Por Martín Ramírez Machuca para «El Nacional»
El país está atravesando por una hecatombe social, de acuerdo a la lectura política que se está dando en estos últimos tiempos de nuestra incipiente democracia. Desde el advenimiento de la democracia con el Gral. Rodríguez, este país no ha tenido respiro por sus luchas internas políticas, más aún en los últimos años en que dos movimientos del Partido Colorado se están enfrentando, ya no desde el punto de vista de sus principios e ideología, sino de un mano a mano entre sus referentes principales. Es por ello que es importante escuchar las voces de varios ciudadanos que se toman el tiempo de analizar desde sus perspectivas la temperatura política actual del país.
En ese sentido, El Nacional se ha comunicado con Sebastián Álvarez Albanell, quien con adecuadas y comedidas palabras describe y analiza la caótica situación que nuevamente el país está viviendo.
Sebastián tiene formación en Derecho y Ciencias Sociales, es graduado en marketing y publicidad, con especialidad en marketing farmacéutico, se formó en gestión de sistemas de calidad y normas ISO y es especialista en data science por la Johns Hopkins University, donde prosigue y amplía su formación en el presente. Además, es analista y columnista en InformatePy y también analista en radio Ñanduti.
Esenciales y comedidos son tus análisis de la realidad actual del país en medios importantes de prensa, ¿qué te motivó a visibilizarte como analista sobre cuestiones lacerantes del país?
No es poco en estos tiempos ser esencial y comedido en nuestros análisis, por lo que se agradece la apreciación. La visibilidad como analista se dio con total naturalidad y espontaneidad a raíz de mis opiniones, artículos, participación en charlas, programas de radio, webinars, capacitaciones, intercambios de posturas en redes, etc. Y lo que me motiva a expresarme, permanecer activo y visible en cuestiones lacerantes del país, tiene que ver con un mix de circunstancias y elementos: mi condición de extranjero, mi hábito y pasión por la escritura, por la política bien entendida y, sobre todo, una necesidad imperiosa de aportar, de contribuir, de incidir.
Para que la gente sepa un poco más y pueda comprender mejor, nací en Uruguay, llevo casi 20 años radicado en forma permanente en Paraguay, estoy casado con una paraguaya, tengo dos hijos paraguayos y soy laboralmente independiente, tengo mis propios emprendimientos. Al ser extranjero me encuentro muy limitado de participar en forma directa en el sector público, donde se originan las políticas públicas que definen nuestro destino como país. Me apasiona la política bien entendida, y el estar privado de participar activa y directamente en la política del país ha derivado en la búsqueda de otros espacios donde puedo canalizar y reflejar esa necesidad interna y apasionante de aportar, de incidir en la causa país. Intento humildemente hacerlo a través de la escritura, de la comunicación, espontánea, genuina, desinteresada y sin libreto.
Descubrí que haciéndolo, llego a dos audiencias muy distintas, pero igual de importantes: a) ciudadanos comunes, que en su cotidianidad tal vez no tienen elementos que yo sí, que son importantes para la formación de un pensamiento crítico y calificado, que a la larga contribuye a formar ciudadanía, a formar mejores ciudadanos. Es una buena manera que devenga luego en mejores autoridades, mejores representantes, mejores líderes, mejores gobernantes y b) personalidades que se encuentran en espacios de incidencia pública directa, muchas de ellas, muy importantes. Puedo decir con orgullo y satisfacción, que el cien por ciento de mi humilde pero inigualable público llegó a mí natural, espontánea, desinteresada y genuinamente.
Si les cuento con quiénes hablo a diario sobre temas sensibles… (risas). A decir verdad, no lo haría nunca porque, precisamente, el “anonimato” inicial es lo que hace noble este acercamiento natural que luego se torna en un ida y vuelta, y que más tarde, con el transcurrir del tiempo, va generando otro tipo de relaciones, algunas amistades, algún compañero de radio, otros que confían en mis puntos de vista para la toma de decisiones, otros para acceder a información de diversa índole. Es un compromiso lindo que asumo con gusto y total responsabilidad.
