A poco más de cumplirse 18 años de la visita del extinto dictador cubano Fidel Castro, estuve revisando la entrevista que concedió a Telefuturo, el titiritero mayor, que no perdía oportunidad de acaparar el capital político que provenía de su figura en el imaginario popular, dijo estas palabras:
“…Cuando triunfa la revolución, de inmediato se inicia el bloqueo, la hostilidad y las amenazas de agresión…”
“…El bloqueo y la agresión nos obligó a marchar a pasos acelerados porque era casi una condición para garantizar la independencia del país y garantizar la revolución. Si la reacción de nuestros vecinos hubiera sido diferente la nuestra hubiera sido diferente…”
La medalla de honor de Fidel Castro, a juicio de su fandom, se acrisola en el permanente desafío a las diferentes administraciones de Estados Unidos que lo muestran como el paladín de los derechos de los pobres y los excluidos, pero…
¿Es esa la verdad? ¿O fue otro de los actos de sus habilísimas artes de titiritero?
Para ser objetivos, se impone hacer un “rewind” a los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX en la historia de Cuba para entender en el contexto histórico, la verdadera naturaleza de esta figura política y desmontar el mito que rodea a este Dorian Gray de la historia reciente del hemisferio.
Uno es el rostro de la propaganda de la izquierda y otro muy distinto la verdadera faz del dictador más sanguinario de la historia continental.
Hostilidad, Bloqueo y Amenazas de Agresión.
A los más jóvenes, que son las víctimas más frecuentes de las seducciones de la izquierda, hay que brindarles un acercamiento informado a esta parte de la historia, que por ser reciente no está aún incluida en sus currículos de estudio:
La Unión Soviética, fue la potencia mundial comunista durante 70 años del siglo XX (1918-1990) que fuera regida por José Stalin entre 1922 y hasta 1953. En su reinado de terror, desapareció, exilió y asesinó a millones de personas y exportó el comunismo, después de la segunda guerra mundial a varios países, hoy todos re-democratizados a excepción de Corea del Norte, China continental y Cuba.
Para poner en perspectiva el horror de la era soviética, en la guerra de la triple alianza perdieron la vida 280.000 personas, pero durante el gobierno de Stalin, se estima que murieron 4.000.000 de personas, de los cuales 800.000 fueron fusilados por el delito de disentir de las políticas comunistas y como resultado de los gulags y la represión.
En un escenario como este, triunfa, en enero de 1959 una revolución popular en Latinoamérica, bajo la égida de un líder carismático y aupada por las promesas de restauración de la constitución de 1940 (la más avanzada del continente para la fecha) y todos los derechos y garantías civiles contemplados en el manifiesto de la Sierra Maestra[1].
Retomando las palabras del líder comunista cubano en la entrevista de Telefuturo, hay tres falacias fáciles de refutar:
- La hostilidad de los Estados Unidos
El mismísimo año 1959, en Abril, el entonces primer ministro, Dr. Fidel Castro realiza un viaje a Norteamérica, cargado de ideales mesiánicos a buscar respaldo e inversión para la “nueva Cuba”. Consultado en el club de prensa de Washington sobre el rumbo de su gobierno plantea: Para Cuba no queremos, ni capitalismo ni socialismo, porque uno sacrifica las libertades del pueblo y el otro sus necesidades, para Cuba, cubanismo.[2] Ante estas declaraciones los Estados Unidos reaccionan con cautela y Fidel Castro regresa a Cuba sin el respaldo ni la inversión esperados y comienza un acercamiento progresivo a la entonces Unión Soviética, como fuente de inversión y respaldo para su revolución.
Unos meses después en septiembre de 1960, en un discurso ante una multitud enardecida presenta la primera declaración de la Habana[3] dónde proclama el carácter socialista de la revolución, traicionando en el proceso todas las promesas del manifiesto de la Sierra Maestra, y anunciando un plan de nacionalizaciones forzosas de empresas norteamericanas en Cuba y declarando la guerra a los capitales privados dentro de Cuba.
En respuesta a estas medidas, Estados Unidos congela los fondos de Cuba en la reserva federal, elimina el compromiso de compra de la cuota azucarera a la isla y rompe relaciones diplomáticas con el gobierno cubano.
Joseph Goebbels dijo: Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad.
Fidel Castro no cesó de acusar a la unión americana de desarrollar una política de hostilidad hacia la revolución cubana ni un solo momento de su vida, siendo que, quien desató la reacción hostil de ese gobierno desde los primeros meses de la revolución, fue él mismo y su trastorno megalómano narcisista.
La falacia de las amenazas de agresión del gobierno de los Estados Unidos.
En Cuba, los dictados del partido comunista, y las decisiones de su politburó se sitúan por encima de la constitución nacional, esta realidad es justificada con la falsa premisa de que Cuba es una plaza sitiada, por el expansionismo de los Estados Unidos y supuestamente esto les concede el derecho de mantener un estado de excepción permanente que justifica el irrespeto sistemático de las libertades civiles, y los derechos fundamentales de todos los cubanos que militan en la oposición o la disidencia.
