Estamos aproximándonos al tercer año de la llamada “pandemia” de COVID-19 en el Paraguay pero todavía observamos los efectos de esta histeria sobrevalorada siendo utilizados como garrote en contra de los ciudadanos de nuestro país.
Leer lo que dice la “gran prensa” sobre el tema es para desternillarse de la risa. Hace dos meses, las vacunas serían nuestra salvación. Hace un mes, anunciaron que llegaría un nuevo medicamento que se encargaría de solucionar el problema. Ahora, se insiste con que solo el “talismán mágico” llamado mascarilla puede preservar nuestras vidas ante una muerte inminente y que deberían imponerse nuevas restricciones para la población en general porque el COVID-19 sigue siendo tan mortífero como siempre. ¡Deberían decidirse de una vez por todas!
De hecho que yo estoy pensando que quizás el establishment globalista y sus shamanes con bata blanca y estetoscopio en el cuello quieren que empecemos a utilizar los famosos “burkas” mahometanos para protegernos. Y que sigamos las reglas de comportamiento de los talibanes: prohibido el contacto físico, tapados hasta las narices, mantener distancia y salir solo con permiso, especialmente para las mujeres. ¡Qué sé yo, quizás los talibanes algo de razón tienen, que derrotaron militarmente a la Unión Soviética y a los Estados Unidos!
Pero la clase política del Paraguay está muy lejos de ser aguerridos y toscos pastunes que luchan en las estepas semi-desérticas de Afganistán, escondidos en cuevas montañesas. Los de aquí son vulgares mequetrefes que lo único que tienen en común con los talibanes es su fundamentalismo totalitario, con apoyo de la gran prensa, por supuesto.
Se nos ha presentado un nuevo caso que sirve para ilustrar claramente la situación: la carnavalesca ciudad de Encarnación.
Quiero aclarar que los habitantes de la segunda “Perla del Sur” (Pilar es la primera, históricamente hablando) se merecen el mejor de mis respetos. Las veces que he estado allí, solo he recibido cordialidad y buen trato. Incluso en una ocasión, cuando hice un poco de “wakeboard” sobre el Paraná, tocamos una piedra mientras íbamos a máxima velocidad y me caí, recibiendo una herida cortante sobre la ceja izquierda. Fue un accidente, y nada más, pero los encarnacenos me atendieron con un cariño encomiable, aunque yo solo decía: “no me duele nada, soy de Asunción”, lo que generaba suspiros enamorados de algunas chicas del Itapúa. Afortunadamente, fue solo una dolorosa anécdota pero con final feliz.
En fin que ahora recibimos como balde de agua fría la noticia de que el Intendente Luís Yd (Partido Patria Querida) ha planeado en conjunción con el Ministro de Salud Julio Borba (vinculado al Frente Guasu) que se instalen en la Ciudad de Encarnación medidas absolutamente totalitarias que dejarían a los talibanes sonrojados, si es que pudiéramos verles las mejillas.
Según lo que comunica Diario Última Hora en un artículo de su digital del 31 de octubre de 2021, afirmó el Intendente de Encarnación:
“Buscando la mejor temporada de verano para Encarnación con compromiso, trabajo y gestión, me reuní con el ministro de Salud, Julio Borba, donde abordamos varios temas, como el porcentaje de personas inmunizadas, que ronda los 3.000.000 de paraguayos, y partiendo de esa información mi intención de que se siga inmunizando la mayor cantidad posible de encarnacenos e itapuenses. Por sobre todo, con una mirada hacia el verano 2022 que ya empezó a moverse y como eje principal de esta temporada, será prioridad para ingresar a las playas, hoteles, sectores gastronómicos, eventos y entretenimientos, contar con el carné o el código QR digital comprobante de aplicación de la doble dosis de la vacuna anti-Covid-19”.
