El diario español de extrema izquierda, La Sexta, publicó una “filtración” de un informe que dice ser científico en el cual se afirma que, para frenar el “cambio climático” los países desarrollados deben dejar de crecer económicamente.
Algunas de las disparatadas frases que dice el informe, avalado por la ONU, son:
“El crecimiento económico de las grandes potencias es incompatible con la lucha contra el cambio climático” .
“Nuestra economía va a tener que decrecer en los próximos años para realmente adaptarse en el cambio climático en el que estamos todos inmersos“.
“El decrecimiento es muy importante, tiene un papel muy vital que sigue siendo casi tabú en el contexto político“.
Lo curioso del informe es que señala como responsables del supuesto cambio climático a los países desarrollados y democráticos de Occidente, pero evita nombrar a dictaduras como la de China, que encabeza todos los rankings de contaminación y emisiones de CO2 del mundo. Las 25 ciudades más contaminantes del mundo, por citar un ejemplo, pertenecen a la República Popular China, según un estudio publicado por científicos de la Universidad de Sun-Yat en la ciudad de Guangzhou, en la propia China.
Mientras en Occidente se imponen regulaciones, se promueven energías ineficientes y se aumenta la burocracia en materia ambiental, países como China, Rusia e Irán ignoran dichas imposiciones y ganan en competitividad frente a las democracias culposas.
La joven activista de izquierda ambientalista, Greta Thunberg, denunció ante la ONU a cinco países por su excesiva contaminación: Alemania, Argentina, Brasil, Francia y Turquía, contrariando toda evidencia empírica. Argentina representa menos del 0,7% de las emisiones de CO2 a nivel mundial, y las emisiones de toda la Unión Europea junta son apenas un tercio de las emisiones de China, y las de Estados Unidos y Europa juntos son el 70% del total del gigante comunista.
Más allá de la veracidad o no del “cambio climático” y del poco claro papel que el ser humano tiene en este, es evidente el afán del globalismo por imponer la Agenda 2030 a como de lugar. El informe, que insta a los países desarrollados a dejar de crecer, tiene como objetivo el empobrecimiento y consecuente dependencia económica de la gran parte de la población occidental, condición sine qua non para cumplir con la nefasta agenda.