Spoiler alert: es un artículo de opinión mechado de algunos datos, un poco largo; además se centra en admirar la carrera de Josep Guardiola entrenador. Sigue a tu cuenta.
El ego de este vago escribidor ha sido más fuerte que las poderosas razones para no dar a luz un solo artículo más sobre uno de esos hombres – hito en la historia del fútbol, Josep Guardiola. Y como este escrito es atribuible a ese indomable ego, rebosa de subjetividades generadas en la admiración y la fascinación por la carrera del catalán. Subjetividades que es lo mismo decir sesgos, por lo que, advertido está amable lector de no continuar con la lectura. Para los otros, bienvenidos.
PEPdestinado
¿Qué es el destino? Este escribidor no llega a tanto talento como para pretender plasmar en términos alguna definición sobre el destino. Sin embargo, cuando pienso en qué es el destino, me rehago en imágenes del camino de Pep hasta llegar a ser entrenador, bueno, hasta serlo de manera oficial, profesional porque mientras jugaba aún ya ejercía y ya vivía como tal.
Un Guardiola que dedicó los últimos días de su vida como jugador a viajar, a preguntar a los que más sabían como Menotti o Velazco o hasta el mismísimo Ancelotti. Un Guardiola que jugó como todo un estratega, y su conducta como jugador ya anunciaba a todo el entrenador que termina siendo.
En su momento contó que, como no era ni fuerte ni veloz ni tenía una gran pegada, tuvo que jugar con la simpleza y la letalidad del «a un toque». Así, jugando a tocar la pelota, se constituyó en un mediocentro dominante en Europa en gran parte de la década de los 90´ y parte fundamental del Dream team de Cruyff.
Así, jugando a un toque, el jugador Guardiola ya se vestía de entrenador Pep, demostrando una excelsa comprensión del sentido común del juego llamado fútbol.
Un Pep que encarna el destino, que lo busca, que lo apasiona y lo carcome como toda pasión. Me permito, entonces, decir que el destino no es una casualidad. Me permito afirmar que Guardiola estaba Pepdestinado.
Odio el tiki – taka: contra las malas interpretaciones
Que no es tiki – taka por más que vea usted pases repetidos y a la pelota moverse con gran velocidad de jugador a jugador. Que no se están pasando el balón de forma intrascendente. Que no es juego de rebotarse el útil, como en un juego tonto.
Tal vez porque a pocos cronistas o entrevistadores les llamó la atención aprender un poco más es que no le preguntaron en las muchas conferencias de prensa o entrevistas qué quería conseguir Pep con esa manera de jugar que muchos, maliciosamente, etiquetaron como tiki – taka.
Hay, con todo, alguna declaración del catalán dónde afirma «¡Odio el tiki – taka!» Y es que no es tal, sino…
Breviario del juego de posición (¡que no de posesión!)
Las grandes construcciones del arquitecto Guardiola utilizaron el balón como conector (nada fuera del sentido común). El sentido de pasarse la pelota en Guardiola es la esencia de superar al rival: superar las líneas del rival, progresar por sobre el oponente eliminando sus líneas puestas a la tarea defensiva.
¿Cómo se consigue eso? Pues que cada jugador ocupe la posición adecuada para ese efecto. Va una ilustración: viene un segundo delantero a buscar el balón por delante de la línea de volantes del rival, lo recibe… Surge, urgente, la pregunta: ¿sirve de algo? La respuesta es ¡NO! Hemos sumado un hombre más para pasarnos la pelota, pero no podemos por ahora superar las líneas del rival.
El juego de posición nos pedirá que ese segundo delantero encuentre una posición ventajosa para recibir el pase, y que, si es delantero o segundo delantero, deba enfrentarse al defensor y no a los volantes.
Ese es el sentido del juego de posición: pasarse la pelota para superar líneas. Y ahí viene lo otro de lo que se acusa vanamente a Guardiola: tener la pelota por tenerla. La posesión por la posesión. No es juego de posesión; es JUEGO DE POSICIÓN.
Periplo de las construcciones arquitectónicas
El viaje inició en el equipo filial del Barcelona; de ahí lo llevaron para que se haga cargo del equipo principal, y se constituyese en el arquitecto de una de las obras maestras más hermosas de la ciudad condal, y verdadero legado del fútbol mundial: el Pep team del Barcelona. Fueron 4 años fantásticos que cambiaron el mapa del fútbol mundial e introdujeron de manera definitiva a la dualidad estética – efectividad en el ámbito.
