a nivel mediático.
Justamente, de la pluma de García Linera salieron varios textos que hablan de la existencia de dos Bolivias, una indígena, otra occidental y heredera de las «malas» costumbres de España. La primera, sería portadora de todas las virtudes humanas, son seres «perfectos». La segunda es «colonial», «racista», «discriminadora» y «patriarcal», el demonio mismo.
No hay que ser un dotado de virtudes intelectuales para percibir que toda la verborrea de García Linera no es más que un giro camaleónico de la teoría de la lucha de clases marxista, allí donde está indígena ponemos obrero, y donde aparece colonial reemplazamos por ricos.
Empero, el exvicepresidente no es el único en hablar del tema. La propia población boliviana suele referirse a dos Bolivias, una occidental, que tiene a la ciudad de La Paz como sede, y la otra oriental, que se sostiene en el progreso económico de Santa Cruz, la vieja separación entre collas y cambas.
Yo también estoy de acuerdo en la existencia de dos Bolivias. Pero no hablo de la clásica división entre occidente y oriente, o entre blancos y las naciones indígenas, sino entre gente decente y criminales.
Los decentes, sin importar nuestro color de piel ni condición económica, mucho menos nuestro origen étnico, queremos vivir en democracia y libertad. Somos personas que esperamos ver prosperar nuestros emprendimientos y crecer a nuestros hijos. La delincuencia, por su parte, quiere seguir gozando de la impunidad del poder. Su única aspiración es quitarnos la libertad a todos. Los primeros no tenemos representación, o por lo menos no significativa. Los segundos han copado toda la política y el Estado.
Los patriotas, por darle un nombre a la gente decente, soñamos con una Bolivia llena de inversiones, trabajo y riqueza para todos. Los otros, encabezados por el MAS, pusieron al país en una situación de retroceso y pobreza. Al respecto, Carlos Alberto Montaner, en un artículo titulado: Una calamidad llamada Evo, sentenció lo siguiente:
Sucede que Evo y sus secuaces no creen en el libre mercado, ni en las bondades del emprendimiento privado, en realidad, detestan la libertad. Su supuesto «milagro» económico se sostuvo, al comienzo, en el mal gasto de la renta gasífera, industria a la cual primero asaltaron como viles bandoleros. Pero cuando los ingresos de los hidrocarburos cayeron, empezaron la escalada de deudas con organismos internacionales. Ahora que ya ni eso les es suficiente, metieron sus garras enteras en la jubilación de los trabajadores.
Con todo, el peor daño lo sufrió la institucionalidad. A principios del Siglo 20, Bolivia ocupaba lugares relativamente decentes en los índices de libertad económica. Por ejemplo, el año 2001, la Heritage Foundation calificaba a la economía del país como Moderadamente libre, una calificación bastante buena para una nación que en esos tiempos ya era atacada por toda la golfería del Foro de Sao Paulo. Hoy estamos a la cola, nuestra economía destrozada, y en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional 2021 obtuvimos el puesto 103 de 175 escrutados. Se lo pongo en sencillo, el Movimiento Al Socialismo nos convirtió en una pocilga llena de corrupción, pobreza y crimen.