No tengo el privilegio que, aún inconscientes, tienen los nacidos en esta tierra, de incidir en forma directa en el destino del país. Sin ofender a nadie, me siento más patriota y consciente que muchos paraguayos aún sin serlo y por ello busco la manera de incidir desde donde puedo y encuentro eco. Y allí donde me sienta útil, lo seguiré haciendo.
Decía Cafrune: la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena.
La política estatal del país, como yo la denomino, “política criolla” es altamente compleja. Desde tu percepción, ¿cuál es la base de este gastado modelo?
Vengo de un país con una democracia y estado de derecho plenos, una formación cívica-ciudadana importante, de partidos políticos sólidos y una militancia política genuina (interesada en el país, no en el bolsillo), con instituciones fuertísimas, un sistema de justicia sólido, calificado e incuestionable, un profundo sentido de respeto por la libertad y, sobre todo: un sentido país, un sentir nacional común, que supera y deja de lado cualquier interés individual. Sobre todo, cuando las papas queman, cuando hay que mostrar los pingos (los caballos). No lo digo con soberbia, sino con orgullo y sin creernos más que nadie y menos que ninguno. Claro está, con nuestros problemas, como todos.
Mi origen y el ser extranjero tal vez me conceda una mirada algo más objetiva o menos subjetiva de la realidad local. Contribuye muchísimo haber crecido en un ambiente totalmente distinto, políticamente hablando. Te diría que crecí respirando con naturalidad mucho de lo que aquí aún no hemos podido experimentar, el buen sentido de la política. Espero no herir susceptibilidades y lo digo con profundo respeto: resalto estos aspectos porque aquí nos faltan en gran medida y son los que nos van a rumbear a un mejor destino como país. Necesitamos mucho de aquello y creo que estamos en esa búsqueda incesante y desesperada, pero a su vez, inconsciente.
Pienso que nuestro primer desafío es generar consciencia, como punto de partida para un cambio de rumbo radical, definitivo y positivo para todos los paraguayos en conjunto. La política está asociada a beneficios de todo tipo menos el más importante: el beneficio común, el del país como conjunto que no se concibe si no es con todos y cada uno de los paraguayos.
El concepto de bien común desapareció hasta del discurso. En vez de sinónimo de bien común se ha convertido en sinónimo de beneficio, de saqueo. Nunca hemos encontrado el verdadero atractivo y sentido de la política y por eso necesitamos redefinirla, propiciando las condiciones adecuadas para ello y haciendo que políticos y ciudadanos juguemos en el mismo terreno. Condición sine qua non: participación ciudadana. Definitivamente necesitamos a nuestros mejores hombres y mujeres, que nos ayuden a encontrar motivos y razones que nos unan como sociedad. Y la política jugará un rol clave en ese proceso porque es la que conduce, la que lidera, la que vela.
Los objetivos comunes vendrán después, primero debemos encontrar lo que nos une, lo que nos identifica como paraguayos, aquello que no da sentido de pertenencia, aquello en lo que sentimos que nadie más es igual a nosotros y que nos lleva, juntos, a sabernos difíciles de doblegar y capaces de librar las mayores batallas. Es tiempo de elegir nuestras batallas sin asociarlas a la pérdida y sufrimiento histórico que arrastramos como sociedad. Es tiempo de elegir qué batallas queremos dar, aquellas en las que somos buenos. Nos toca experimentar de una vez por todas, victorias, satisfacciones, avances, ¡progreso! Entendamos que el país no soporta más castigo y le llegó el tiempo de levantar cabeza y salir adelante.
Es imperativo y urgente mirarnos la cara y reconocernos nuevamente como lo hicimos en momentos apremiantes. Hoy el mundo nos da la brillante oportunidad de acortar cualquier brecha en tiempos, antes, impensados. Primero conscientes, luego consecuentes.
Según mi mirada, es la primera vez que emerge un grupo político que aglutine a un sinnúmero de movimientos y partidos, “la Concertación Nacional”. ¿Cuál es tu lectura sobre este nuevo fenómeno?
