El verdadero gobierno de la República Federativa de Brasil, el presidido por Alexander de Moraes, ante la difusión de una auditoría bastante clara respecto del posible fraude en las últimas elecciones donde fuera “elegido” Lula, reaccionó aplicando una feroz censura a quienes disienten con las infalibles decisiones del juez del Tribunal Superior Electoral.
En lugar de salir a aclarar, con pruebas, que la auditoria está equivocada, salió a censurar a la horda de “ateos” que dudan de su santa palabra.
Uno de los primeros caídos en esta cruzada fue el diputado más votado en las últimas elecciones, Nicolás Ferreira. También cayeron el diputado electo Gustavo Gayer, el medio digital “La Derecha Diario”, miles de usuarios de redes sociales que comprobaron y dieron a conocer que SUS propios votos por Jair Bolsonaro no estaban reflejados en las actas de las mesas en las cuales emitieron el voto.
Como nunca es suficiente, “voltearon” el propio sitio del Tribunal Electoral y, cuando estuvieron nuevamente online, los auditores (y los ciudadanos comprometidos) denunciaron que fueron cambiados los datos de estas elecciones y hasta algunos de las elecciones del 2018.
Todo está ahí, todo está disponible, pero nadie lo quiere ver. Esto va a pasar como pasó lo de Donald Trump (y seguramente pasó en otras elecciones), solo la gente puede salvar a la gente.