Será más fácil y más claro para todos empezar diciendo lo que este Plan Nacional de presunta Transformación de la Educación no se propone cambiar, y ni siquiera lo cita en sus presuntos “acuerdos”.
A los que han podido leer ambos acuerdos, les pregunto ¿Han encontrado algún plan para transformar las universidades y la educación universitaria? ¿Es que las universidades y los universitarios no son parte fundamental del sistema y de los procesos educativos? (art. 73 CN y 8 LGE). ¿Puede hacerse una transformación seria y con garantías de calidad sin la participación protagonista de las universidades? ¿No son nuestras universidades responsables de la educación superior, la formación profesional, la investigación científica, la producción de conocimientos y la extensión universitaria? ¿Acaso puede la educación escolar desarrollarse y actualizarse permanentemente sin las universidades?
Un comentario y preguntas semejantes debemos hacer sobre la ausencia total de plan de transformación de los Institutos Superiores, parte integrante del sistema educativo (art 78 CN y 8 LGE) y obviamente de los procesos educativos entre sus profesores y sus estudiantes. Para el PNTE no existen en Paraguay los 36 Institutos Superiores oficialmente reconocidos.
Tampoco se interesa ni aborda la transformación de los Institutos Técnicos Superiores. Nada tienen que aportar y nada tienen que cambiar . No existen para los autores y responsables del PNTE.
Se habla de los docentes, pero no propone ningún plan de transformación de los 40 Institutos de Formación Docente (IFD). ¿Nada tienen que cambiar profesional, ética y académicamente?. Para el PNTE los IFD son perfectos.
Este Plan ignora la educación campesina y rural y la de sus familias, viola descaradamente el artículo 115 (inciso 13) de la Constitución Nacional y el más explícito artículo 79 de la LGE, privando al país de un puntal clave de su desarrollo económico y social, dada la relevancia de la agricultura y la ganadería paraguayas.
Sin consultar con los padres, quienes, por el artículo 71 de la Ley del Código de la Niñez y Adolescencia, tienen el derecho y el deber de “dirigir el proceso educativo de los hijos”, el Ministerio de Educación y Ciencias, por su cuenta, arbitrariamente eliminó hace pocos años, la “educación religiosa”, que, entre otras funciones, es, clave para entender nuestras culturas, historia y raíces (art 82 CN). El PNTE no transforma, sino que mantiene la violación del artículo 74 de la CN, que “garantiza la educación religiosa”.
Tratándose de una transformación para mejorar la educación y capacitar a niños, adolescentes, jóvenes y adultos para el futuro, desconoce la pedagogía científica de vanguardia e increíblemente nos propone como modelo la educación marxista y su Estado totalitario de los años 60-70 del siglo pasado. No mejora, sino que estanca e ideologiza la educación violando el artícuo74 de la CN que ¨garantiza el pluralismo ideológico”.
Nuestra educación, como nuestra política, está enfangada por el grave cáncer y anemia de ética. Y el PNTE no sólo no recupera la ética, sino que la destruye más aún atropellando la voluntad y los derechos de los padres y escandalosamente vendiendo la soberanía del pueblo paraguayo a manos dictatoriales de organismos internacionales que nos imponen subrepticiamente la Agenda 2030 y su perversa ideología de género.
¿Qué transforma el PNTE? Solamente algunos aspectos de la educación escolar. Lo que sí hace es transformar la identidad, la filosofía y la antropología de la educación paraguaya y viola la Constitución Nacional, sobre todo en su articulo 74, la ideologiza con las estrategias eficaces de la ideología de género.
Es pueril e inútil que en el texto del Segundo Acuerdo hayan ocultado la expresión de la ideología de género y sus enfoques, pretendiendo que la ciudadanía crea que se han eliminado, porque su persistencia está clara en otros documentos oficiales complementarios y en la Ley 6659/2020 (ver también su Anexo), en la que se comprometieron con la Unión Europea a ejecutar dichos enfoques, para la Transformación Educativa. Este PNTE atropella nuestra soberanía, nuestra Constitución y nuestras leyes, sometiéndonos a la Agenda 2030. No transforma la educación nacional, la destruye, se deja sobornar y la aliena traicionando a los padres y corrompiendo a los menores, con el libertinaje sexual, enmascarado como “derecho”, amparado bajo el perverso “enfoque de derechos”.