Es verdad que es la primera vez que se aglutina un número tan grande de movimientos y partidos. Pero ¿cuál es la actual institucionalidad, solidez y significancia de cada uno de ellos individualmente? La primera democracia e institucionalidad que debe ser total, es la interna de cada nucleación política. Vamos… la mayoría ni siquiera conocíamos ni los nombres de la mayoría de ellos. Sin menospreciarlos. No quiero sonar negativo, pero no veo que el número de nucleaciones aglutinadas, refleje mucho más que eso: un gran número. De todas formas, vale destacar la iniciativa porque sí creo que es el camino, pero no de ésta forma y voy a decir por qué. Creo en la Concertación como la nueva alternativa para la alternancia, valga la redundancia, pero no en ésta Concertación.
Creo en la Concertación, o en una coalición de gobierno, pero como consecuencia, no como el inicio Ha de ser el resultado de visiones comunes, del haber encontrado a través del diálogo constante y mantenido por suficiente tiempo, visiones, miradas y pilares comunes, compartidos, que posibiliten construir cimientos para desarrollar un plan de cogobierno. No es meramente electoral, las alianzas lo son.
Hasta el momento lo que he visto es un único objetivo común: derrotar al partido colorado y ser la alternancia. Para mí, válidos pero insuficientes, porque hasta pueden ser factibles y muy posibles, ganando la elección. Pero por delante está un país, que lo que menos necesita es que se siga improvisando y gobernando a reacción sin proposición, sin plan, sin hoja de ruta, sin equipos definidos y pensados de ante mano. No creo que cuando está en juego el destino del país, sirva el “primero ganamos y después vemos.”
Lo que no se hizo, ya no se hizo ni se va poder hacer porque no dan los tiempos. Una vez más hemos hecho todo en el minuto 90 y no es suficiente.
¿Es el camino? Indefectiblemente. Hace años veo en el tercer espacio la oportunidad de que emerja un cambio, una nueva alternativa, una nueva forma de hacer política. Se terminó el caudillismo, pero no podemos prescindir de los partidos. Al contrario, debemos refundarlos, fortalecerlos, modernizarlos, acercarlos a la gente.
La gobernabilidad depende en gran medida, de la fortaleza y sanidad de los partidos y nucleaciones políticas.
Personalmente creo que es una oportunidad, como nunca antes, de dar paso a nuevas alternativas, pero no tengo motivos para creer, qué esta Concertación la sea. Aún si resultare victoriosa, no la veo como alternancia de hecho, más que de nombre.
Y me preocupa la eventual gobernabilidad. Para terminar, si como país buscamos cambios reales y significativos, no puede quedar fuera nadie.
Los partidos tradicionales: la ANR y el PLRA habrían perdido credibilidad de muchos de sus acólitos, incluso de la sociedad misma, ¿estamos ante un quiebre del mentado “bipartidismo”?
En mis 20 años de residencia en Paraguay, nunca vi una gran credibilidad, genuina, bien entendida, en los partidos tradicionales, por parte de la sociedad no militante digamos. Tampoco vi que dos partidos estén emparejados en términos de musculatura. Hace 20 años que vivo en Paraguay y hace igual cantidad de años que veo un partido Colorado despegado del resto, seguido no sé si tan de cerca por el PLRA, pero no a la par. El que siempre anda mostrando los músculos es el Partido Colorado, ojalá hubiera otros a la par, porque es necesario y significativamente importante.
Vi una militancia desvirtuada y alejada de los valores fundacionales e idearios partidistas, vi cierto fanatismo cegado de los “correlíes”, vi lealtad de unos cuantos, y en general vi la identificación con una forma de hacer política, que lamentablemente es la que todos conocemos: la del rédito económico, la que otorga ese falso status social surgido del poder que los blinda.
No vi fortalecimiento institucional, aunque mantienen músculos importantes, operativos, básicamente desde el punto de vista estructural. Vi muy poca gente desinteresada en los bolsillos, y casi ninguno con intenciones manifiestas de cambiar hacia el interior de los partidos.
