Como es bien conocido por todos, varios son los diarios que circulan en formato físico en el Paraguay y el vasto ámbito virtual de las páginas web disponibles en Internet, y mayor aún es el número de editorialistas y articulistas de opinión, los cuales, apoyados en la estructura de los diarios –al igual que yo- expresan sus ideas, fundamentalmente con la aspiración de colocar a la luz pública una denuncia o formar una opinión colectiva sobre una problemática cualesquiera.
En esta ocasión, nos topamos con una columna titulada “Internautas libres o libertos” de autoría de Iñaki Fernández Bogado, cuyo texto llamó poderosamente nuestra curiosidad, justamente por el uso de la palabra “libertos”. Antes avanzar con estas breves líneas, consideramos vital la definición que ofrece sobre el término en cuestión, según la Real Academia Española (RAE) este significa “esclavo a quien se ha dado la libertad, respecto de su patrono.”.
Si bien es cierto, el texto de Fernández –a nuestro juicio- tiene una intencionalidad noble, es decir, exhortar a los diversos articulistas a que usen la libertad de pensamiento y opinión con un sentido pedagógico para la sociedad, menos aún, utilizar esos espacios para realizar ataques personales amparados en el anonimato.
No obstante, el artículo ya desde el título como más adelante lo reitera en su contenido, reitera el error al insistir en adjetivar de “libertos” a los usuarios de la Internet. Lo cual, evidencia, una plena ignorancia tanto semántica como histórica, pues, en Suramérica la esclavitud fue superada en la primera mitad del siglo XIX, es decir, es absolutamente erróneo calificar de “libertos” a cualesquier articulista que se encuentre en Paraguay.
Finalmente, el meta-mensaje de lo ocurrido y que es la reflexión para todos los que nos dedicamos de alguna manera a dar nuestro aporte al debate y la generación de contenido, es evitar caer en la necedad de pretendernos poseedores de la verdad o de una súper sabiduría que supera al resto, pues, con esta errónea visión no solamente de la comunicación como del periodismo de opinión, sino de la vida en general, a la postre se termina generando artículos como éste que tienen un fallo estructural desde el punto de vista semántico e histórico, que no redunda en mayor beneficio al público como lectores en general.