Lo prometido es deuda es una locución utilizada para señalar el cumplimiento de una promesa o un el pago de un pasivo adquirido. Sin embargo, no hace, exclusivamente, referencia a una cuestión crematística, sino que también se utiliza para mostrar una obligación moral contraída con alguien.
No obstante, yo le añadiría otro significado: Todo lo que los políticos te prometen se acaba convirtiendo en deuda. Pero con un agravante, ellos no la pagaran, sino usted. Permítame ampliar la idea.
En los 14 años de gestión de Evo Morales se tuvo tres programas de gobierno. En el área económica el MAS hizo una serie de promesas enmarcadas en redistribuir la riqueza, reducir la pobreza e industrializar el gas.
Durante su primera gestión (2006 – 2009) el MAS tuvo la consigna de gastar cuanto sea posible. Uno, porque se había expropiado la industria gasífera. Y dos, porque se beneficiaron de precios inverosímilmente altos de las materias primas.
Ya en el segundo periodo (2009 – 2014) se presentaron dos fenómenos. Primero, el crecimiento de 6.8% del PIB el año 2013. Segundo, tan solo un año después y luego de aplicar el mayor programa de gasto estatal en la historia de Bolivia, la desaceleración al 5.5%. Aunque para muchos esos datos pasaron inadvertidos, fuimos pocos quienes pronosticamos los problemas que se aproximaban en el mediano plazo.
Para la tercera gestión (2015 – 2020) ya no existían precios internacionales. Además, las políticas económicas de gestiones pasadas empezaron a mostrar sus grietas en indicadores como el creciente déficit fiscal. El propio Evo Morales, al inicio de la que sería su última etapa de presidente, pidió ajustarse los cinturones. Pero ese arranque de sensatez fue sólo retorica. Pues el gobierno reemplazó los ingresos de la renta gasífera con grandes dosis de deuda (interna y externa).
Según un reporte elaborado por la Fundación Jubileo, con base a datos del propio Banco Central de Bolivia, la deuda externa del país se quintuplicó en 12 años al pasar de $ 2.208 millones, en 2007, a $ 11.268 millones, en 2019.
Después que se hizo efectiva la Iniciativa de Alivio de Deuda Multilateral (MDRI), propuesta desde 2005. La deuda externa registró una notable disminución para el 2007, con un saldo de $ 2.208 millones.
No obstante, y a pesar de encontrarse en el periodo de los precios altos de los commodities, el año 2008 el país empezó un nuevo proceso de endeudamiento. Mire lo contradictorio del asunto, el gobierno de Bolivia tenía ingresos altos, como en ninguna otra etapa, y, al mismo tiempo, se endeudaba. Por donde se lo mire eso es un derroche mayúsculo.
El nivel de endeudamiento de los últimos años ―que coinciden con la época del 21F y el fraude electoral del 2019― ha sido tan alto que solamente el 2017 se registró un incremento de deuda de aproximadamente 30%. Como resultado de esa irresponsable gestión económica, la cuota a pagar ―capital, intereses y comisiones― alcanzó a $ 787 millones en 2019.
Señala Jubileo, que, para el año 2020, los principales acreedores eran BID, CAF, privados (Bonos Soberanos), China y Banco Mundial.
Para Raúl Tortolero, periodista y analista político mexicano, el incremento de la deuda externa de los países sudamericanos con China es parte de una estrategia de reconfiguración geopolítica que intenta terminar con la hegemonía de los EE. UU.
En lo personal concuerdo con el análisis de Tortolero. Pues a los gobiernos alineados al Foro de Sao Paulo no les interesa la gestión económica, menos la salud o la educación. Su único objetivo es sostener el poder para, de esa manera, seguir enriqueciendo a los grandes carteles de narcotráfico. Y el costo de la deuda externa lo van a trasladar, ya lo están haciendo, a quien tienen menos opción de defenderse: el ciudadano de a pie. Ya que mayores niveles de endeudamiento se traducen en más impuestos, más inflación y menos garantías para la propiedad privada.
Así es amable lector, todo lo que nos prometió el Movimiento Al Socialismo es una deuda que no la van a pagar ellos, sino usted, y con el precio más caro: su libertad y su propiedad.