En el fútbol, a diferencia de otros deportes, los cambios suelen ser muy resistidos. Cualquier regla que afecte al juego que todos conocen y que todos afirman jugar de la misma manera desde chicos nunca es bien recibida. El VAR es un claro ejemplo. Incluso las cinco sustituciones, con más de un año de prueba y ya con su oficialización, todavía son rechazadas por varios hinchas (y algunos entrenadores también). Si la resistencia es grande con incorporaciones que, pese a transformar el juego, no logran quitarle sus reglas comunes… ¿Qué pasaría si se eliminaran los cabezazos?
Esa es la -por ahora- prueba que llevará a cabo la Asociación Inglesa de Fútbol (FA), con la categoría Sub 12, según informó The Athletic. La iniciativa ya fue aprobada por la Junta de la Asociación Internacional de Fútbol (IFAB) y de hecho se dijo que, si las pruebas son exitosas, para el próximo año podrían eliminarse los cabezazos en esa división.
Está claro que, cada prueba e investigación, tiene su disparador. Según varios informes, la acción de cabecear está directamente relacionada con la demencia. De hecho, un estudio que se llevó a cabo en Europa muestra que los ex futbolistas escoceses nacidos entre 1900 y 1976 tenían tres veces y media más probabilidades de tener esta enfermedad como causa de muerte.
Pero el historial sigue. En 2002, un forense descubrió que el cabezazo fue la causa de muerte del ex delantero Jeff Astle, una de las leyendas del West Bromwich Albion. El veredicto, en aquel entonces, se registró como «muerte por enfermedad industrial». Y la lista continúa con cinco miembros de la selección ganadora del Mundial de Inglaterra en 1966, que fueron diagnosticados con demencia. Cuatro de ellos fallecieron debido a esa enfermedad.
En Inglaterra, los cabezazos son tema de debate desde hace un largo tiempo. Y continuamente hay medidas para intentar reducir los impactos con la cabeza en un fútbol donde el juego aéreo ha hecho escuela. Por ejemplo, antes de que inicie la temporada 2021-22, la FA introdujo una guía que limita a los jugadores profesionales a que realicen solo diez cabezazos de alta fuerza -pase largo de más de 35 metros y jugadas de pelota parada- en el entrenamiento por semana.
De hecho, en 2021 la Premier League había incorporado la medida de añadir dos cambios más (un total de cinco) si alguno de los jugadores sufría una lesión en la cabeza y mostraba síntomas de conmoción cerebral. No es novedad: en Inglaterra hay una preocupación grande por las consecuencias físicas de los cabezazos. Y se debe, en gran parte, a los casos de muertes por demencia que se han mencionado anteriormente.
Además de la demencia, los cabezazos pueden provocar encefalopatía traumática crónica (CTE por sus siglas en inglés), el diagnóstico que descubrió Bennet Omalu, un médico forense nigeriano-estadounidense. Su historia es más que conocida: Omalu le realizó una autopsia a un antiguo jugador de fútbol americano, y allí descubrió un deterioro neuronal muy similar al Alzheimer. No solo eso, sino que también encontró el mismo deterioro en otros jugadores de ese deporte.
A partir de esa investigación, inició una batalla muy extensa con la NFL (la liga estadounidense de fútbol americano) en la que logró cambiar algunas reglas para que se reduzcan los impactos que los jugadores hacen con los cascos.