El tenista número uno del mundo en la actualidad, el serbio Novak “Nole” Djokovic, hace un par de semanas que aparece en los titulares de la prensa internacional y no solamente la deportiva por la controversia que lo rodea referente a su participación en el Abierto de Australia 2022, uno de los cuatro “Grandes Torneos” (en inglés “Grand Slam”) que tiene lugar en la ciudad de Melbourne, considerada “satrapía” de Djokovic, quien ganó allí nueve campeonatos, nada más y nada menos. En este año, el tenista serbio era principal candidato de obtener la presea triunfal una vez más, pues se encuentra en un momento físico impecable mientras que sus principales adversarios, el español Rafael Nadal y el suizo Roger Federer ya muestran un claro declive a pesar de que siguen jugando en un nivel extraordinario.
Devoto Católico Bizantino (miembro de la Iglesia Ortodoxa de Serbia), “Nole” debió vivir momentos durísimos en su infancia y adolescencia: la antigua República de Yugoslavia, en los 1990s, fue “dinamitada” por fuerzas internas y externas. En una ocasión, siendo niño, soportó los terribles bombardeos que sufrió la ciudad de Belgrado, de donde es oriundo. Asistía a la Santa Misa, según se dice, en medio de una lluvia de balas para recibir la catequesis de su admirado Padre Amfilohije, Arzobispo Metropolitano de Montenegro (1938 – 2020). Hasta hoy existe una polémica en torno a Djokovic, pues se encontraron fotografías de su adolescencia junto a algunos líderes de fuerzas paramilitares serbias, con pose más o menos belicosa, lo que ha abierto especulaciones sobre su potencial cooperación con dichas organizaciones durante las “Guerras Civiles de Yugoslavia”, asunto que “Nole” nunca aclaró suficientemente, quizás para añadir un aura de enigma a su persona.
El asunto que debe enfrentar ahora Djokovic respecto a la injusta detención y expulsión de Australia “por rehusarse a que le inyecten las vacunas contra el COVID-19”, en comparación al breve resumen que vimos sobre lo que le tocó vivir en su infancia y adolescencia, queda como una pacata minucia. ¡Imagínese, si podrán amedrentar a un tipo al que le tocó soportar bombardeos en su ciudad, balaceras mientras iba a la Santa Misa, compartir sus días con partisanos fanáticos que no pocas veces cometían actos terroristas sin que les importe llevarse por delante a inocentes víctimas!
De todas formas, tenemos una muestra clara y patente de que los supuestos “gobiernos democráticos” de corte anglosajón, como el de Australia, son lo que son ante los ojos del público hispanoamericano gracias a la meticulosa propaganda que ejercen sobre tantos incautos. Para el que no se haya dado cuenta, en Australia, la “civilizada y avanzada Australia”, hay tanta corruptela miserable como en cualquier parte. No lo digo como consuelo, sino como una descripción de la realidad que a muchos les cuesta admitir porque se les cae el relato. ¡Oigan, chicos! ¡Qué no les dé un patatús saber que los integrantes del Gobierno Australiano son unos guanacos totalitarios de poca monta y peor ralea que se defecan encima de las propias leyes de su país!
