La secuela de “Top Gun” (1986) se posiciona como la primera película del actor en pasar la barrera de los mil millones de dólares de taquilla y la segunda en hacerla desde la llegada de la pandemia. Con este nivel de recaudación, la película se convierte en una de las 50 películas más exitosas de la historia del cine.
Después de más de treinta años de servicio como uno de los mejores aviadores de la Armada, Pete «Mavericks» Mitchel (Tom Cruise) se encuentra donde siempre quiso estar: superando los límites como un valiente piloto de pruebas y esquivando el ascenso de rango, que no le dejaría volar emplazándolo en tierra.
Cuando es destinado a la academia de Top Gun con el objetivo de entrenar a los pilotos de élite para realizar una peligrosa misión en territorio enemigo, Maverick se encuentra allí con el joven teniente Bradley Bradshaw (Miles Teller), el hijo de su difunto amigo «Goose».
Sin perder tiempo en aquellas cuestiones que tanto preocupan a una industria «progresista» como lo es la de cine (raza y «género»), «Maverick» en ningún momento a lo largo del film se lo muestra con vergüenza por ser un hombre blanco con privilegios; de hecho, ni la mujer ni los personajes de color se muestran como oprimidos o discriminados.
En resumen, a pesar de los impresionantes efectos especiales, el film le recuerda al público que para volver a la era dorada del cine, es necesario abandonar los «valores progresistas» de la industria.