En este apartado me gustaría explayarme brevemente entre la dicotomía existente entre los intereses tanto políticos como económicos de aliarse con una u otra de estas naciones.
Por un lado, tenemos al histórico aliado de nuestro país, la República de China (Taiwán), quienes, en resumidas cuentas, desde tiempos ya de larga data, viene apoyando a nuestro pequeño país ya sea con insumos, tecnología, comercio, a través del consumo tanto de nuestra carne como de otros productos provenientes del país.
Pero más importante que eso, y quiero ser claro en esto, está el tema de las becas, el enriquecimiento para el Paraguay de su mayor activo, la población, su gente, donde año tras años centenares de compatriotas obtienen la posibilidad de formarse y capacitarse, trayendo consigo conocimientos técnicos y profesionales que día a día nos acercan a un nivel profesional y educativo que, a la larga, pudiera equipararnos con los grandes de la región y del mundo, a cambio de “prácticamente nada”, como ser el reconocimiento que le damos como país al suyo. Esto, sin mencionar los lazos de amistad y confraternidad que unen ambas naciones y teniendo una importante comunidad de Taiwaneses radicados en la República. En pocas palabras somos una inversión a largo plazo que nos beneficia más a nosotros que a ellos en un enfoque general.
Por el otro lado, China continental, nos ofrece un mercado más amplio a nivel comercial, pero, y es un gran pero, sin las ventajas diplomáticas , ni tan siquiera comerciales que nos ofrece Taiwán; véase nada más el caso de la Argentina que cedió parte de su territorio y soberanía en la zona de Neuquén, donde los chinos tienen un complejo militar al cual las autoridades del vecino país no tiene acceso y mucho menos posibilidad de control, mencionando además que al China, quien tiene la “sartén por el mango” en sus relaciones comerciales, son ellos quienes definen las formas y los modos de ese intercambio, dejando en el aire muchas veces los tratos, imponiendo los precios e incluso la aceptación o no de los productos.
En resumidas cuentas, en apariencia sería un mercado más grande para la venta de nuestros productos, pero condicionado a los intereses de la China continental sin posibilidad de una negociación igualitaria. Mientras que en la otra esquina tenemos un trato privilegiado, con intercambios comerciales fuertes, una historia conjunta, un centro de capacitación de primer nivel mundial y un respeto y solidaridad que pocos pudieran cuestionar.
Pecando un poco de guaso como se diría en estos lares, con Taiwán somos la novia, que se respeta y valora, y con China simplemente seriamos una más de sus muchas opciones a las que dependiendo de su ánimo nos da más o menos caso.