La revista Mongolia lo ha vuelto a hacer. En su última portada, con motivo de la Navidad, intentan hacer un extraño humor negro en el que se ven a dos personajes que representan a José y María y el niño Jesús tiene forma de excremento. Éste es el enésimo por herir los sentimientos de los católicos y ha levantado una gran cantidad de críticas por redes sociales como Twitter, donde se pone en entredicho si harían lo mismo con el Islam.
Resulta que la izquierda mediática siempre tiene, entre sus filípicas más conocidas, el señalamiento de gentes muy diversas y de todo tipo de condición como creyentes, aficionados a los toros o votantes de partidos de derecha. No hay, sin embargo, reproche para los que sienten especial afición por la hoz y el martillo, el totalitarismo de países como Cuba y Venezuela o la figura de Che Guevara.
No es la primera vez que esta revista, que nació en 2012 de la mano de Gonzalo Boye -abogado colaborador de ETA que ha llevado la defensa del ex presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont-, acapara la atención por las redes sociales debido a su burdo contenido y sus intolerables burlas. Por ejemplo, en el año 2020, Mongolia fue condenada por dañar el derecho al honor de José María Ortega Cano, al que tuvo que indemnizar con 40.000 euros por atentar contra su dignidad tras la confirmación de la sentencia por parte del Tribunal Supremo.
Mongolia es una revista que se pretende humorística muy cercana a Podemos. De hecho, numerosos miembros del equipo acudieron a actos de la formación morada. Dos rostros conocidos del semanario son el español Eduardo Galán y el ilustrador argentino Darío Adanti.
La revista se caracteriza por atacar siempre una determinada idea de pensar, pero nunca ha llegado tan lejos con el Islam. ¿Por qué? La izquierda es aficionada a herir las sensibilidades más tradicionales de lo que llamamos Occidente, no ocurre lo mismo con el mundo árabe. Ya lo vimos con el semanario Charlie Hebdo o los ataques sufridos este verano por el escritor británico Salman Rusdhie, perseguidos por poner en entredicho los pasajes del Corán.
Acostumbrados a una falsa superioridad moral que les garantiza una impunidad absoluta tanto por lo que dicen como por lo que hacen, las víctimas de esta izquierda «humorística» son los mismos siempre. Y con ideas arcaicas que nos retrotraen a la Edad Media, ni palabra. Está ocurriendo con las protestas masivas de las mujeres en Irán: las mujeres europeas de izquierdas sólo tienen gestos de cara a la galería, pero ningún detalle real. Y el Mundial de Catar es la última prueba: todo el mundo denuncia que es una vergüenza que se celebre allí una Copa del Mundo, asunto que se sabía desde hace muchísimos años cuando Blatter y todo su conglomerado accedió a corromperse, pero los falsos remordimientos salen a la luz ahora.
¿Por qué la izquierda guarda un asqueroso silencio con los musulmanes mientras ataca todos los valores occidentales que no hacen daño a nadie? Quizá porque, como en el caso de Pablo Iglesias en sus inicios, se nutren económicamente de su apoyo. Y no sólo económico, que también. Palabrería barata que deja en el olvido a los homosexuales o a las mujeres. Todo por el dinero.
Con información de EdaTV