Nuestra modernidad, corresponde al fin de la exclusividad de los Estados como actores políticos para ser compartida con nuevos actores, el crimen organizado trasnacional que son las mafias. La historia contemporánea resulta incompleta si se niega el hecho criminal y su poderoso impacto decisivo sobre la dinámica política-institucional y socio-económica.
Lamentablemente, esta ceguera ante el fenómeno delictivo de alcance y poder global, llega a ser culpable del mismo, cuando se sabe que el crimen organizado ya es uno de los protagonistas más importantes de los auténticos conflictos modernos, pues, no se trata de conflictos militares, sino de conflictos civiles, es decir, criminales.
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La ecuación del mundo moderno, conlleva pues, una variable determinante de forma desconocida: LAS MAFIAS. En efecto, en algunas regiones del mundo, es impensable ganar las elecciones o conseguir un contrato importante con el Estado, si se ignoran las relaciones de fuerza real. Este principio de realidad, puede indignar u horrorizar, aunque su principal virtud es sacudir las conciencias y abrir los ojos. Los escrutinios políticos no sólo comprometen a electores, partidos, candidatos y programas.
Los mercados económicos no sólo se equilibran gracias al juego libre de la oferta y la demanda, a la competencia de los precios y a la calidad. Existe otra “MANO INVISIBLE” además de la de Adam Smith.
Los tradicionales actores políticos, económicos y sociales, deben cohabitar con nuevos interlocutores sin escrúpulos acostumbrados a moverse en la sombra. De esta manera, la amenaza mafiosa no sólo se cierne sobre las libertades económicas y políticas, también afecta a una gestión pública tan importante como es la conservación del medio ambiente. En muchas regiones del mundo, las industrias de recolección y tratamiento de basuras como de residuos tóxicos, están en manos de empresarios mafiosos que no tienen ningún respeto por las leyes dictadas para la protección de la salud, la fauna y la flora.
La lucha contra la contaminación implica unos costes que LAS MAFIAS no están dispuestas a asumir. Los delitos medioambientales, son con frecuencia DELITOS MAFIOSOS. Por otro lado, ironías de la vida, los mismos mafiosos que contaminan intentan hacerse con los contratos de depuración de agua y residuos.
Todo ello, nos conlleva a una suspicaz interrogante, ¿acaso las nuevas amenazas constituyen un nuevo olvido? Tras la desaparición del Mundo Bipolar e ideológico, resulta inquietante y sin duda peligroso el Nuevo Mundo, que a diferencia del anterior modelo, el actual es desconocido y descontrolado. El auténtico peligro de hoy, es aquello que no se ha visto o no se ha querido ver, que se ha subestimado o se ha creído.
En contra de lo que podríamos pensar, hoy día la realidad no se oculta, somos nosotros los que la negamos, pues, el obstáculo al conocimiento está en nosotros mismos. ¿Qué sucede entonces? La sociedad ha consensuado la creencia que existen sólo 2 nuevos peligros: la proliferación de armas de destrucción masiva y el terrorismo internacional. Desde esta perspectiva, la cuestión criminal es abordada con frecuencia de forma subsidiaria y condescendiente, lo que nos conlleva a muchas preguntas, entre la que comparto desde aquí, ¿puede considerarse esta visión acertada y razonable?
Para concluir y volviendo a la pregunta anterior, en nuestra opinión, se impone demostrar que el olvido sobre las grandes organizacionales mafiosas con poder y alcance global, puede acarrear graves consecuencias para la seguridad mundial.