Según la doctrina del Diferendo EEUU-Cuba, el gobierno de EEUU mantiene una política de agresividad y el propósito de invadir militarmente a Cuba en su afán anexionista.
Fidel Castro jugó esa carta, todo el tiempo que se mantuvo en el poder, y solía desafiar a las administraciones de Estados Unidos, consiguiendo en el proceso el respaldo patriotero de las fuerzas de izquierda del continente, y aumentar su reputación de paladín de los derechos de los humildes y los excluidos.
En realidad, su bravuconería no pasaba de ser un bluff, porque el entonces líder soviético Nikita Jruschev había pactado con EEUU, después de la crisis de los misiles en octubre del 1962 en su acuerdo secreto con Kennedy la no agresión militar a Cuba.
Negociaciones entre Kruschev y Keneddy en 1962:
Carta de Kruschev a Kennedy 26 de Octubre de 1962[4] párrafo 20 “..El Gobierno de los Estados Unidos hará una declaración análoga, también ante el Consejo de Seguridad, en el sentido de respetar a Cuba. Declarará que los Estados Unidos, impulsados por el respeto a la soberanía de Cuba y a la inviolabilidad de sus fronteras, se comprometen a no interferir en sus asuntos internos, a no invadir Cuba, a no hacer del territorio norteamericano una plataforma para tal invasión y a contener las intenciones de todas las personas que proyecten una agresión contra Cuba, tanto desde el territorio de los Estados Unidos como desde el territorio de los estados vecinos de la nación cubana…”
Respuesta de Kennedy a Kruschev 28 de Octubre de 1962[5] párrafos 4 y 5 “... Usted acordará eliminar estas instalaciones para armas ofensivas existentes en Cuba, bajo la observación y supervisión de las Naciones Unidas, y proceder, con adecuadas seguridades, a detener la introducción de tales instalaciones y armas en Cuba. Nosotros, por nuestra parte, estaremos dispuestos —mediante el establecimiento de los adecuados acuerdos realizados a través de las Naciones Unidas para asegurar la continuidad y la puesta en marcha de esos compromisos— a lo siguiente: a) Levantar inmediatamente las medidas de cuarentena ahora en vigor; y b) Dar seguridad contra la invasión de Cuba. Confío en que otras naciones del hemisferio occidental estén dispuestas a actuar del mismo modo.
Había pues un acuerdo firmado entre las dos potencias dominantes en el escenario mundial que garantizaba la inviolabilidad de la integridad territorial de Cuba, pero era vital para la ambición del dictador de perpetuarse en el poder, repetir 1000 veces la mentira que le garantizara la sumisión de un pueblo del que se reputaba salvador, siendo en todo momento en realidad su más cruel verdugo.
Otro detalle que desmonta el mito de la intención expansionista del gobierno norteamericano sobre Cuba proviene de el mismo Kennedy, un año antes, en la coyuntura de la invasión de Bahía de Cochinos[6] en abril del 1961 al darse cuenta de las proyecciones erróneas de sus asesores, retira el apoyo logístico a la invasión de Bahía de cochinos, lo que derivó en su derrota.
Si Estados Unidos hubieran estado motivados por el tal afán expansionista que tan hábilmente predicaba el dictador Fidel Castro, hubieran tenido en este evento el pretexto ideal para una intervención militar a gran escala en Cuba. Los hechos de la historia demuestran la falsedad de la doctrina del diferendo.
La falacia del Bloqueo
Esta es tal vez el títere mejor explicado y menos creíble para el pueblo de Cuba y a la vez la mejor vendida para la izquierda latinoamericana que cree a pies juntillas en la misma y para la comunidad internacional que vota todos los años la resolución no vinculante de la ONU en favor del levantamiento del embargo comercial vigente entre los gobiernos de Washington y la Habana que se instauró después de la ola de nacionalizaciones forzosas de empresas norteamericanas por parte del gobierno de la dictadura comunista. Las últimas administraciones norteamericanas han relajado las restricciones comerciales de las cláusulas del embargo como lo prueba el siguiente cuadro de las cifras en millones de dólares del comercio bilateral entre los dos países[7].
Sin embargo la dictadura continúa responsabilizando de las carencias de alimentos y artículos de consumo dentro de la isla al “criminal bloqueo norteamericano”, cuando en realidad es el nefasto diseño económico del socialismo que por sus políticas de centralización coarta la competitividad productiva y concluye siendo incapaz de generar riquezas y como Saturno, devorando a sus propios hijos y creando sus propios monstruos.
[1] Incisos 7 y 8(a-e) https://es.wikisource.org/wiki/Manifiesto_de_Sierra_Maestra
[2] https://www.youtube.com/watch?v=yF4mGLkCU80 y https://www.loc.gov/rr/record/pressclub/castro.html
[3] http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20191017035145/primera_declaracion_habana_2-09-1960.pdf
[4] http://www.historiasiglo20.org/TEXT/cuba1962-1.htm
[5] http://www.historiasiglo20.org/TEXT/cuba1962-2.htm
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Brigada_de_Asalto_2506