Mientras gran parte del mundo se muestra «consternado» por el supuesto intento de atentado contra la actual vicepresidente de Argentina, Cristina Kirchner, otra gran parte del mundo no cree que las cosas sean como se las están contando; sobre todo teniendo en cuenta quienes son los actores y por supuesto, algunos detalles que no son menores.
El primero de ellos fue la anticipación del hijo de la ex mandataria, Máximo Kirchner, quien horas antes del supuesto atentado, con una capacidad de adivinación propia del mismísimo Nostradamus, manifestó que la oposición de Juntos por el Cambio (Macrismo) estaba viendo «quien mataba al primer peronista».
Pero, contra todos los pronósticos, el de Máximo no fue el único «acto de adivinación», dos medios fuertemente ligados al kirchnerismo (C5N y Minuto Uno) cargaron sus notas sobre el atentado al menos 5 horas antes de que este ocurriera.
El tirador
Fernando Sabag Montiel, brasilero, 35 años, único trabajo registrado recién en 2019 como conductor de la plataforma Uber. Desde el 2019 para adelante solo tuvo una sola consulta en el sistema NOSIS (informcomf), en los últimos 10 días… 25 consultas.
Los custodios
Si ya sé, nos es un película de Hollywood, se parece más a uno de os bodrios que suele hacer Pablo Echarri pero, aun así es demasiado burdo para dejarlo pasar. Los custodios, profesionales en el área, en lugar de evitar que el supuesto magnicida se acerque a Kirchner, se abren para no tapar el plano de las cámaras de TV.
Días antes Cristina Kirchner hizo «su show habitual» para que la policía de la ciudad (Macrista) no se hiciera más cargo de la seguridad de su domicilio y pusieron a la gente de la Policía Federal que responde al gobierno de Alberto Fernández. Luego Máximo Kirchner hace su «acto de adivinación» y voilá, ya está lista y sembrada la tierra para el atentado.
Los únicos que creen que este atentado es real, son aquellos que votan a Cristina, después de todo, cuando ella les dice que los quiere ellos le creen, dejando a la claras cuales son sus limitaciones y, a la vez, lo estresante y desgastante que es vivir en un país conducido por psicópatas que hablan para otros psicópatas que construyen mentalmente su propia realidad al margen de los hechos.