En general, las estructuras condicionan la gobernabilidad y estabilidad, pero actualmente debieran potenciar más y limitar menos a nuevas figuras emergentes, modernas y adaptadas a estos tiempos en los que se requiere mayor moderación y apertura. A pesar de lo dicho, no creo que exista un quiebre del bipartidismo (relativo) aún, pero se ha abierto una ventana para que ello ocurra. Y va ocurrir, pero con una parte importante de desmembrados de los partidos tradicionales transitando hacia un tercer espacio.
Hablando de quiebre, muchos referentes políticos hablan de que actualmente estamos viviendo en un quiebre del Estado de Derecho, ¿qué de verdad hay en esto?
No considero un quiebre del Estado de Derecho porque creo que no tenemos un estado social de derecho, más que de forma intermitente. Es el meollo de la cuestión. La única dictadura que nos hace falta es la dictadura de la ley. El único instrumento que nos iguala a todos, al rico, al pobre, al humilde y al poderoso.
Créanme que nacer, crecer y desarrollarte con la tranquilidad inherente que otorga este instrumento igualador que es la ley, es casi todo en la vida para desarrollarnos como individuos, como sociedad, como país. Ojalá algún día lo experimenten todos los paraguayos, es lo que quiero para mis hijos y mi descendencia. Yo nací y crecí sin siquiera tener que pensar en ello porque siempre estuvo ahí, y hoy que no lo veo, (el imperio de la ley) lo invoco con urgencia. Es la única dictadura a la que debemos someternos con gusto. Vale la pena.
En una de tus publicaciones mencionás a los poderes del Estado, ¿qué hace falta para que los poderes sean realmente independientes?
De nuevo, consciencia. La primera independencia que hay que tener es la de pensamiento, la de consciencia. Por eso insisto tanto en la necesidad de formar una masa crítica de mejores y más calificados ciudadanos. Y aquí es importante mencionar la educación porque la asocio directamente con la libertad.
Solo sé es verdaderamente libre, con educación. El conocimiento hace perder el miedo, pensar nuevas ideas y desafiar ideologías impuestas, ver el mundo de una manera distinta. No somos una sociedad libre. Y voy al estoicismo de Epicteto, a la libertad e independencia que se consigue al saber pensar. Solo así actuaremos con libertad, con independencia, primero individual y luego podremos trasladarla a lo institucional. Perdón que insista, pero es determinante.
La independencia de los poderes del estado está estrechamente ligada al equilibrio de poderes. El poder debe estar dispuesto de tal manera que uno no pueda abusar del poder, y para ello es necesario que, mediante la disposición de las cosas, se asegure que el poder detenga el poder. Es la garantía de la democracia. Y nuevamente aquí, son importantes las leyes, nuestro sistema normativo. El imperio de la ley es determinante pues constituye la garantía que protege y permite el correcto desempeño de las personas e instituciones. ¿Cómo actuar con independencia si no hay garantías institucionales y normativas?
En la calle se nota lo mal que se está pasando; la plata no alcanza, reclama la gente, ¿cómo se podría frenar esta inflación galopante?
No podemos pretender controlarla y tratarla como un fenómeno interno cuando obedece a factores globales, externos. Tengo mis pensamientos al respecto, pero no me creo en condiciones suficientes para abordar el tema específico como considero que requiere.
Lo que sí puedo afirmar es que el gobierno no ha implementado políticas públicas que protejan el bolsillo de los paraguayos y minimicen la pérdida de su poder adquisitivo.
Situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias, por lo menos transitorias. Es desalentador realmente. La gente se está endeudando para comer.
El salario mínimo es uno de los parámetros para calibrar el termómetro de la coyuntura económica, pero al “de a pie” no le alcanza, ¿tenés alguna idea para dejar el modelo del salario mínimo?
Nuestro modelo de aplicación del salario mínimo vigente, si ningún tipo de acción adicional, me parece un disparate que fomenta la informalidad y la inflación.