Bajo su dirección, el equipo catalán se posicionó en el Olimpo del fútbol en base a un dominio abrumador a fuerza de un fútbol estéticamente impecable y estadísticamente arrollador.
La obra maestra catalana
Diría un entrenador argentino sobre los esquemas tácticos: son números telefónicos. Sin embargo, nos valgan de referencia para apreciar un poco el periplo arquitectónico. El 1-4-3-3 fue el esquema inicial con la amplitud de los extremos para que los de adentro puedan jugar: Touré, Xavi e Iniesta en el inicio, más el duende mágico Lionel Andrés para sumar un pase más por dentro y liberar al lateral extremo Daniel Alves.
Luego, la llegada de Çesc Fabregas lo llevó a sumar un centrocampista más y sacar a un hombre en la línea defensiva: Busquets, Xavi, Iniesta, Fabregas. Imperio absoluto al son de hermosas melodías por presentaciones.
Todos los títulos posibles, barridas generales y también derrotas, claro que sí porque es fútbol. Pero en general, uno de los equipos de la historia, como el Brasil del 70 o del 82, como el Sao Paulo de Telé Santana, el Milán de Sacchi, la Naranja Mecánica.
La primera metamorfosis: Alemania
Luego del flamante paso por su amado club, tocó hacer pie en un peso pesado de Europa: el Bayern Munich. La construcción de un nuevo modelo tomó su tiempo y fue jalonado por las nuevas realidades de la manera de jugar en tierra teutona. Descubrió el poder de las transiciones en contra, y se vio obligado a fortalecer las largas posesiones y las vigilancias defensivas: no fue suficiente, lo habían sacado de Europa el Real Madrid poderoso campeón de las transiciones defensa ataque y el Aleti del Cholo en una única contra histórica en plena Munich.
Y fue en Alemania en la que los laterales se incorporaron al centro del campo: Lahm y Kimich; una idea ciertamente innovadora que la desarrollará al máximo en la Premier League.
De igual manera, con jugadores de perfil diferente, había conseguido instaurar el juego de posición en Alemania y fue el fuego originario que desplegó el modelo de la maquinaria teutona que se consagró en Brasil 2014.
¡Yeaaaah! El vértigo inglés
La actual estadía de Pep en suelo inglés ha cambiado en gran medida el mapa de dominio, y los ciudadanos bajo la batuta del maestro de Santpedor se han sentado en la mesa de los grandes a la espera del gran golpe continental. ¿Cómo ha logrado acomodarse en una cultura muy vertiginosa, de poco juego de mediocentros, de muchas eléctricas transiciones?
El convencimiento que proviene del conocimiento. Pep se impuso en una liga que es una cultura de la verticalidad. Con su mejor herramienta: pasarse la pelota, jugar en función de quien sale y con singularidades enriquecedoras: el aprendizaje con sangre de controlar las transiciones; la riqueza del dominio del rival a partir de consolidar la idea de centrar a los laterales para los pases adicionales hasta la última (por ahora) excentricidad: el central incorporándose al centro del campo buscando más pases para controlar mejor y por más tiempo.
Se trata en todas las ocasiones de intentos por mejorar, por adaptarse, de buscar nuevas maneras de ganar y de ganar y de ganar (vio que hay alguno que dice, por ahí, que al catalán no le gusta ganar).
La pasión de Pep
Esa pasión innegociable lo convierte en un verdadero hombre – hito en la historia de este deporte, y dignifica como casi ninguno la profesión. Se ve en sus gestos ampulosos, en su lenguaje corporal todo: vive los partidos a mil.
Pero, y lo que no se ve ha de ser monstruoso, colosal. Se lo reconoce como estudioso, intenso con la táctica y la estrategia, insobornable con preparar, con mejorar a sus jugadores y equipos. La energía volcada en esa tarea explica los éxitos de este grandísimo entrenador.
A pesar de los detractores, que siempre habrá.
Y sobre los detractores que le piden que sea exitoso con un equipo de menor presupuesto, lo único que cabe explicarles es que necesitan virar el eje del fundamento: no es que un entrenador como Guardiola no vaya a dirigir a un equipo con presupuesto menor, es que Guardiola es un entrenador preparado para dirigir equipos de altísimos presupuestos, como muy pocos. Los dueños de estos grandes equipos del mundo no son unos improvisados, precisamente, y no van a ir a buscar al entrenador de Las Palmas para dirigir a su primer equipo, van a contratar a entrenadores como Guardiola.
Las cosas como son.