Finalizó la novela de la que involuntariamente formó parte el número 1 del tenis, Novak Djokovic. Australia decidió deportarlo por ser libre y por significar un «peligro para la sociedad», y no tanto por no haberse vacunado y ser un posible factor de contagio (todos sabemos que los “vacunados” también contagian), sino por ser un peligro para el “orden público”.
Claro, imagina que vienes luchando por más de dos años para una instaurar una dictadura y viene Djokovic, apenas un tenista, a darte vuelta la olla.
Aun así, ante el peligro de que tu pequeña dictadura caiga, el tratamiento que se le dio a Novak Djokovic es humillante y no porque sea él quien es, sino porque es un ser humano y ninguno merece recibir un trato tan degradante.
Pero no nos engañemos, muchos sabíamos que esto iba a pasar, que la exención otorgada al tenista número 1 del mundo no era más que una emboscada pergeñada por una bola de mediocres burócratas sin mérito alguno.
Lo que si sorprendió, y mucho, fue la actitud de muchos de sus colegas. De otros no tanto. Algunos de ellos debieron pagar un alto precio por una foto con Bill Gates. ¿El más indigno? Rafael Nadal, siempre, sin dudas. Él intentará ahora hacerse de un lugar en el podio histórico que no podría lograr con Novak en cancha pero, aun logrando su objetivo, finalmente la historia lo va a condenar.
Nadie es más importante que un torneo
“Nadie es más importante que un torneo” declaró Rafael Nadal en una conferencia de prensa y es cierto, tan cierto como que Djokovic nos demostró que la libertad es más importante que un torneo. Que su dignidad es más importante que un torneo. Que luchar contra una tiranía es más importante que un torneo. Que apoyar a un compañero vejado despóticamente es más importante que un torneo y, por supuesto, que defender lo que uno considera la verdad es más importante que un torneo. Pero el manacorí no lo entendería.
Terminó el show con una deportación que es la triste felicidad de muchos porque, como dijo el profesor de filosofía Santiago Navajas, “Sólo cabe felicitar a los australianos, que se han quitado de encima la amenaza de un tipo perfectamente sano, a los tenistas, que se han quitado de encima al número 1, y al gobierno australiano, que se quitado de encima al tipo que desafiaba sus imposiciones autoritarias”.