Pero hagamos un resumen de breves líneas sobre lo ocurrido. Novak Djokovic quería jugar en Australia. El Gobierno Australiano le respondió que no podía hacerlo sí no estaba vacunado. Nole replicó que en las leyes australianas, está permitida una “excepción médica” para los que hayan tenido COVID en los últimos seis meses, es decir, para los que tienen inmunidad natural, lo que era su caso. El Gobierno Australiano reconoce esto y sus agencias oficiales “dan lugar” a la “excepción médica” de Djokovic, es decir, le autorizan a ingresar en el país (como a muchos otros atletas, se vería posteriormente). Nole vuela hasta Australia, feliz y contento, porque jugaría y probablemente ganaría el torneo. Pero hay “plot twist”: el Gobierno Australiano, que había dado a Djokovic su “ok” de forma 100% oficial, ahora lo detenía en la aduana y lo enviaba a un campo de concentración, perdón, quise decir hotel de aislamiento, completamente solo y sin comunicación, excepto con su abogado. La prensa internacional, siguiendo la rumba del Gobierno Australiano, empieza una campaña de humillación y escarnio público contra el tenista serbio quien, no obstante, no capitula ni se rinde. Presenta un recurso de amparo al Juez Correspondiente del país y este falla a su favor. De nuevo, parecía ser que “Nole” iba a la mar en coche, listo para arrasar en el “Australian Open”. Pero no contaba con que los anglosajones son más totalitarios que Mao Zedong y que el Ministro de Seguridad e Inmigración de Australia tiene “poderes discrecionales” para expulsar a quien se le pegue la regalada gana, por los motivos que se le canten y usó su potestad contra el tenista serbio, quien fue una vez más detenido.
¿Por qué? ¡No hay por qué, diría la chinita! Algunos especulan con que se trata de una cuestión política, de que los actuales gobernantes del país necesitaban un “chivo expiatorio” para mostrar los dientes y lo encontraron en Novak Djokovic, al que tildaron con el sambenito de “anti-vacunas”. Otros dicen que es una perversa movida publicitaria para promocionar al torneo, que viene devaluado por falta de espectadores televisivos y de buenas ventas de tickets (me viene a la mente Salvador Dalí, a quien se atribuye la frase “es mejor que se hable mal de uno antes que no se hable en lo absoluto” y pareciera ser que el marketing posmoderno se guía casi enteramente por dicho epigrama). Pero si me preguntan, para mí todo se explica con el doblez puritano y hortera de los gobernantes del mundo anglosajón, quienes logran salirse con la suya gracias a la propaganda que tan gratuitamente se tragan sus lacayos hispanos. Porque, seamos francos, los “piratas” y sus descendientes siempre fueron miserables ratas de albañal con buenos disfraces para ocultar su tiñosa ruindad. ¡Y Dios me libre de ser prejuicioso!
Igual, les agradecemos porque nos dan una oportunidad para hablar un poquito de algo que no es habitual en el mundo posmoderno. El heroísmo. Y esto es porque me llamó poderosamente la atención que tantas personas, evidentemente influidas por la propaganda “anti-heroica” del globalismo anglosajón, hayan caído tan fácilmente en desacreditar a una persona como Novak Djokovic con epítetos absurdos como “anti-vacunas”, “niño malcriado”, “rebelde sin causa”, “caprichoso”, “orgulloso”, etcétera y etcétera.
Lo de siempre y lo normal con ellos, los inventores de la “leyenda negra” y de la dialéctica “amigo-enemigo” que hoy, más sofisticadamente, denominamos “hegeliana”. Porque antes de Hegel, tuvimos a los ingleses discutiendo con sus tesis (Hobbes), antítesis (Locke) y síntesis (Hume). O sí se quiere: tesis (catolicismo), antítesis (puritanismo calvinista) y síntesis (anglicanismo). ¡Más claro que esto, agua, y si quieren más explicaciones hablen con mi abogado!
Bueno, la ocasión pues se presta para describir a los “atributos del héroe”, es decir, las cualidades que adornan a la persona que expresa eso tan extraño para nosotros hoy en día, lo que denominamos “heroísmo”. La Real Academia Española define al “héroe” en su primera acepción como: “persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble”. Gracias a Dios por la maravillosa lengua cervantina, que nos permite esta capacidad de definir con tanta claridad las cosas. Allí mismo ya se dejan entrever algunos de los atributos del “héroe”, es decir, el que lleva a cabo actos heroicos. No obstante, necesitamos profundizar y señalar otros elementos para que se tenga una clara idea de lo que hablamos.
Permítanme pues enumerar los “atributos” de un héroe.
