Como es costumbre, se está haciendo correr la versión antojadiza y rebuscada de que los «padres de familia protestan por algo que ni saben, ni entienden, siendo arreados por politiqueros o diferentes grupos religiosos».
La vieja confiable. Lo mismo dijeron un 23 de octubre de 1931 cuando el régimen liberal masacró a 12 estudiantes (según los datos oficiales, pues algunos duplican la cifra porque se contaron cerca de 50 heridos graves). En ese luctuoso evento, los patrióticos estudiantes salieron a enfrentar al Gobierno Paraguayo, que les mentía alevosa y descaradamente respecto a la total indefensión del Chaco Boreal, que por años y años se había convertido en el «patio trasero» de Bolivia, que se daba el tupé de matar con impunidad a nuestros soldados que morían desamparados en sus vetustos fortines. Era el caso del Teniente Adolfo Rojas Silva o del Capitán Aparicio Figari, quienes fueron asesinados como perros junto a sus tropas ante la más absoluta desidia de los liberales.
Eran otros tiempos, por cierto. Los estudiantes de entonces no se tragaban las versiones rocambolescas del Gobierno. La sangre de los mártires clamaba por venganza y la venganza pedía víctimas. La prensa nacional siempre fue lo que fue, pero al menos en este punto todos clamaron al unísono porque entendieron que la voz del pueblo era la voz de Dios. Había familias paraguayas exigiendo justicia y también había un gobierno que respondía con balazos, tildando de «politizados trogloditas y cavernícolas» a los manifestantes.
¡Nada nuevo bajo el sol! La única diferencia está en que en 1931 nadie en su sano juicio saldría en defensa de los asesinos que tirotearon sobre la población en protesta, crimen único e inaudito en toda la historia del Paraguay. Nunca jamás se dio algo similar, por cierto.
Hoy tenemos que aproximadamente 15 mil padres de familia hicieron acto de presencia para exigir al Gobierno que detenga su proyecto de Transformación Educativa porque este se había llevado adelante en contra de la posición (que es totalmente mayoritaria) de las familias paraguayas. Esto es fácilmente demostrable, pero no viene al caso.
La cuestión está en los hechos. Y estos nos indican que hace varios años atrás se venía «cocinando» el asunto de la Transformación Educativa como parte de la «Agenda 2030» y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se imponen desde las oenegés y los entes supranacionales por debajo de la mesa.
Luego de varios enfrentamientos, hoy se tiene una «versión edulcorada» de lo que se plantea en el Proyecto de Transformación Educativa. La gente no tiene idea del proceso previo y solamente tiene la «información final» luego de varios choques entre las claques ideologizadas versus los padres.
Pero con todo esto, el asunto sigue siendo profundo. Es que el Proyecto de Transformación Educativa contiene bases filosóficas e ideológicas que, para quien no entiende de la cuestión, pasan desapercibidas. Por ejemplo, uno de esos elementos es el «enfoque de derechos» que en resumidas cuentas, según los delineamientos internacionales en ese tema, implica reconocer el «derecho del niño a elegir su propio género», el «derecho del estudiante a crear su propia identidad de género». Como ya es sabido por todos, la ONU reconoce 108 géneros…
Además, con ese «enfoque de derechos» se plantea reducir el rol de los padres de familia a meros testigos de la educación de sus hijos, dando preeminencia total al rol del Estado. Esto va en contra de lo que indica la Constitución Nacional, que otorga primacía a los padres de familia, luego a la comunidad y por último al Estado.
Cuando uno aprieta «control + f» a los pdf de las últimas versiones del Proyecto de Transformación Educativa del MEC, por supuesto que la palabra «género» no aparece. Pero el asunto no está en lo visible sino en las sutilezas del lenguaje. Es lo que se ha dicho tantas veces, pero el Gobierno y los medios de prensa se han encargado de no explicar a la población sobre el asunto, a minimizar la voz de los debates y a ridiculizar a los padres de familia, tratándolos de trogloditas y cavernícolas. ¡Igual que en 1931, pero con un gobierno supuestamente Colorado!
