Los comerciantes en todos aquellos países donde se ha instalado el tristemente célebre “Pasaporte Covid” se van manifestando y denunciando la pérdida de clientes a partir de la instauración del mismo.
Por ejemplo, el presidente de la agrupación de restaurantes COBRECA, Pablo González (España), ha lamentado que «la hostelería es manipulada y maltratada como profesión al imponer que ejerza la actividad de Policía con los clientes». «Somos y seguimos siendo el sector más maltratado por las decisiones políticas durante esta pandemia».
Desde el inicio de la pandemia se han limitado a los comerciantes independientes. Primero con el cierre de sus locales, luego, cuando la cosa se ponía “heavy” con los comerciantes en un acto de magnanimidad les permitieron abrir pero, como no quieren que levanten la cabeza (después de todo la idea en definitivamente otra), se les impusieron medidas horarios, de aforo, confinamiento perimetrales, distanciamiento, cambiar las cartas, y una larga lista de etc. que solo vino a sumarle costos a la castigada economía de los comercios.
Pero nunca es suficiente, ahora pretenden que los comerciantes se conviertan en policías de este nuevo régimen, obligándolos a cruzar esa delgada línea roja que establece la discreción que se debe tener con los clientes. Cuando uno sale a comer afuera busca pasar un buen momento, convertirlo en un trámite burocrático solo va a desincentivar que la gente salga y comenzará a pasar esos buenos momentos en la intimidad de su grupo social.
Vacunados o no, quienes tenemos consciencia de lo que está sucediendo dejaremos de acudir a estos lugares, las multitudinarias cenas de fin de año las organizaremos en nuestras casas, sin aforo, sin pasaportes y sin andar revelando datos médicos confidenciales a nadie.
Entiendan algo mis estimados comerciantes, el cliente nunca pierde, se va a un lugar mejor, donde se sienta respetado. Están a tiempo de evitar que sus comercios terminen cerrando, es ahora o nunca.