Debo reconocer que estoy un poco harto del versito progre del “discurso de odio” porque, en el 99 por ciento de los casos, no se trata más que de una burda censura; la libertad de expresión engloba el derecho a informar y el derecho a informarse; y el primero refiere tanto a la información como a la opinión, todo lo demás… es mentira.
Desde que el mundo es mundo, gobiernos autoritarios han limitado la libertad de expresión para mantener su poder. Hoy, además de la información libre, los gobiernos del mundo “cancelan” los datos. Ambos, datos e información se han convertido en el activo más esencial para el control político como explica el pensador Yuval Noah Harari.
El interés de los gobiernos del mundo por controlarlos es una señal clara del desafío que tiene por delante la sociedad abierta, debemos evitar la ingenuidad y movernos en ese sentido, “presionando” cada vez más para que la totalidad de la información esté disponible para la totalidad de los ciudadanos.
Para un manejo más efectivo de este control, hoy los gobiernos cuentan con un aliado estratégico, las “Big Tech”, quienes de manera imperceptible se han ido convirtiendo en los “dueños absolutos de la verdad” y la predican desde un pedestal tan inalcanzable, que nadie puede ni debe oponerse y, lo quieran admitir o no, esa postura adoptada por las grandes empresas de tecnología se contraponen con el espíritu que les dio la vida, avalando el discurso imperante del establishment político y cultural progresista y censurando a cuanto libre pensador se cruce por su camino.
Si tienes la feliz idea de contradecir a la tan mentada “generación de cristal” diciendo, por ejemplo, que la mujer es mujer y el hombre es hombre; si se te ocurre ser elocuente al momento de afirmar que el “Che” Guevara era un asesino inmisericorde que se escudó en una revolución para dar rienda suelta a su instinto asesino… probablemente recibas, con suerte, una reprimenda de las redes sociales y, si acaso te dan la oportunidad y argumentas frente a ellas con pruebas ineludibles te cancelan. Las redes sociales abandonaron el lugar de “empresas ágiles” y se convirtieron en la parte más rancia de la burocracia estatal.
La hegemonía de la propaganda neo marxista nos está convirtiendo en un mundo de idiotas útiles, nos están retrotrayendo a un grupo de bárbaros sin pienso que harían sonrojar a las hordas que incendiaron siglos atrás la Biblioteca de Alejandría.
Asesinaron el debate hasta en la ciencia, de una manera tan subrepticia que cuando alguien pudo notarlo ya era demasiado tarde. Miles de preguntas que surgieron con esta pandemia no tienen espacio ni siquiera en el debate científico, la información oficial, aun escasa e inconclusa, se toma como una verdad revelada y se prohíbe disentir al grito de conspiranoico cuando, en realidad, los gobiernos actúan como si se tratara de una conspiración. No perdamos de vista que todos los gobiernos a lo largo de la historia han mentido, mienten los actuales y mentirán también los que vengan.
La sociedad se conduce a un lugar que no es bueno, ni agradable, ni sincero, incluso, no sé ni siquiera es digno de ser llamado sociedad, el discurso de odio es un neologismo creado, en realidad, para señalar el discurso que odian… el de la libertad.