El Embajador N° 108 de los EEUU, Marc Ostfield, arrojó una bomba atómica al panorama político del Paraguay, anunciando que el vicepresidente de la República Hugo Velázquez y el actual presidente de la ANR Horacio Cartes son presuntos «cooperadores de Hezbolá», es decir, tendrían vínculos con una organización que los yanquis consideran «terrorista» y por ende, son sancionados comercialmente por el país norteamericano.
Recordemos tres cosas. Primero, el único país del mundo en arrojar verdaderas bombas atómicas en la historia es EEUU, que arrasó con civiles japoneses en Hiroshima y Nagasaki, crimen de lesa humanidad hasta hoy nunca sancionado. Ni hablemos de otros tantos que han cometido a lo largo de las décadas hasta nuestros días.
Segundo, que esta es la segunda sanción que EEUU pone sobre el ex presidente de la República Horacio Cartes, así como contra Hugo Velázquez, con lo que se demuestra que el Gobierno Yanqui no solo tiene algo en contra de estos dos personajes, sino que la cosa es mucho más seria. Los Estados Unidos quieren, no solo tumbar a la ANR sino que buscan su misma disolución.
En tercer lugar, Paraguay es teóricamente un país libre, independiente y soberano. Tiene teóricos derechos a mantener relaciones con quién sea. Y ni hablemos de ciudadanos privados, pero es otro tema. Palestina es una nación que hace décadas está en conflicto con el Estado de Israel, especialmente en la llamada Franja de Gaza, donde millones de musulmanes moderados y de católicos de origen palestino viven en un «campo de concentración» a cielo abierto, sin abastecimientos, ni comunicaciones, agredidos constantemente por el Ejército de Israel. Son los sirio-libaneses los únicos quienes dan cierta ayuda al sufrido pueblo palestino. En fin, sin ponernos de lado de nadie en este asunto que es espinoso, lo cierto es que Paraguay ha sido siempre un histórico amigo de Israel, amistad no siempre correspondida; pero también viven en nuestro país miles y miles de descendientes de palestinos y sirio-libaneses que son ciudadanos de bien, adaptados a nuestras costumbres y que sirven a nuestra nación. ¿Acaso los líderes paraguayos no tienen derecho a mantener buenas relaciones con todos ellos? Y la cosa se hace más paradójica todavía cuando recordamos que Horacio Cartes mantiene excelentes relaciones personales con el Estado de Israel, lo que es de público conocimiento. ¿Cuál es el problema acá, entonces?
Que para los racistas que manejan EEUU, esa enorme institución política llamada «Partido Colorado» se ha convertido en un escollo para su dominación. Es una estructura que, con todo y defectos, infiltración, corruptela y rancio anquilosamiento, ejerce con fuerza e impronta un símbolo de soberanía dentro del país, además de que en el fondo, sigue siendo un partido de masas nacional y popular con fe en Dios y en la Patria. Todos los demás partidos y movimientos políticos, divididos, pequeños, chistosos, pequeñas gavillas de aislados dirigentes, uno más soberbio y petulante que el otro, son fácilmente manipulables, maleables, manejables para los EEUU. De hecho que son ellos, la gente de estos «partiditos» con sus oligarquías económicas respectivas quiénes más van hasta el Sr. Marc Ostfield para ponerse «de rodillas» frente a él y pedirle sus favorcitos.
Esta tesis ya la había planteado varios años atrás, desde que escribo en «El Parlante» y recientemente en «Informatepy». El que me sigue, humildemente, sabe bien cómo viene la mano. EEUU es el impulsor del llamado «globalismo» y ahora en que aparecieron dos poderosos adversarios a los que no está pudiendo controlar, como la Rusia de Vladimir Putin y la China (ya no comunista sino nacional-maoísta), lo único que le queda al otrora «Gran País del Norte», en su etapa final de dominio hegemónico imperial, es acogotar más sus cadenas sobre naciones más o menos sometidas a su poder. Está pasando con Panamá, un país absolutamente vasallo de ellos y ahora ocurre con el Paraguay, que sí bien tiene cierta independencia y soberanía nominal, también está repleto de traidores que consuetudinariamente asisten al besamanos en la Embajada que está sobre Kubitschek.
Increíblemente, quién lo diría, a EEUU le molesta la ANR y quiere acabar con ella. No sólo busca tumbarla sino disolverla completamente. Esto queda completamente al descubierto hoy, ahora mismo. Nadie puede negarlo más. La cosa ya no es más solamente «contra Horacio Cartes» sino contra todo el «Partido Colorado». Sólo un obtuso (o un agente de la dominación foránea que juega en contra de los intereses paraguayos) no se da cuenta.
Ante la destrucción del Partido Colorado, que es el plan de los globalistas, solamente quedaría una institución organizada y poderosa para combatirlos: la Iglesia Católica. Pero contra ella también ya tienen sus fichas armadas, utilizarán a las sectas protestantes como los mormones (vanguardia de la CIA) y a sus lacayos en la francmasonería, que siempre sirven a los intereses anglosajones.
Pero lo gracioso e irónico de todo esto es que, con esta alevosa y descarada intromisión en asuntos internos del Paraguay, los EEUU están dando servida «en bandeja de oro» a la ANR la posibilidad de que esta nucleación política recuerde sus orígenes, su impronta más auténtica, su sano y ferviente nacionalismo en contra del globalismo del mundo anglosajón. El «Partido Colorado» tiene la magna oportunidad de levantar en sus manos la sagrada oriflama del Paraguay Eterno, de los Héroes que lucharon contra la Triple Alianza capitaneados por el Mariscal de Nuestra Historia, Don Francisco Solano López Carrillo, quienes prefirieron la muerte antes que ver a nuestro país sometido por las inmundas cadenas de la dominación foránea.
Hoy más que nunca, debemos gritar a los cuatro vientos que Paraguay es libre y es soberano. Que no se va a arrodillar, jamás, ante aquellos que quieren dividirlo e imperar sobre él. Y que dentro de él siguen existiendo algunos quienes recuerdan las proezas de sus ancestros y que están dispuestos a luchar un sano combate en contra de los Edward Hopkins y los Charles Washburn y los Spruille Braden y los Marc Ostfield de toda la vida, así como contra sus abyectos esbirros, infames e inmundos LEGIONARIOS, porque traidores siempre han existido. ¿Acaso Judas Iscariote no fue quien entregó a Nuestro Señor Jesucristo, según estaba determinado por los Divinos Misterios?
Desde luego, solo el Creador sabe lo que el futuro depara. Pero aunque los traidores a la Patria sean muchos más que los nacionalistas, aunque los globalistas tengan más poder y más fuerzas que los patriotas, sabemos que portaremos como medalla de honor que fuimos dignos herederos de las tradiciones de nuestros valerosos ancestros. Así, más que nunca, parafraseamos las palabras de ese gran «guerrero con corazón de fuego» (según Don Augusto Roa Bastos) que fue el Gran Mariscal del Paraguay, ese inefable Solano López que indignado porque el Conde D’Eu había entregado la bandera paraguaya a los aborrecidos LEGIONARIOS, le redactó una histórica carta de protesta. Esas mismas palabras son las que dirigimos a Marc Ostfield, al satánico gobierno al que representa y a todos sus esbirros: