No es la primera vez que me refiero a Taiwán en mis artículos, no obstante, siempre debo recordarles, que la división entre China y Taiwán (la isla recibe ese nombre desde 1912), se remonta a 1949 cuando los revolucionarios comunistas liderados por Mao Zedong derrocaron al gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek, quien derrotado huyó a la isla de Formosa para allí instalar su gobierno autónomo, soberano e independiente de Mao en Pekín.
Por supuesto, los comunistas desde el inicio nunca aceptaron a Taiwán ni su gobierno como un Estado soberano e independiente de China, sin embargo, dada las precarias condiciones económicas de China al inicio del gobierno de Mao, no le permitió que se embarcara en una guerra de persecución contra los restos de las tropas de Chiang Kai-shek, Mao optó lógicamente, por fortalecer su control y poder en la China continental, tarea que como sabemos logró satisfactoriamente tras la implementación brutal y criminal de su gobierno totalitario a la par.
Con el pasar de los años las condiciones cambiaron, desgraciadamente en favor de China continental, pues, en 1978 Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y las iniciaron con el gobierno de Pekín. No obstante, Estados Unidos desarrolló una postura ambivalente, es decir, al año siguiente promulgaron una ley por la cual EEUU se compromete legalmente a proteger y defender Taiwán en caso de agresión, además que es su principal proveedor de equipamiento militar, pese a no tener relaciones diplomáticas formales.
Pero la China de Xi dista mucho de la China de Mao, pues, en la actualidad China ya no es una sociedad atrasada, poblada por millones de campesinos que perecen de hambre, contrariamente, es un país que se convirtió en una poderosa potencia no sólo a escala regional sino mundial que apalancada en la tecnología consiguió desarrollarse y convertirse en la segunda economía más poderosa del globo terráqueo y uno de las fuerzas militares más numerosas del planeta, por lo que hoy, se siente en capacidad de desafiar abiertamente a Estados Unidos y sus socios en la lucha por el liderazgo mundial.
Hecha esta breve recordación, entramos en lo referido a la reciente crisis que experimentó en mundo desde la semana pasada y todo lo que corrió de ésta, tuvo su origen a partir de la gira por Asia realizada por la Presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, la veterana parlamentaria demócrata Nancy Pelosi, quien tuvo como agenda Singapur, Malasia, Taiwán, Corea del Sur y Japón. Según el comunicado oficial de la Cámara, el objetivo de la gira consistió en fortalecer “la seguridad mutua, la asociación económica y la gobernanza democrática.”
Pero inicialmente Taiwán no estaba prevista en la agenda, por lo que el diario estadounidense Wall Street Journal filtró la información que efectivamente Pelosi tenía previsto visitar oficialmente Taiwán y sostener un encuentro con la mandataria de dicho país, el cual, es considerado por la República Popular de China (RPC) como “la isla rebelde”.
A la filtración del diario estadounidense, no tardó la reacción del gobierno comunista de Pekín, quien enérgicamente se opuso a dicha visita con considerarla una intromisión en los asuntos internos de China, amén que desde su visión, viola uno de los principios vertebrales de la diplomacia china y su política de “una sola China”, por lo que una visita de ese tener es interpretada como una aliento a los independendistas taiwaneses, por tanto, absolutamente inaceptable para el gobierno chino.
La tensión se elevó, a tal extremo que el propio presidente Joe Biden conversó vía telefónica con su homólogo Xi Jinping, quien le advirtió que de materializarse la visita de Pelosi a Taiwán “estaban jugando con fuego”. La respuesta del presidente Biden débil, pues, le pidió a la misma Pelosi que no visitara la isla conforme a las recomendaciones emitidas por el Pentágono que le dijeron que “no era recomendable visitar la isla ahora”.
En medio de la visita, China desplegó sus tropas en poblaciones cercanas a Taiwán, sobrevoló aviones de combates en el espacio aéreo defensivo y lanzó misiles con balística real sobre del estrecho de Formosa, y según el comunicado oficial de la cancillería china, emprenderían “acciones militares selectivas”.
En crudo, no invadirán a Taiwán, por lo que, toda la retórica e ira de Pekín se redujo a un mero bluff, claro está, la tensión continuará, pero un conflicto entre China y Taiwán implicará un conflicto con consecuencias globales y la participación de USA por sus intereses estratégicos en el Indo-Pacífico y nuestro llamado es a todos los gobiernos y fuerzas democráticas a condenar la conducta abusiva de China continental y apoyar la ejemplar democracia taiwanesa.