Todos sabemos que la oposición a la ANR es una deleznable bolsa de gatos que no hacen uno ni si se juntan mil. Que no quepan dudas en este punto. La historia del Paraguay demuestra que no hubo período más funesto para nuestro país que el de los gobiernos liberales y de sus amiguitos revolucionarios. Ochenta y siete mil doscientas treinta y nueve guerras civiles y cuartelazos (quizás estoy exagerando con la cifra), millones de desplazados, hacheros y mensúes esclavizados en pleno siglo XX, una pequeña claque privilegiada mientras la masa del pueblo vivía hambreada en la miseria… Eso fueron los paupérrimos años liberales del Paraguay.
Muchas veces, el Partido Colorado cuenta con la poca astucia de sus adversarios y con las viejas cartas del pasado que en este país nunca termina de irse. La gente sabe lo horroroso que es tener a liberales en el poder y por mero acto de autopreservación, prefieren al mal menor. Este crédito es lo único que otorga la victoria a la ANR.
Pero por objetividad y sensatez, uno no puede pasar por alto los errores que comete el candidato Santiago Peña (ANR) en su campaña electoral. Este individuo, de gran formación profesional y con un sano perfil, tiene altísimas chances de convertirse en el próximo Presidente de la República y por esa razón, de antemano hay que mandarle un rapapolvos si es necesario.
Así como el día en que Horacio Cartes (ANR) le tiró del copete cuando le recriminó su llegada tardía a un evento proselitista (cosa que está excelente, a pesar del llanto de algunos que hicieron alharaca histriónica de esto), también hay que mandarle una sana crítica cuando hace declaraciones sumamente desafortunadas y desatinadas como:
Palabras más, palabras menos, da lo mismo que igual.
Me parece hilarante que Santiago Peña sea tan valiente con nuestros vecinos de toda la vida, se muestre tan bravo y bromista con el país que quizás sea al que más históricamente nos hallamos unidos, para bien y para mal.
Argentina estará pasando mal en los últimos 40 años, desde la derrota en Malvinas y el advenimiento de la era democrática, casi como nosotros. Tendrá miles y miles de «planeros» que viven de sanguijuelas, entre ellos no pocos compatriotas. Más con todo y la crisis económica que el vecino país vive actualmente, todavía le queda mucha sangre en las venas como para ser Campeón del Mundo de Fútbol, para tener a un papa argentino, para producir una vibrante escena intelectual que Paraguay lastimosamente ni con telescopio la llega a ver, para sostenerse a los tumbos con sus propias políticas, acertadas o no es otra historia, pero las tienen. Hay una política, hay un sistema, hay una línea de pensamiento que marcha en el vecino país. Repito, bien o mal, pero existe.
Es una tierra con gente maravillosa, con millones de paraguayos y sus descendientes que están mezclados con italianos, franceses, alemanes, españoles y demás pueblos enriquecidos por la ilusión novohispana de crear un mundo mejor. Los argentinos, los verdaderos y no los usurpadores de ese país, desde el día cero han reivindicado al Paraguay de Francia y los López, han protestado por la inicua y absurda Guerra de la Triple Alianza que solamente sirvió a intereses anglosajones en detrimento de la unidad hispana en el Cono Sur, han buscado redimirse de todas las maneras posibles con el Paraguay, pues en el fondo sí hay algo que ellos admiran de nuestro país fue que en 1864 – 1870 hicimos lo que ellos no fueron capaces de hacer en 1982, por ejemplo, que es morir absolutamente todos en defensa de un noble ideal. Sí Argentina tenía un Mariscal López, ganaban la Guerra de las Malvinas; ellos lo saben bien.
Y en la Guerra del Chaco, Argentina fue nuestra única amiga (desde luego que con sus propios intereses) hasta que los estadounidenses representados por el yanqui Spruille Braden metieron mano y generaron todo tipo de discordias.
Pero Santiago Peña es muy «machito» y se mete con Argentina. ¡Cuántas copas tenés, pibe! ¡No olvides que te ganó Marito! ¡Acordate que en abril recién se verán los pingos contra Efrain!
Lo más gracioso de todo es que Santiago Peña nunca dijo ni media palabra en contra de las descaradas intromisiones estadounidenses, que afectaron a su propio «mentor» Horacio Cartes, cuando estas se dieron a conocer. Es más, incluso el candidato de la ANR llegó a afirmar que HC debía someterse a los dicterios de EEUU y entregarse a la investigación que le están haciendo para «limpiar su nombre» (o algo por el estilo). ¡Me entero, Santi, que una persona debe ir a demostrar su inocencia ante los tribunales yanquis! Y no digo que HC sea una limpia paloma, pero sí afirmo que el Gobierno de los EEUU ha sido un histórico enemigo de nuestro país mientras que los gobiernos de aquí han mostrado un deleznable vasallaje que avergonzaría hasta a los más legionarios de los legionarios.
Santi, ¿por qué sos tan machito con el Embajador de Argentina, que encima es capaz de admitir que hoy en día la están pasando mal, pero te mostrás tan sumiso con el Embajador 108 de los EEUU?
Sencillo. Porque para ser campeón del mundo, hay que tener alma de Messi o del Mariscal López. Pero para ser vasallo, solamente hay que saber cumplir órdenes; no vas a vencer ni vas a morir, pero al menos tus dueños te darán permiso desde Yanquilandia para administrar un país a la deriva desde 1989.
Hasta este instante, con la nariz tapada y con expresión de «fuchila», voy a votar por vos, Santi Peña. Solamente porque los del otro bando son terroríficos, angurrientos y resentidos hasta el acabose. Pero por favor te pido, mejor no te hagas el machito con los kurepas, que todavía no ganamos ninguna copa.