En estas líneas estamos resumiendo bastante el asunto, que tiene años y años de lucha de los padres de familia pero que recién ahora alcanza un punto de ebullición.
¿Qué puede saber un psicopedagogo y profesor de lenguas, por ejemplo, sobre la necesidad del sistema educativo actualmente?
Pues vinculemos este artículo con uno anterior llamado Ciencia contra la Ciencia. El problema más grave que vive nuestro mundo posmoderno es que los estudiantes no reciben una educación en valores que permitan la búsqueda de la Verdad y la Justicia. Allí alguien preguntará: «¿qué es la Verdad y qué es la Justicia?».
La respuesta es sencilla: todo lo que inspire al discente un sentido de trascendencia, de buscar la superación de los epicureísmos materialistas, del mero sensualismo, de los placeres carnales. Que el sentido de la educación debe ser siempre crear hombres y mujeres austeros, en contacto con la naturaleza, al servicio de su Patria y de sus Familias.
Porque «Patria y Familia» son universales, son instituciones vinculadas a valores trascendentes, no meras ilusiones ideológicas. Educar a los estudiantes para honrar al sacrificio de sus ancestros (Patria) y formar familias naturales con anhelos de buscar a la Verdad y a la Justicia, esto es un noble y digno ideal.
Formar a los estudiantes para que sean esclavos de los bajos instintos, del individualismo atomizante, de meros placeres animalescos e inferiores, esto es destruir a la educación y destruir al país entero.
En el fondo, todo se reduce a la «República» de Platón. ¿Queremos ciudadanos virtuosos y nobles al servicio de la Patria y de sus Familias? ¿O queremos a ciudadanos esclavos de sus vicios y sus malicias, bestializados y embrutecidos por el hedonismo de baja calaña?
Alguien volverá a objetar «pero esto ¿qué tiene que ver con el PTE del MEC?» y le respondo que es el quid de la cuestión. La Educación en Valores, que es lo que está completamente ausente de los planes del MEC, reemplazada por el pernicioso Enfoque de Derechos.
Hablar de ciencia, de matemáticas, de las «STEM» por ejemplo, es construir castillos en el aire por la sencilla razón de que, en la misma base pedagógica y filosófica de los proyectos de Transformación Educativa, no hay una idea ni un modelo claro de ciudadanos que desean formarse.
Palabrejas vacías son «democracia», «libertad», «derechos», son puro blabla que nada significan. Lo que interesa es saber qué valores serán los fundamentales en la pedagogía de los estudiantes. ¿Tendremos alumnos patriotas y que honran a sus Familias Naturales, el modelo básico e infalible de la sociedad? ¿O tendremos «ciudadanos del mundo» sin Patria y «familias diversas» que en realidad son una farsa artificiosa y postiza que solo sirven para atomizar y debilitar a los individuos?
Finalmente, ¿quién tendrá la voz cantante en el proceso? ¿Las oenegés y los intereses globalistas o el pueblo paraguayo? Pues nuestros pechos serán murallas entonces, así como los mártires del 23 de octubre, los padres paraguayos estarán dispuestos.
Estas son, en muy resumidas cuentas, las verdades que los padres de familia defienden y por las que salieron a las calles. No soy portavoz de ninguno de ellos, simplemente me puse a escucharlos y a entenderlos. Es que yo mismo soy padre de familia y sé perfectamente cuál es la educación que quiero para mis hijos. Y no es precisamente aquella que le dice que el «vicio» está en igualdad de condiciones que la «virtud»; que el «bien y el mal» no existen; que la «verdad y la justicia» son solo perspectivas y enfoques, no universales de trascendencia; que defender a la Patria, amar a la Familia Natural y temer a Dios es «fascismo» y que lo que está a la moda hoy es ser anti Patria, pro «Familia 108 géneros» y anti Dios.
¿Qué Dios? El Verdadero. El de la Santa Iglesia Católica. No hay otro.
¡Vivan los padres organizados, y la madre que los parió!