Esto convertiría al Intendente Luís Yd del Partido Patria Querida en el más totalitario de todos, el fundamentalista del COVID-19 más acérrimo y fanático del Paraguay. El argumento que presenta el Jefe de la Comuna Encarnacena es, más o menos e interpretando sus palabras, que no se puede obligar a la gente a vacunarse, pero sí se pueden imponer estas restricciones para que los “impuros” que no tienen las dos dosis no se junten con la “gente bien” que sí tiene todas las dosis imaginables.
¡Esa siempre fue la lógica del Partido Patria Querida, no debería extrañarnos! Ellos son siempre “políticamente correctos” para la prensa aunque luego quieran fingir lo contrario; ellos están muy a favor de todo tipo de “segregaciones” de la “supuesta clase moralmente superior” que pretenden representar en relación a los “otros” que son la “supuesta clase moralmente inferior”.
De hecho que no han tenido cortapisas para aliarse con el progresista PDP o con la izquierda más radical cuando convino a sus intereses partidarios, por ejemplo, en los días en que se solicitó la intervención de la Intendencia de Encarnación administrada por el mismo Luís Yd, pero que fue rechazada por una “alianza opositora”. Por esta razón, (salvo excepciones, algunas excelentes personas que conozco y que espero, repudien con todas las fuerzas de su condición a su “correlí” ridículo) al Partido Patria Querida adecuadamente se le aplica uno de los más contundentes sambenitos de Nuestro Señor Jesucristo: “Sepulcros Blanqueados”.
Luís Yd es el talibán del COVID-19, aunque sin poseer la gallardía guerrera de los pastunes afganos. Un simple burócrata totalitario más, con buena prensa como la que recibe todo aquel que sigue los dicterios del globalismo tecnocrático. ¡Ah, pero para los “corsos encarnacenos”, allí sí que quieren que todo funcione de mil maravillas!
Por lo demás, yo soy del equipo Doctor Francia. Para mí, los carnavales son espectáculos paganos de baja calaña que deberían ser absolutamente cancelados. De hecho que nuestro “Supremo”, basado como él solo, los prohibió mientras estuvo con vida y así lo siguieron los demás “Supremos” de la Familia López. Para ellos, el “Carnaval” no era sino un ritual en el que se celebra al demonio “Baal”. Desde luego que tras la Guerra de la Triple Alianza, esta horrible costumbre importada del candombe brasileño-uruguayo se le impuso a nuestro país…
Pero a los que gustan de esos chabacanos espectáculos, les recomiendo que ahorren un poquito, rompan el chanchito y vayan a mirar el que verdaderamente vale la pena en Río de Janeiro, donde no existen las reglas talibanes que el Intendente de Patria Querida quiere imponer para demostrar su “supuesta superioridad moral” respecto a los “inferiores”. Es que si vamos a tener que soportar las totalitarias restricciones del fundamentalista Luís Yd y aparte, tendremos que pagar los exorbitantes precios que ofrecen en Encarnación en los días de verano, no vale absolutamente la pena poner un pie en la segunda “Perla del Sur” en estas vacaciones.
Espero que no se ofenda el bello y cordial pueblo encarnaceno. No tienen la culpa de los dislates de su intendente… ¿O sí? Bueno, el refranero popular dice “sarna con gusto no pica”, pero el ilustre Conde de Maistre sentenciaba con mayor elegancia: “cada pueblo tiene el gobernante que merece”. Sí, quizás nos merecemos a estos talibanes de segunda mano con sus carnavales de segunda mano… ¡Cómo dueles, Paraguay Querido!
Sin embargo, si tengo que elegir, yo prefiero a los talibanes originales de Afganistán y a los carnavales auténticos en Río de Janeiro. Pero por si no me alcance el dinero este año, voy a ir a cualquier otra parte a veranear, menos en Encarnación, donde me obligarán a mostrar lo que no tendría que mostrarle a nadie, porque no soy un animal para ser sometido a semejante humillación. Al que le agrade someterse a las totalitarias leyes de los sepulcros blanqueados, bueno, allá esa persona y sus gustos.
¡Y no sé cuántas dosis de Pfizer más deberé ponerme para que nos dejemos de tanto carnaval!