Desde que el mundo es mundo, a la masa informe de seres humanos obedientes, sumisos y poco críticos se les da la denominación de rebaño. Esta metáfora señala el comportamiento de la mayoría de la sociedad frente a “los dogmas” de las mayorías políticas, religiosas y, ahora, mediáticas.
El mundo se dividió entre “negacionistas” y “afirmacionistas” de las “nuevas verdades”, un ejército pretoriano de totalitaristas mediáticos son quienes deciden en cuál de esas categorías se encuentra cada uno de nosotros y eso constituye prueba suficiente para organizar la pira donde quemar al culpable.
Venimos de dos años donde “periodistas” sin una mínima preparación se burlaron, juzgaron y censuraron a destacados científicos. Donde comunicadores especializados en farándula dirigieron las persecuciones bajo la dirección de mercenarios de bata blanca y empresarios inescrupulosos, pero por suerte todo terminó, ¿O no?
No, esto jamás termina. Ahora toca el turno de dar lugar a nuevos monstruos, nuevos enemigos que vienen a destruir nuestra “correcta forma de ver el mundo”. “¿Cómo que Putin no es el malo si lo dijeron en el noticiero?, ¿De dónde sacaste que hay 15.000 ucranianos ruso parlantes muertos por su propio gobierno en el Donbass, si Telefuturo no dijo nada? Siempre lo mismo con vos, te la pasas leyendo teorías de la conspiración”.
En el 2019 nos tocó odiar a Donald Trump, quien no lo hiciera era un supremacista blanco. En el 2020 llegó el turno de odiar a quienes consideraban que el covid no era tan grave, los anticiencia. En el 2021 a los no vacunados, esos seres insensibles que optaron por no formar parte de un experimento y condenó a muerte al 0,07 % de la población mundial. En el 2022 llegó la hora de Vladimir Putin, el líder de ese país despiadado que se pasa bombardeando países alrededor del globo ¿O no es ese país? ¿No fue Putin el que bombardeó Yemen, Irak, Afganistán, Libia, Somalia y Pakistán solo desde 2016?
Dejen de ser un rebaño, busquen la información porque está disponible, apaguen la tele, investiguen, saquen sus propias conclusiones y decidan ustedes mismos a quien odiar, después de todo somos humanos y no nos resulta tan difícil hacerlo.