Jeanine Añez, expresidente de Bolivia, lleva un año prisionera del régimen. Las acusaciones a Añez se han centrado en hechos anteriores a que asuma el poder, entre ellos, terrorismo, sedición, conspiración, incumplimiento de deberes y resoluciones contra la Constitución. Para el Movimiento Al Socialismo la forma en que Añez llegó a la presidencia es un «golpe de Estado».
Si bien, la justicia boliviana está muy lejos de ser independiente del poder ejecutivo, y que los casos de Golpe I y II no son más que parafernalias, no es menos cierto que el gobierno de Añez se burló de las esperanzas de toda Bolivia. Veamos algunos de los detalles relevantes.
En una entrevista con Pagina Siete (febrero 2022), La exministra Roxana Lizárraga declaró lo siguiente:
En 2019 las exautoridades Arturo Murillo, Yerko Núñez y el entonces senador Óscar Ortiz pactaron con el Movimiento Al Socialismo (MAS) la inamovilidad del fiscal general del Estado, Juan Lanchipa. Además, ordenaron el salvoconducto para que Luis Arce salga a México. Hay una oposición de mentira. Murillo fue uno de los escogidos por el masismo. Tiene un medio hermano, Vladimir Sánchez, exministro del MAS, que fue un nexo importante con el régimen de Evo Morales. El MAS escoge a sus opositores, les hace favores, les dan privilegios e impunidad. Lo mejor que tiene Evo y el actual presidente es la «oposición».
El mismo diario digital, pero esta vez en marzo, recogió una denuncia contra el exministro Jerjes Justiniano.
La fuente afirmó: «Jerjes Justiniano mantuvo al asesor principal y jefe de gabinete de Juan Ramón Quintana y a toda la gente y el equipo de Evo Morales en el Ministerio de la Presidencia».
Jerjes Justiniano reconoció ese hecho, y justificó su accionar argumentando que buscaba darle continuidad a la gestión de su despacho. Las palabras del exministro fueron:
Mi labor era muy ocupada en el proceso de pacificación, si mal no recuerdo realicé cuatro o cinco contrataciones de gente que era necesaria que esté en mi entorno. Mantuve al jefe de gabinete del señor Quintana para darle operatividad al ministerio, él era una persona muy profesional.
Por su parte, en enero del presente año, Milena Soto, activista y presa política de la dictadura boliviana, en un contacto con Raúl Tortolero, director de la Agencia Católica de Noticias México, contó detalles del accionar del exministro Arturo Murillo en el año 2020:
Durante su gestión Arturo Murillo se apartó por completo de las plataformas ciudadanas de Cochabamba. Muchos activistas le pedíamos reunirnos en persona, pero siempre respondía estar ocupado. En agosto, varios lideres cochabambinos empezaron a exigir la anulación de la sigla del MAS. Fue en ese momento que Murillo cortó cualquier contacto con plataformas y activistas. Luego se hicieron públicas las reuniones que el ministro tenía con gente del MAS, aunque siempre argumentó que eran cosas de trabajo. Aquellos que arriesgamos la vida por defender la democracia en Bolivia nos sentimos abandonados y traicionados.
Asimismo, las claras divisiones del Movimiento Al Socialismo nos muestran que la renuncia de Morales el 2019 (nunca hubo golpe de Estado) tuvo mucho de una pelea interna por la cabeza del partido y la candidatura presidencial. La resistencia ciudadana fue importante, eso es innegable. Sin embargo, Evo no pudo mantener unido a su partido durante la crisis social, debilidad que lo obligó a dimitir.
El gobierno transitorio buscó cogobernar con el ala rebelde del MAS. Por ende, se estableció un interinado continuista que no tuvo ni las ganas ni el valor de acabar con la dictadura ni de restablecer la republica de Bolivia.
¿Lo malo y lo bueno de toda esta grotesca novela? Lo malo se puede resumir en la traición de Jeanine Añez y su gobierno a un país que arriesgó la vida en las calles durante 21 días. Lo bueno es que estamos asistiendo a la implosión del MAS y su hegemonía totalitaria.