1- VALENTÍA: El héroe se encuentra dispuesto a llevar a cabo acciones extraordinarias que pueden poner en riesgo su integridad física y/o mental así como su bienestar económico o prestigio social. Algunos “héroes” incluso llegan a ser “temerarios”, es decir, poseen un exceso de valentía que en los casos en que la fortuna les sonríe, obtienen éxitos estruendosos y en la situación opuesta, ocurren espléndidas tragedias. Sea cual fuere el caso, para cualquier ser humano con suficiente sinceridad intelectual (lo que escasea últimamente), es fácil reconocer los “huevos u ovarios de acero” de un individuo valiente, que no duda en correr riesgos. Novak Djokovic sin duda posee este atributo, pues no titubea en enfrentarse corajudamente a las arbitrarias decisiones del Gobierno Australiano, contra viento y marea, a pesar del qué dirán, de las humillaciones, del desprestigio y de las consecuencias físicas, mentales o económicas que esto podría acarrearle.
2- ABNEGACIÓN: El héroe se encuentra dispuesto a llegar al sacrificio de sus intereses o deseos personales en pos de una causa justa. En casos extremos, llega a entregar la propia vida en defensa de sus nobles ideales. Hay que dar por descontado que la “abnegación” no es una cualidad que pertenezca a individuos mundanos y materialistas, pues requiere “renunciar a uno mismo” por asuntos de tipo trascendental e inmaterial, es decir, valores éticos y morales por encima de meros egoísmos. El más glorioso ejército de Sudamérica, el de Paraguay, precisamente tiene como grito de guerra la frase: “¡Abnegación y Valor para Vencer o Morir!”. ¡El poder que tiene un buen eslogan! Es importante que sigamos esclareciendo el asunto de la “abnegación”: una joven que sufre un asalto a manos de un ladrón y que se resiste valientemente a entregarle su teléfono celular y termina siendo apuñalada, sería aplaudida por el coraje hasta la temeridad que mostró contra su agresor, pero a la vez su acción no entraría en la categoría de “abnegada” puesto que no vale la pena perder la vida por un simple teléfono celular, que al fin y al cabo, no es sino un placer mundano. En este caso, diríamos de la joven que fue “valiente pero obstinada”. Con Novak Djokovic no ocurre lo mismo. El tenista número uno del mundo, como dijo su principal adversario Rafael Nadal de España, “podía haberse vacunado y ya”. ¡Por supuesto que sí, y probablemente con ello “Nole” habría ganado su 21 “Grand Slam”, lo que lo convertiría en el máximo tenista de todos los tiempos! ¿Pero qué hizo el serbio? Eligió ser un héroe, es decir, la abnegación por su noble causa que trasciende a mero materialismo mundano. ¡A quién le importan los títulos de lata y los reconocimientos vacuos si uno entrega su dignidad, su conciencia y su albedrío en manos de tiranos de poca monta como los Gobernantes de Australia! ¡De qué sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma! Y me gustaría que lean atentamente este largo párrafo, varias veces, los que dicen que “Nole” es un simple “caprichoso, orgulloso, niño malcriado”. Si esto fuera cierto, que no lo es, bien podría haber elegido vacunarse y punto pelota. Un pequeño pinchazo y la vanagloria deportiva (que es simplemente eso, vanagloria deportiva y pura vanidad) queda a la vuelta de la esquina para alimentar su propio ego. Pero no fue esa la elección de Djokovic.
