En las décadas pasadas, se solía hablar de Chile como “el milagro económico”, dicha expresión devino justamente en los 90’s durante el periodo autoritario del Gral. Augusto Pinochet, quien asumió las riendas del país luego de la breve, pero profunda crisis generalizada que devino el gobierno del socialista Salvador Allende. La crisis de 1973 fue tal, que el peso chileno sufrió su histórica maxi-devaluación, la inflación superó el 600%, la escasez, desabastecimiento y la pobreza marcaron el fin de la aventura socialista chilena.
La era de Pinochet, no sólo significó la paralización de la crisis y la estabilización macroeconómica, sino que implicó el desarrollo integral de país marcado por el robustecimiento de la clase media, reducción de la pobreza y la pacificación del país, he ahí el origen de la expresión “el milagro chileno”. Más tarde, tuvo lugar el Plebiscito de 1988 que dio pie a las elecciones presidenciales de 1989, luego asume en 1990 el social-cristiano Patricio Aylwin con quien Chile inicia la era democrática.
Básicamente, la era democrática chilena ha sido dominada por la centro-izquierda, primero por los social-cristianos Patricio Aylwin y Eduardo Frei, luego por el Partido Socialista de Chile con Ricardo Lagos y Michelle Bachelet; en tanto, apenas dos mandatos para el empresario centro-derechista Sebastián Piñera (2010 – 2014) y el actual periodo constitucional que corre desde 2018 y que ya está por fenecer, a comienzos del próximo año.
En crudo, la democracia chilena lleva 31 años, de los cuales, apenas 7 años han correspondido a gobiernos liberales o centro-derechistas (Piñera), el resto del periodo ha correspondido a una amplia hegemonía de la izquierda por 24 años. Sin embargo, fue a Piñera el gobierno que le tocó enfrentar las históricas, masivas y violentas manifestaciones que tuvieron lugar el 2019.
Las auto-destructivas y descontroladas manifestaciones iniciaron por la supuesta protesta por el aumento del pasaje, pero terminaron calcinando todo lo que encontraron a su paso, desde el mismo sistema de metro, buses, iglesias, plazas, hasta saqueos y quema de comercios privados, lo que conllevó ineludiblemente a fuertes enfrentamientos con los Carabineros. La ola anárquica exigía difusamente “cambios”. Al final, el estallido social significó fuego, violencia y muerte, pues, su saldo cerró en alrededor de un veintenar de muertos, más de dos mil heridos entre civiles y agentes del orden y millones de dólares en pérdidas económicas.
En todo caso, el Pdte. Piñera lejos de imponer el orden mediante el uso de la violencia legítima, es decir, el Estado a través de la Policía para preservar el orden público y la propiedad tanto pública como privada, sucumbió ante las masas violentas. Finalmente, devino una Constituyente, que aún está supuestamente redactando el futuro texto Constitucional para el país.
Pero no todo queda allí, recientemente se cumplió el segundo aniversario de aquellas anárquicas y criminales protestas, un pequeño puñado de terroristas urbanos no encontraron la mejor manera de celebrar este aniversario sino volviendo a la violencia descontrolada, donde se estima que tuvieron lugar más de 35 saqueos, marchas en diversos puntos del país y múltiples episodios de violencia materializado por bandas de encapuchados.
En paralelo, el tambaleante Pdte. Piñera cuyo gobierno ha sobrevivido desde 2019 hasta la fecha, parece que difícilmente logrará llegar a marzo de 2022, pues, a la luz de la publicación de los denominados “Papeles de Pandora”, otro sutil instrumento de la izquierda radical para liquidar los débiles vestigios de democracia liberal que quedan en la región, pues, curiosamente no reportaron datos de conocidos políticos presuntamente involucrados en redes de la corrupción y lavado de dinero como Cristina Fernández de Kirchner, Maduro, las hijas de Chávez, Evo Morales, Lula Da’Silva, Raúl Castro o Díaz-Canel, Pablo Iglesias, Fernando Lugo. Contrariamente, descargan sus investigaciones en figuras como Mario Vargas Llosa, Horacio Cartes, Sebastián Piñera, entre otros líderes conservadores, como consecuencia de ésta publicación, el mandatario chileno no sólo está contra las cuerdas, pues, la Fiscalía abrió una investigación de oficio por los presuntos delitos de cohecho, soborno y evasión fiscal.
Finalmente, el Fiscal General Jorge Abbott deberá entregar del 5 al 8 de noviembre un informe a la Cámara de Diputados, allí la izquierda tiene 76 de los 78 votos necesarios para que el libelo sea aprobado y se eleve a la Cámara Alta para que se enjuicie al Pdte. Piñera, vale decir que en Senadores enfrenta un panorama más adverso. Sintetizando, de aprobarse el libelo en Diputados, la suerte de Piñera estará echada, con lo cual, los socialistas lo habrán logrado, destituir al centro-derechista y tener el camino libre para la vuelta de la izquierda al Palacio de La Moneda, donde posiblemente le corresponda a la demócrata-cristiana Xiomara Rincón asumir la presidencia de Chile, quien seguramente obrará para que un buen camarada le suceda en la presidencia.