La ley impone un salario mínimo que la amplia mayoría de la gente no gana. No tiene relación, ni pie ni cabeza. El salario mínimo no puede ser delimitante del dinero que debes o podés percibir. Soy férreo defensor de la libertad y la meritocracia, así que todo lo que sea control o limitación externa a nuestro dinero, lo detesto. ¿Por qué no hacer una categorización de salarios mínimos?
Salario mínimo profesional, salario mínimo técnico, salario mínimo básico, por decirte algo. Solamente podría estar de acuerdo con un tipo de política de salario mínimo si es categorizado. Allí podría empezar a tener cierto sentido.
La corrupción ha penetrado en todos los ámbitos de la sociedad, hace unos días saltó un caso, uno de tantos, estimo, de “planillerismo”, ¿cómo la ciudadanía debe reaccionar ante estos hechos?
Hace falta una parada previa a la denuncia pública, que es el chequeo necesario de la información. No podemos seguir dando curso y repitiendo todo sin antes asegurarnos de que efectivamente es como se denuncia. Nos compete esa responsabilidad como ciudadanos porque de lo contrario, podría ser peligroso y nos podría tocar infundada e injustamente.
Así que hay que denunciar y repudiar, pero no indiscriminadamente. También hay mucha selectividad en el señalamiento de la conducta de terceros, dependiendo de quién se trate, de que bando sea, etc. y eso conduce más a enfrentamientos que a esclarecimientos.
Es bueno y necesario el control ciudadano, repudiando, denuncia por todas las vías posibles, cuando corresponde. La tecnología permite evidenciar y si se hace con suficiente fuerza y por suficiente tiempo, termina causando efectos, consecuencias.
Además de la corrupción, el narcotráfico pone en jaque a los órganos estatales de control, ¿podrá Paraguay salir de este flagelo?, ¿y cómo?
Génesis de todo es la impunidad. La corrupción, el narcotráfico y todo lo demás es consecuencia del grado de permisividad que otorga la impunidad. Tenemos serios problemas de prevención, control y seguimiento por parte de los organismos de control, en gran parte porque no hay voluntad política ni políticas propiamente dichas, ni planificación, ni calificación formativa, ni gestión adecuada de los recursos disponibles.
Hay un error de concepto, grave en general, en nuestras autoridades, para las que no existe la presunción de inocencia. Nos presumen sospechosos y delincuentes a los ciudadanos comunes y somos nosotros quienes debemos probar que no hemos cometido un delito. Y es absolutamente al revés, son las autoridades de control quienes tienen la tarea y responsabilidad de probar que lo hemos hecho.
La inutilidad de estos organismos para controlar debidamente y los resultados infructuosos, hacen que terminen derivando responsabilidades al ciudadano que debe justificarlo todo con montañas de documentos absurdos como si debiera probar su inocencia.
Se necesitan gobiernos firmes y un sistema de justicia que otorgue garantías suficientes para que los organismos de control actúen con seguridad y tranquilidad.
Nuestro país se reparte mayormente en fortunas manchadas desde el origen por algún tipo de delito. El poder tras el poder de turno, condiciona y torna imprevisible absolutamente todo.
Si algo nos va permitir salir adelante, son las seguridades y certezas que nos otorguen previsibilidad como país. Empezando por la seguridad jurídica. Tenemos una buena estructura normativa, aceptable, pero de aplicación absolutamente deficiente. Todo es una lotería.
Para terminar, he dicho en reiteradas ocasiones que hay un antes y un después en la historia, presente y futuro del Paraguay, a partir de la vigencia, particularmente, de tres leyes fundamentales: Ley 5098 de Responsabilidad fiscal y control del gasto público; Ley 5189 de Acceso a información de remuneraciones de servidores públicos; y Ley 5282 de Libre acceso ciudadano a la información pública y transparencia gubernamental. Estos instrumentos de transparencia nos dan y darán la oportunidad de controlar, evidenciar y exigir la gestión y el uso adecuado de los recursos del estado, de nuestros recursos. Depende de nosotros y de qué ciudadanos calificados sentamos en la mesa de las decisiones. Tenemos todo para ser el Paraguay que queramos ser. ¿Cuál es?: Es la pregunta que nos debemos hacer, todos y empezar a construirlo.