Hitler en 1923 fracasó en su intento de hacerse con el poder en Alemania mediante un golpe de Estado, pero luego de una breve pasantía por la cárcel, entendió que la mejor manera de conquistar el poder y poner en marcha su agenda, no era otra que utilizando las mismas herramientas de la democracia: el voto. El neocomunismo no es más que eso, la reutilización de método de Adolf Hitler en la política latinoamericana, receta que emplea Fidel Castro en la década de los 90’s vía Foro de Sao Paulo.
El método hitleriano o nazista de Fidel Castro, daría su primer fruto casi una década más tarde con la elección del fracasado golpista militar Hugo Chávez como presidente de Venezuela en diciembre de 1998. Meses más tarde se juramentó, de allí en adelante el segundo paso, el desmontaje total de las instituciones democráticas-liberares para implantar la estructura altamente centralizada, una copia calcada al carbón del aparato estatal cubano. De allí en adelante, la suerte está echada y el neocomunismo se apodera, secuestra y esclaviza a la sociedad que ingenua y democráticamente les abrió las puertas.
Justamente esto es lo que estamos observados en las versiones neocomunistas de las sociedades andinas, primero Bolivia que el 2020 permitió la vuelta del neocomunismo vía Luís Arce, delfín de Evo Morales, luego de un breve paréntesis democrático, luego del fraude electoral de Morales y su renuncia el 2019.
El autoritarismo y una retorcida aplicación de la justicia para ocultar la realidad y venganza de Morales contra los que ayer tuvieron una conducta estrictamente constitucionalista en Bolivia, no ha tenido límites. Recordemos que la propia Organización de Estados Americanos en su Informe de auditoría de diciembre de 2019 concluyó que efectivamente hubo fraude electoral por parte de Evo Morales, hechos que llevaron a que la Presidente del Congreso Nacional Jeanine Áñez asumiera la presidencia del país, siendo investida para tal efecto el 12 de noviembre de 2019.
Pero, tras el retorno del grupo de Morales al gobierno, se desató la absurda e ilegal criminalización de Áñez, hoy acusada, procesada y encarcelada por el supuesto delito de “golpe de Estado”. Misma suerte han corrido su Ministro de Interior Arturo Morillo (incomprensiblemente arrestado y entregado por el gobierno de Biden a Bolivia), como los excomandantes militares Jorge Terceros, Gonzalo Jarjuri, por los delitos de “terrorismo, sedición y organización criminal”. En esa misma tónica de una aplicación retorcida del derecho, la Fiscalía General de Bolivia, decidió “cerrar” el caso de fraude electoral de 2019.
Lógicamente, la acumulación de esta barbárica y parcializada aplicación de la justicia –si es que se puede llamar justicia- indignó a la población boliviana, la cual, salió a las calles a protestar. Pero, Bolivia, fiel a la agenda castro-chavista aplicó las recetas ya implementadas con éxito en Cuba, Venezuela y Nicaragua, es decir, civiles fieles al régimen de morales, una suerte de grupos de choque o paramilitares oficialistas se enfrentaron con la población civil que protestaba pacíficamente. La violencia ha tomado las calles en diversas ciudades bolivianas, pero el narco-régimen posee el control, con lo cual, todo indica que Bolivia irá al rumbo de Venezuela, salvo que los bolivianos vía un levantamiento popular derroquen al tirano Arce y su aparato masista del gobierno.
Igualmente Perú, donde el buen camarada y discípulo de Castro, Pedro Castillo logró llegar a ser Presidente siguiendo el guión nazi del Foro de Sao Paulo. Ya la agenda va en pleno desarrollo, Castillo inició –como era de esperarse- con la designación de Guido Bellido, un izquierdista radical como Primer Ministro, liquidando toda posibilidad que moderados integren el gabinete o que el Perú de Castillo siga un camino de una izquierda moderada y democrática, similar a la de Bachelet en Chile o Tabaré Vázquez en Uruguay. Más tarde o más temprano, infelizmente vamos a estar presenciando la confrontación del bloque de civilistas-democráticos contra los neocomunistas de Castillo, mi deseo es que triunfen los primeros sobre los segundos y el Perú se salve de una nueva tragedia neocomunista a la cubana.