Por Luis Fleytas
Ante esta ola de inseguridad reinante es imposible dejar de escuchar el tema de salud mental, quieren hacerlo ver como medicina correctiva, cuando difícilmente se corrija. No existe nada más errado en pensar que “papá estado” tiene abandonado al sector de educación, ¿Quiere decir que debería haber un policía por aula?
Acá el problema surge cuando el niño deja de abrir su merendero de valores, desde los 3 años hasta los 14 años los niños absorben como esponja todo, sea bueno o malo. Y nuestra obligación como padres es educarlos, encargarnos de su mente, físico, salud y nivel académico.
Darles de merendar comportamientos y valores que contribuyan a la sociedad, darles de merendar tareas y juegos que nutran y desarrollen su capacidad, darles de merendar frustración como no jugar de titular un partido, no tener una muñeca linda, no jugar video juegos, sí juegos de patio y contacto.
Que merienden tareas del hogar, que los quehaceres domésticos no tienen sexo (no se dice género) manejar estas tareas meriendan independencia. Si no les enseñamos para que aprendan que la casa, su casa, funciona como una mini sociedad, no sabrá comportarse fuera de ella, que sepan que de ellos también depende su buen funcionamiento (la casa y la sociedad) Y sáquense esa idea absurda y progresista de querer ser “amigo de mi hijo”, ellos no necesitan un adulto tibio que cualquier acción sea una negociación constante.
Que sepan que en casa y en la sociedad hay reglas, que tienen derechos pero también obligaciones, que hay una autoridad que se impone, que la irreverencia y la falta de respeto se castiga, primero se enseña y señala como advertencia, luego ya se castiga. No piensen que está mal o dejarán traumas, al contrario, un correctivo a tiempo es la diferencia entre un ciudadano de bien y un adicto y/o delincuente.
Deben merendar lo más importante: Atención e interés al 100% para ellos, forjemos sus mentes y su carácter, para que llegado el momento también a su descendencia den de merendar valores básicos y superiores, tomen su rol de padres en serio, este país y su hogar está en juego. Paz y Progreso