3- NOBLEZA: El héroe lucha, como se ha dicho, por algo que trasciende a meros materialismos, lo que llamamos una “causa justa” o “noble causa”. En el mundo posmoderno en que vivimos, pareciera ser imposible explicar de forma sencilla qué es una “noble causa” o “causa justa”. El relativismo cultural ha logrado que nadie pueda distinguir el “bien” del “mal”. La “virtud” del “vicio”. Lo “bello” de lo “feo”. La “verdad” de la “mentira”. Lo “sublime” de lo “mundano”. Al punto tal que la “democracia liberal” ha convencido al mundo de que tiene que escribir “Constituciones” y “Leyes” para que uno comprenda cuáles son los “derechos” de cada individuo y de cada sociedad pero que al final, de nada sirven pues nadie tiene la delicadeza de reflexionar y actuar en consecuencia. Pero bueno, ¿Cuál sería una “noble causa”, para dar ejemplos tangibles? Defender a la Patria que está siendo invadida por enemigos foráneos es algo claro e indiscutible. También lo es luchar por la integridad espiritual de las personas, que tengan libre albedrío para vivir sus convicciones (buenas o malas, es otra discusión). Ayudar a quienes sufren agresiones injustas, socorrer a víctimas inocentes que están siendo atacadas sin justificación alguna, son actos de gran nobleza, como por ejemplo sería el caso de una mujer que está siendo acosada por dos hombres fornidos y aparece un tercero, que a pesar de ser débil y enclenque, se lanza en defensa de la infortunada aunque le cueste una paliza. Noble, valiente y abnegado sería el sacrificio del “débil y enclenque” que peleó por salvaguardar a la doncella agredida. ¡Y por supuesto que la privacidad, la lucha por que se respete la dignidad y la autonomía del propio cuerpo, que nadie sea coaccionado de forma alguna para recibir un tratamiento médico que no desea, es una causa noble y justa! Reitero, es increíble que uno tenga que explicar esto. ¿Ya dije que la “democracia liberal” es una farsa repugnante? ¡Y lo es todavía más porque se declara, ella misma, archienemiga de personas heroicas como Novak Djokovic! Con la “democracia liberal” ni siquiera pueden existir “villanos” con toda pompa, solo nos da mediocres “anti-héroes”.
4- FE Y ESPERANZA: El héroe es siempre un hombre o mujer de fe. Dijimos que creen en “causas justas” o “nobles”, es decir, tienen una idea de los valores trascendentes. Saben que lo mundano y material tiene sus limitaciones y lo que prevalece es lo espiritual. De hecho, precisamente porque están animados de un espíritu indomable y vivo, de la verdad y de la justicia, es que están dispuestos a la valentía, la abnegación y la nobleza de ideales. En el momento de la victoria, los héroes se comportan magnánimos y redentores, pues su interés es la justicia y la esperanza. Y en el caso extremo de la derrota, el héroe, con fe superlativa, se muestra altivo y digno ante el destino, conserva hasta el postrero instante, en lo más íntegro de su corazón, a esa esperanza que lo animó desde el principio, sabiendo que “ha dejado todo en la cancha” (nunca mejor dicha esa frase del mundo deportivo) y se muestra en paz consigo mismo, con la convicción de que la posteridad celebrará sus hazañas y cantará sus proezas a pesar de toda la propaganda y las patrañas que se digan sobre él. Porque tarde o temprano, el Logos Asciende y la Verdad prevalece sobre la calumnia y la mentira. Es la pasta de la que están hechas las “leyendas”, como escribió Juan Manuel de Prada sobre Novak Djokovic recientemente.
Para concluir, señalemos que si bien “no todos los héroes son santos”, sin duda alguna “todos los santos son héroes” pues esos cuatro atributos, de alguna u otra forma, los tuvieron con creces o por lo menos, en mayor cantidad que las personas comunes y corrientes, es decir, nosotros, el resto de los mortales.
No sabría decir si “Nole” es un santo, eso queda en manos de Dios. Pero es evidente a todas luces que por todo lo que le ha tocado vivir en estas semanas de histeria y locura en Australia, a diferencia de sus adversarios que terminaron siendo simples deportistas (de enorme mérito, a no dudarlo, pero simples deportistas), él tiene todos los atributos del “héroe”. Sabemos cómo terminó su periplo en las totalitarias tierras australianas, pero independientemente del resultado, lo que ha hecho en defensa de la dignidad humana, de la propia conciencia y del libre albedrío, es enorme. Quizás los tiranos de medio pelo del globalismo turbo-capitalista prevalezcan contra un simple hombre. Pero como diría Thomas Carlyle: “Puede ser héroe el que triunfa tanto como el que sucumbe, pero jamás el que abandona la batalla”.